Finanzas en pareja y por qué hablar de dinero antes de casarse puede salvar un matrimonio
Antes de decir: “Sí, acepto”, hay una charla igual de importante que la de los votos: la del dinero. Aprender a hablar de finanzas en pareja puede hacer la diferencia entre un matrimonio sólido o uno lleno de tensiones económicas.

Una pareja sonriente revisa sus finanzas y organiza su dinero frente a una laptop.
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Planificar una boda puede ser emocionante: elegir el lugar, la música, los invitados, la comida… Pero entre tanto entusiasmo, hay un tema que muchas parejas postergan —a veces por miedo, otras por simple desconocimiento—: cómo van a manejar su dinero juntos. Porque sí, hablar de amor es fácil, pero hablar de dinero, no tanto.
El experto financiero Adrián Zambrano lo resume de forma muy clara: compartir gastos en pareja no solo es necesario, sino un paso natural del compromiso. Cuando decides casarte, también decides construir un proyecto financiero común, aunque mantengas espacios individuales. Y, según explica, lo ideal es dividir los gastos de acuerdo con los ingresos que cada uno percibe. Si uno gana más, debería aportar más, no por obligación, sino por equidad.
Imagina que Andrés gana USD 1.500 al mes y su pareja, Daniela, gana USD 900. Si arriendan un departamento de USD 600, lo más justo sería que Andrés cubra alrededor del 60% del arriendo y Daniela el 40%. Así, ambos contribuyen de manera proporcional, sin generar frustraciones ni desequilibrios.
Este tipo de acuerdos sencillos, pero realistas, son el punto de partida para una relación financiera sana.
Hablar de dinero antes del “sí”
En Ecuador, donde hablar de dinero todavía es visto como un tema incómodo o incluso tabú, abrir la conversación desde el noviazgo puede evitar conflictos futuros. Zambrano suele decir que “no hay peor error que dejar las finanzas al azar”. Planificar juntos no significa desconfiar, sino alinear expectativas.
Si tú eres de los que anota cada gasto en una hoja de cálculo y tu pareja prefiere administrar todo desde una app, lo importante no es imponer un método, sino encontrar un punto medio. Tal vez una mezcla funcione: usar una aplicación para los gastos diarios y una hoja compartida en Excel para los planes grandes como viajes, vivienda o hijos.
El objetivo no es tener el mismo estilo, sino aprender a complementarse. Los polos opuestos se pueden atraer, pero cuando se trata de dinero, los extremos sin comunicación terminan chocando.
Presupuesto es la palabra mágica
El experto insiste en que el presupuesto es el corazón de las finanzas en pareja. Sin él, todo se vuelve improvisación. Lo ideal es definir juntos cuánto se destinará a gastos fijos (vivienda, servicios, alimentación), cuánto a metas comunes (viajes, ahorro, inversiones) y cuánto a gastos personales.
Un ejemplo cotidiano: si como pareja ganan USD 2.400 en total, podrían destinar el 60% a gastos del hogar, el 20% al ahorro y el 20% a recreación o proyectos individuales. Esa estructura, dice el experto, ayuda a que ambos sientan libertad financiera sin perder el compromiso compartido.
También recomienda revisar las finanzas semanalmente, una práctica poco común, pero muy efectiva. Según Zambrano, hacerlo cada semana permite controlar mejor los imprevistos: decidir si esa vez es mejor comprar en el mercado del barrio, aprovechar una promoción en el supermercado o postergar un gasto.
“Las revisiones semanales ayudan a detectar fugas pequeñas antes de que se vuelvan un problema”, suele explicar Zambrano en sus talleres. Si no es posible hacerlo con tanta frecuencia, al menos una vez al mes es imprescindible.
Metas compartidas y sueños individuales
Hablar de dinero en pareja no es solo hablar de cuentas y pagos; también es hablar de sueños. ¿Quieren comprar una casa? ¿Tener hijos? ¿Viajar una vez al año? ¿Ahorrar para la jubilación? Todo eso requiere planificación, y la planificación empieza con honestidad.
En Ecuador, muchas parejas jóvenes ya incluyen metas conjuntas, como ahorrar para un crédito hipotecario o iniciar un pequeño negocio familiar. Pero también es importante mantener metas individuales. Tener una cuenta personal no es falta de confianza, sino autonomía.
Por ejemplo, si uno quiere estudiar una maestría o ahorrar para un emprendimiento, ese objetivo puede coexistir con las metas familiares.
Zambrano lo explica así: “Compartir algunas finanzas puede incluso aliviar cargas o deudas”. Si uno de los dos tiene un préstamo o una deuda pequeña, planificar juntos permite reestructurar el presupuesto y liberar presión. El matrimonio, en ese sentido, puede ser una alianza financiera estratégica, no solo emocional.
Hablar de deudas también es hablar de amor
Uno de los errores más frecuentes es ocultar deudas o compromisos financieros por vergüenza o miedo al juicio del otro. Pero la transparencia es clave. Si tienes un crédito educativo, una deuda con la tarjeta o un préstamo en el banco, tu pareja necesita saberlo. El objetivo no es cargar al otro con tu responsabilidad, sino crear estrategias conjuntas.
Zambrano señala que cuando las parejas enfrentan las deudas juntas, no solo se aliviana la carga económica, sino también la emocional. Por ejemplo, si uno tiene una deuda de USD 3.000 y el otro puede asumir temporalmente más gastos del hogar, la recuperación financiera será más rápida.
El matrimonio no implica fusionarlo todo, pero sí compartir el compromiso.
Dinero y emociones: el equilibrio más difícil
Hablar de dinero no solo requiere de números, sino también de empatía. A veces gastamos para sentirnos bien, para celebrar, para aliviar estrés. Y eso está bien, siempre que sea consciente.
Por eso, fijar límites de gasto individual es una práctica saludable. Decidan juntos cuál es la cantidad máxima que cada uno puede gastar sin avisar al otro. Puede ser USD 50, USD 100 o más, dependiendo del presupuesto.
Ese simple acuerdo evita tensiones, reproches o sorpresas desagradables. Y sobre todo, refuerza la confianza, que es la base de cualquier relación… y también de cualquier presupuesto.
Construir un futuro financiero juntos
El amor puede ser espontáneo, pero las finanzas no. Tener un plan conjunto permite mirar hacia el futuro con menos incertidumbre y más estabilidad. Ahorrar para una meta común, tener un fondo de emergencia y revisar sus finanzas periódicamente les da tranquilidad y control.
En Ecuador, donde el costo de vida ha aumentado y la planificación financiera es un reto para muchas familias, aprender a conversar sobre dinero desde el inicio puede marcar la diferencia entre un matrimonio que sobrevive y uno que prospera.
Como dice Zambrano, “una pareja que se sienta a hablar de dinero está construyendo confianza, no rompiéndola”. Porque, al final, compartir finanzas no es solo cuestión de números, sino de valores compartidos: compromiso, transparencia y apoyo mutuo.
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