La difícil tarea de recuperar el icono arquitectónico de Cuenca, la Catedral de la Inmaculada Concepción
Ubicada en el corazón de Cuenca, la Catedral de la Inmaculada Concepción es un símbolo de fe, cultura, arte, tradición y turismo. Fisuras y la humedad obligaron a iniciar un proceso de restauración, 50 años después de su entrega oficial.

Un obrero observa los daños por humedad en la parte interna de la Catedral de la Inmaculada Concepción, en Cuenca, el 10 de julio de 2025.
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Para los cuencanos y visitantes, la Catedral de la Inmaculada Concepción es un icono de la ciudad. Imponente por su belleza interna y externa, pero con daños pocos visibles, este emblema de religión, cultura y turismo está en riesgo.
Desde hace 10 meses la también conocida Catedral Nueva no solo acoge a sus fieles católicos, religiosos y turistas. Arquitectos, ingenieros, obreros se escabullen entre los estrechos pasillos, escaleras, andamios, sacos, pintura y materiales para reparar las cúpulas y bóvedas donde se encontraron grietas y humedad.
Han pasado 143 años desde que se adquirieron los primeros materiales y 140 desde que comenzaron las obras que nunca lograron terminarse. La de Cuenca es una Catedral sin sus torres.
La materia prima que había en Cuenca ya no existe y trabajar bajo el concepto de monumentalidad se ha convertido en un verdadero desafío en 2025.

Para los profesionales, que usaron herramientas de diagnóstico modernas y con tecnología, el objetivo es uno solo: restaurar, dar mantenimiento y hacer otros trabajos preventivos para cuidar la Catedral que, más allá de una religión, representa a toda una ciudad.
La Catedral que tomó casi 100 años en construirse
Para los cuencanos, o al menos para la mayoría, es sabido que la construcción de la Catedral tomó unos 100 años.
En 1567 se edificó la Iglesia de El Sagrario, que fue elevada a catedral en 1787 con la fundación del obispado.
En el siglo XVIII surgió el sueño de contar con un "templo específicamente edificado y creado como catedral", según el Estudio Histórico de la Catedral Nueva de la autora María Tómmerbakk, funcionaria de la Dirección de Áreas Históricas y Patrimoniales.
En Cuenca abundaban los materiales para labrar una iglesia, pero existía un problema: no había arquitectos u otros artífices para levantarla.
El alemán Juan Bautista Stiehle, conocedor de la construcción, llegó a Cuenca en 1874 para hacerse cargo de la obra. "Estaba en contacto con las últimas tendencias arquitectónicas en Europa, así como innovaciones en elementos y materiales de construcción", recoge la investigación.
La construcción de la Catedral de la Inmaculada Concepción fue titánica y cargada de problemas, entre ellos económicos, y se hizo en cuatro etapas:
- Primera: desde 1882 con la adquisición de los primeros materiales y las primeras excavaciones. En 1885 inició formalmente la construcción hasta la muerte de Juan Stiehle en 1899.
- Segunda: inició alrededor de 1909 bajo la dirección de Isaac María Peña, quien estuvo al frente de los trabajos hasta su muerte en 1937.
- Tercera: a cargo del canónigo y poeta Manuel María Palacios Bravo quien tuvo el apoyo de la Junta de Urbanización, Ornato y Embellecimiento de Cuenca desde la fundación de esta entidad en 1940 hasta años posteriores a la celebración del cuarto centenario de la fundación de la ciudad en 1957.
- Cuarta: intervenciones del arquitecto Gastón Ramírez que culminaron en la década de los 70.

