La morosidad se acerca al 9% en las cooperativas, en un contexto económico desfavorable
La cartera de crédito de bancos y cooperativas está en desaceleración por una menor demanda y políticas más estrictas de colocación en las entidades financieras.
Atención a clientes en una sede de la Cooperativa Jardín Azuayo, en el cantón Camilo Ponce Enríquez, en Azuay, junio de 2024. Imagen referencial.
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Cooperativa Jardín Azuayo / X
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Un contexto desfavorable, con desaceleración económica, estancamiento del empleo y crisis de seguridad, sigue impactando en la capacidad de pago de los créditos de los clientes, lo que se refleja en que la tasa de morosidad del sistema financiera sigue al alza.
A septiembre de 2024, la cartera en mora del sistema financiero cerró en 5,92%, lo que representa un crecimiento de 0,76 puntos porcentuales frente a igual mes de 2023, según datos oficiales, recopilados por la Red de Instituciones Financieras de Desarrollo (RFD).
En los bancos privados, la morosidad se ubicó en 3,72%. De los 24 bancos que operan en el país, 14 tienen una morosidad que no supera el 4%. Los 10 restantes, tienen tasas superiores, incluso en tres entidades es mayor al 11%.
Mientras en las cooperativas de ahorro y crédito, la tasa promedio de morosidad llegó a 8.75% en septiembre.
La Red de Instituciones Financieras de Desarrollo (RFD) presentó el 19 de noviembre el estudio 'Los desafíos del sistema financiero ecuatoriano en el entorno actual', en el que analiza el entorno económico y social del país y su impacto en el sistema financiero.
Según el estudio, el incremento de la morosidad responde a unas condiciones y perspectivas poco favorables de la economía nacional, que han ocasionado la reducción de la capacidad de pago de la población y de las empresas.
Menos demanda de crédito
Otro indicador que refleja la realidad económica de Ecuador es la desaceleración de la tasa de crecimiento de la cartera de crédito en el sistema financiero.
En junio de 2022, la tasa de crecimiento de la cartera de crédito era de 16,75% . Pero desde entonces, comenzó a desacelerarse, ubicándose en septiembre de 2024 en apenas 6,40%. Es decir, la tasa de crecimiento está disminuyendo a un ritmo de cinco puntos anuales.
De acuerdo con el estudio de la RFD, esta desaceleración responde a dos factores:
Una menor demanda de créditos por parte de personas y empresas, debido a que las actividades productivas y el empleo se han visto afectados.
Las entidades financieras han ajustado sus políticas de concesión de créditos por el ambiente de riesgo en la cartera de clientes actuales o potenciales.
Para Valeria Llerena, directora ejecutiva de la Red, la colocación de créditos continuará siendo un desafío para el sistema financiero mientras no haya un crecimiento en las ventas, siga en aumento la inseguridad y no se encuentre una salida en el corto plazo a la crisis eléctrica.
Por otro lado, los techos a las tasas de interés que se aplican en Ecuador dificultan aún más la entrega de créditos, pues los ingresos obtenidos no cubren los costos de generar el crédito, menos aún en segmentos más necesitados, donde el riesgo es más alto, explica el estudio.
Depósitos a plazo, un sostén de liquidez
Por otro lado, los depósitos a plazo vienen ganando protagonismo como fuente de fondeo para los bancos privados, con un crecimiento promedio anual que pasó del 10% en 2018 a 19% en 2024, mientras la cartera de crédito está en desaceleración.
Sin embargo, esto representa un encarecimiento de los costos de fondeo, pues las tasas de interés de estos depósitos han aumentado a niveles significativos, explica el estudio de la Red.
"Las entidades están compitiendo por liquidez, esto se ve claramente reflejado en el crecimiento de las tasas de interés pasivas, llegando incluso a superar a las tasas de las cooperativas, en junio de 2024, por el objetivo de captar esos recursos", señala Rossana Bonilla, jefe de Investigación de la Red de Instituciones de Desarrollo (RFD) .
Bonilla añade que esto también responde a las medidas que ha tomado el Gobierno, como el Impuesto a la Salida de Divisas (ISD), que ha encarecido el financiamiento del exterior y hace que las entidades financieras tengan que fondearse de fuentes locales, pero "las tasas pasivas se vuelven un costo significativo en la operatividad".
Desde el 1 de febrero 2024, la exoneración del ISD no es extensiva a los bancos que cuenten con capital, constituido al menos por un 10% o más de capital privado.
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