Cuatro veces en siete meses ha cambiado su gabinete el presidente de Perú, Pedro Castillo, mientras su país se hunde en el desconcierto.
Eso es lo que podía y debía esperarse de un hombre sin formación, que llegó a la presidencia como abanderado de un partido de izquierda, integrado por sindicalistas turbulentos y líderes estudiantiles radicales.
Castillo aprovechó la división en Perú para lograr unos resultados electorales que ni él mismo esperaba, pero ahora se le ve sin encontrar el rumbo y ya se habla abiertamente de destitución.
Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.
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