La catedral fue consagrada sin la colocación de las torres debido a su peso, en 1967, y se dio por concluida oficialmente en 1975.
Lo que en 1885 sería "desproporcionalmente grande para una población de menos de 30.000 habitantes, era un símbolo de modernización y civilización".
Al 2025 Cuenca ya tiene unos 600.000 habitantes y una visita mensual promedio de feligreses de 225.000 en las misas que se celebran de lunes a domingo.
Fisuras y filtraciones, el gran problema
En los últimos 50 años en la Catedral Nueva se han hecho intervenciones menores y puntuales para su conservación. El 10 de julio la Arquidiócesis de Cuenca mostró lo que se ha logrado en estos meses de trabajo.
El sacerdote Oscar Narváez, secretario-canciller de la Arquidiócesis, informó que la intervención se ejecuta a través de un proyecto integral con base a un estudio histórico, con materiales tradicionales y un sistema de georradares.
Para las obras han destinado un presupuesto de USD 450.000, de los cuales se han ejecutado USD 160.000 hasta el 10 de julio.
Lo que se interviene es:
- 12 bóvedas de 14 metros de altura y que están ubicadas a los laterales de la Catedral.
- 7 cúpulas: una central a 55 metros de altura, 2 de 40 metros de altura y 4 de 37 metros.
Juan Izquierdo es el arquitecto que dirige la obra. Explica que algunos daños eran visibles y otros fueron levantados con sistemas de cámaras térmicas y georradar que permitieron identificar las microfisuras, que incluso son hasta menos de un milímetro.

La fisura más grande estaba sobre la fachada: cinco metros de largo y con una profundidad de 10 centímetros. La humedad, en cambio, se aprecia desde la parte interna de la Catedral y la acumulación de hollín sobre las cúpulas y bóvedas.
Las fisuras y microfiltraciones se formaron por pequeños asentamientos y movimientos propios de los sismos y el acomodo de los materiales tras su construcción, la falta de mantenimiento en general, intervenciones sin guardar los debidos procesos, así como el paso del tiempo, explica Izquierdo.
La humedad ha provocado el deterioro de la parte estética, hace que se desprenda el mortero de cal que cubre el ladrillo interior, daña la pintura, produce la acumulación de hongos y la aparición de musgo que hace que la infraestructura se deteriore con mayor velocidad.

El reto de la preservación al 2025
La Catedral fue construida con cal sacada de las caleras de ciudad y ladrillos elaborados por los artesanos. Al 2025 esto ya no existe.
Para arreglar y recuperar los ladrillos desde la parte externa, estos fueron lavados y sometidos un proceso llamado "encalado", con una lechada de cal.
Encontrar la cal ideal en Cuenca y Ecuador no fue posible. Luego de una investigación lograron encontrar cal macerada en México, guardada entre siete y 15 años.
La Curia importó toneladas de cal, llegaron expertos de México, comenzaron a hacer las primeras pruebas, pero no daba efectividad.
Con estudios en laboratorios de la Universidad de Cuenca y en la Universidad Nacional de México, decidieron mezclar la cal importada con ceniza obtenida de los hornos de la quema de ladrillos de la parroquia rural de Susudel, cantón Oña, de Azuay. Y funcionó.
Tras hacer una lechada con los dos productos fue colocada sobre los ladrillos, se penetró sobre los poros hacia el interior y creó una capa impermeable desde la profundidad hacia afuera. Cuando el material esté consolidado, sin humedad y filtraciones, se lavarán los ladrillos para que queden expuestos y pasarán a las restauraciones internas.

Aquí se presenta otro reto. Deberán armar andamios para trabajar sobre más de los 50 metros que hay entre la base del suelo y la cúpula central de la catedral, visiblemente afectada por la humedad.
Izquierdo recalca que el proceso de restauración, reparación y prevención es lento, manual, de mucho cuidado al detalle y con técnicas tradicionales para que no cambie la estética de la catedral.
Terminar los trabajos tomará alrededor de dos años y la intervención permitirá que en los próximos 25 años no se necesite otro tipo de consolidación grande, sino pequeñas, agrega el profesional. Cada acción e intervención está documentada para las futuras generaciones.
"Este es un monumento de todos los cuencanos, de la fe, de la esperanza, de la fraternidad de los cuencanos. Cada uno de nosotros somos como un ladrillo que va construyendo un templo social".
Juan Izquierdo, arquitecto
La falta de intervención podría provocar un deterioro mayor que podría ser irreversible. "Un monumento siempre tiene que estar nítido y pulcro. Cualquier monumento que se le abandona, se deteriora".
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