Martes, 23 de abril de 2024

Menos de la mitad de las mujeres es titular de una cuenta bancaria

Autor:

Gabriela Coba

Actualizada:

7 Mar 2020 - 0:05

El 43% de las mujeres en Ecuador tiene su propia cuenta de banco, es un 17% menos en comparación con los hombres, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

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Autor: Gabriela Coba

Actualizada:

7 Mar 2020 - 0:05

En Ecuador, el 43% de mujeres tiene una cuenta bancaria, un 17% menos en comparación con los hombres. - Foto: Reuters

El 43% de las mujeres en Ecuador tiene su propia cuenta de banco, es un 17% menos en comparación con los hombres, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

La participación de las mujeres en el sistema bancario ha mejorado en los últimos años por dos factores: la integración femenina al sector productivo y el desarrollo de programas de inclusión en las entidades financieras.

Pero todavía muchas mujeres en Ecuador, y en el mundo, continúan fuera de la banca.

En parte esto se debe a la brecha laboral entre hombres y mujeres, a pesar de la mayor participacipación de estas últimas en las empresas y los emprendimientos.

En Latinoamérica el 10% de los hombres no tiene ingresos propios, mientras que la cifra sube a 29% en el caso de las mujeres. La situación se repite en Ecuador, donde el 34% de las mujeres no percibe ingresos.

La brecha laboral, sumada a los sesgos culturales y educacionales, hacen que la inequidad se traslade al sistema financiero.

"En el país, el 43% de mujeres tiene una cuenta bancaria, un 17% menos en comparación con los hombres", explica Matilde Mordt, representante de la Oficina del PNUD en Ecuador.

En esto coincide Cristina González, vicepresidenta de Riesgos de Banco Pichincha. "El 47% de nuestros clientes son mujeres, pero al analizar los volúmenes de los créditos y de los depósitos la participación se reduce al 42%", afirma.

Aumenta la inversión 

La banca ha cambiado su visión sobre la brecha de género, pasó de ser un problema a una oportunidad.

"La inclusión de las mujeres en el sistema financiero no se trata solo de un tema social, sino que responde a una lógica económica: las mujeres invierten mejor", sostiene Julio José Prado, presidente de la Asociación de Bancos de Ecuador (Asobanca).

Y así lo demuestran los números.

El 39% del total de la cartera de Banco Pichincha corresponde a créditos otorgados a las mujeres y el 44% de depósitos en el banco han sido realizados por este segmento de la población.

"Las mujeres son mejores pagadoras porque invierten mejor el dinero, lo hacen pensando en sus familias y sus negocios”, afirma González.

El potencial que tiene la inversión en las mujeres ha llevado a los bancos a obtener más liquidez para destinarla a este segmento de la población.

Para junio de 2020, el Banco Guayaquil lanzará junto con el Banco Interamericano de Desarrollo un proyecto de USD 50 millones para apoyar a las microempresarias y a las mujeres del sector rural.

"El 50% del capital tiene que estar dirigido a actividades microempresariales para mujeres de zonas rurales y emprendimientos de pequeñas y medianas empresas (mipymes)", explica Miguel Vareles, vicepresidente de Negocios especializados de Banco Guayaquil.

Citibank, en conjunto con la Corporación Internacional de Finanzas para el Desarrollo de Estados Unidos (DFC), traerá más de USD 500 millones para créditos direccionados a la equidad de género en Latinoamérica", dice Rocío Velarde, gerente general de Citibank en Ecuador.

Asunto de Estado 

Aunque la banca ha mejorado el acceso de los servicios y productos financieros para las mujeres, "aún existen grandes retos de inclusión financiera en el país", dice Fidel Durán, gerente general de Banco Solidario.

Durán considera que para lograr igualdad de género en la banca "es necesaria una política de inclusión financiera, más allá de las medidas de corto plazo, que han resultado ineficientes, como poner techos a las tasas de interés".

Pone como ejemplo a la Banca de Oportunidades de Colombia, que es un programa de crédito del gobierno para aquellas personas que no tienen acceso a los préstamos tradicionales.