Emotivos homenajes póstumos para la piloto y el cadete fallecidos en el accidente de su avioneta en Santa Elena
En Santa Elena, se levantó una capilla ardiente en honor a la capitán Diana Ruiz Solís y el cadete Juan Andrés Pacheco. En Píllaro y Latacunga, se velan los restos de los militares.
Miembros de la FAE, amigos, familiares y habitantes de Pillaro llevan los restos de Diana Ruiz al velorio, el 27 de noviembre de 2024.
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Autor:
Redacción Primicias
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La tarde de este miércoles 27 de noviembre se levantó una capilla ardiente en honor a la capitán de Aviación Diana Estefanía Ruiz Solís y el cadete Juan Andrés Pacheco Ramírez. Ellos fallecieron en la avioneta que se precipitó y chocó contra la av. Eleodoro Solórzano del cantón La Libertad, el 26 de noviembre.
Hasta las instalaciones de la Escuela de Aviación Cosme Rennella Barbato, en el cantón Salinas, llegaron los cuerpos de los pilotos. Ahí, sus compañeros y superiores les rindieron un breve homenaje póstumo, con un acto litúrgico en presencia de compañeros y amigos. Así despidieron a los jóvenes que fueron trasladados en un avión de la Fuerza Aérea hasta el aeropuerto de Latacunga, donde los esperaban sus familiares
María Solórzano, una de las amigas de la joven, acudió al evento muy afectada por la noticia. Ella mencionó que la capitana era una joven aplicada con sus responsabilidades, incluso para las actividades deportivas que compartían juntas. “A las buenas personas no se las entierra, se la siembra, descansa en paz, Dianita” expresó la amiga.
Otros amigos residentes en la península, visiblemente afectados por la tragedia, no se pronunciaron ante la prensa, pero si destacaron la entrega y pasión que los dos pilotos tenían por esta profesión
Mientras esto ocurría en las instalaciones de la Base Aérea, la avioneta siniestrada permanecía en el lugar del accidente, donde todavía se realizaban las investigaciones para descubrir qué ocasionó que la aeronave cayera estrepitosamente sobre la calzada.
Dolor en Píllaro y Latacunga
Por la tarde, el aeropuerto Cotopaxi fue testigo de una ceremonia cargada de solemnidad. Un avión Hércules C-130 de la Fuerza Aérea trajo los cuerpos de los dos oficiales caídos, quienes fueron recibidos por sus compañeros con una calle de honor.
Desde temprano, las calles principales de Píllaro se llenaron de gente que, con respeto y dolor, esperaban el paso del féretro de Diana Ruiz, primera mujer piloto de un avión supersónico.
Cuando el cortejo fúnebre ingresó a Píllaro, el silencio dio paso a aplausos y sollozos. Hombres, mujeres y niños se alinearon a lo largo de la avenida principal.
Algunos sostenían flores, velas y otros simplemente llevaban el rostro empapado de lágrimas.
“Ella rompió barreras, y lo hizo con orgullo para todos nosotros”, comentó Carmen Osorio, una vecina del barrio 24 de Mayo, donde Diana nació y creció.
En el teatro El Obrero, el recinto destinado para su velorio, las filas de honor fueron montadas por sus compañeros de la FAE, que permanecieron firmes, pese al temblor de la emoción contenida.
Entre los presentes, Iván Ruiz, padre de Diana, permanecía de pie junto al féretro, abrazado a una fotografía de su hija. En la imagen, Diana lucía su uniforme de piloto con una sonrisa llena de orgullo.
"Ella siempre fue nuestra estrella, ahora es el ángel que nos cuida desde arriba", dijo con la voz quebrada, mientras sus familiares y amigos intentaban consolarlo. El recorrido hacia la última morada de Diana está programado para el jueves 28 de noviembre a las 16:00.
Mientras tanto, el cuerpo del cadete José Pacheco, oriundo de Pujilí, llegó a la Funeraria Nacional de Latacunga, donde también se realizaron homenajes.
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