Jueves, 25 de abril de 2024

Radar 'antinarcos' de Montecristi fue instalado al apuro y sin protección

Autor:

Arturo Torres

Actualizada:

4 Abr 2022 - 0:05

Son 16 oficiales y nueve aerotécnicos de la Fuerza Aérea Ecuatoriana los que enfrentan procesos disciplinarios por las fallas en el manejo de la seguridad del radar. Primicias accedió a información precisa de todas las negligencias.

Autor: Arturo Torres

Actualizada:

4 Abr 2022 - 0:05

Son 16 oficiales y nueve aerotécnicos de la Fuerza Aérea Ecuatoriana los que enfrentan procesos disciplinarios por las fallas en el manejo de la seguridad del radar. Primicias accedió a información precisa de todas las negligencias.

La 'misteriosa' explosión del tan anunciado radar que operó 11 días en el cerro de Montecristi, para el control antinarcóticos, se explica por una serie de fallas y negligencias.

Pese a que se trataba de un equipo estratégico para la lucha contra el narcotráfico, el área donde estaba el radar no tenía seguridad física, como mallas o concertinas, ni cámaras de videovigilancia, ni había iluminación.

El resultado es que a pocos días de haber sido instalado, el aparato fue destruido.

Un informe interno descarta que la explosión haya sido producida por fallas propias del equipo. Lo que confirmaría que el radar fue objeto de un atentado.

El aparato se instaló en el cerro de Montecristi, en la provincia de Manabí, y empezó a operar el 27 de octubre de 2021.

Fue ensamblado al apuro, sin contar con estudios de seguridad, ni planes de riesgo, ni la infraestructura mínima para protegerlo.

Solo había un grupo de uniformados para su vigilancia, las 24 horas del día.

Una alta vulnerabilidad que, al parecer, pudo ser aprovechada para concretar el atentado criminal que destruyó buena parte del equipo que hoy está inservible.

Como parte de la investigación, en febrero de 2022, la empresa española Indra, fabricante del radar, entregó su informe.

El reporte técnico de Indra revisado por PRIMICIAS descarta que la explosión se debiera a una falla mecánica o a un cortocircuito dentro del equipo.

Así se confirmaría que se trató de un atentado premeditado, que ahora es investigado por la Fiscalía.

El comandante de la FAE, Geovanny Espinel, confirmó el 1 de abril de 2022, que 16 oficiales y nueve aerotécnicos de la FAE enfrentan procesos disciplinarios por fallas en el manejo de la seguridad física, que no especificó.

No obstante, Primicias accedió a información precisa de todas las negligencias cometidas.

  1. Narcos libres en el aire

Los planes de la FAE para instalar el radar empezaron en mayo de 2021, luego de que el presidente Guillermo Lasso denunciara que la provincia costera de Manabí era un punto ciego de control antinarcóticos de Ecuador.

Para nadie era un secreto que desde hace años a Manabí entraban y salían avionetas dedicadas al tráfico de cocaína.

Tras la llegada del expresidente Rafael Correa al poder, en 2008, los viejos radares que monitoreaban el tráfico de avionetas, fueron reducidos a chatarra, aunque solo necesitaban reparaciones.

Para reemplazarlos, la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE) abrió un concurso para la adquisición de nuevos equipos y ganó una empresa china.

Los equipos provistos por la empresa china nunca funcionaron y, así, el país quedó ciego frente al narcotráfico por vía aérea hasta 2016.

Ese año empezaron a funcionar cuatro radares tridimensionales, dos centros de mando y control y un sistema de comunicaciones, adquiridos a la empresa española Indra Sistemas S.A., por USD 88 millones.

El contrato para la compra del sistema integrado fue firmado en noviembre de 2014 y tardó dos años en implementarse.

El 17 de agosto del 2021, el presidente Lasso firmó el Decreto 157, declarando a los cerros de Montecristi y San Isidro, en Manabí, como áreas reservadas militares de defensa.

Las Fuerzas Armadas, con la FAE como principal responsable, empezaron a ejecutar un plan para montar uno de los radares en la cima del cerro de Montecristi, en medio de la oposición de una turba que alegaba que habría un daño ambiental.

Frenético traslado desde Lumbaqui

El radar destinado al cerro de Montecristi no era nuevo. Las autoridades de la FAE decidieron que la mejor opción era trasladar a Manabí el radar LTR-20, de Indra, que operaba desde 2016 en Lumbaqui, provincia de Sucumbíos.

La petición de movilizar la máquina (oficio FA-BX-ACR-2021-058-R) se hizo el 15 de octubre y el traslado se hizo por vía terrestre el 19 de octubre de 2021, durante una sola jornada.

Su despliegue y puesta en marcha se concretaron entre el 22 y el 26 de octubre. Empezó a funcionar al día siguiente, lo que fue anunciado en la ceremonia de conmemoración de los 101 años de la Aviación Civil y Día de la FAE, por el comandante de esa rama, brigadier general Geovanny Espinel.

Once días después, el 7 de noviembre, ocurrió el atentado que sacó a la luz una serie de vulnerabilidades, así como la falta de protocolos y procedimientos técnicos de seguridad.

El radar marca Indra empezó a operar el 27 de octubre en el cerro de Montecristi, donde no se construyó ninguna seguridad física para proteger los equipos.

El radar marca Indra empezó a operar el 27 de octubre en el cerro de Montecristi, donde no se construyó ninguna seguridad física para proteger los equipos. FF.AA.

Protocolos que debieron implementarse antes de la operación del radar, según oficiales de Fuerzas Armadas consultados por PRIMICIAS bajo reserva de identidad.

Algunos de los problemas ya habían sido detectados durante la investigación de una comisión del Ministerio de Defensa, que concluyó a finales de diciembre de 2021.

La comisión llevó a cabo las pesquisas pese a que la FAE no le envió todos los informes requeridos o remitió documentos incompletos.

El siniestro también fue investigado por la Junta de Accidentes de la FAE.

 

Siete errores graves

Entre las principales anomalías halladas se destacan:

  1. El radar se trasladó en una sola jornada, aunque la orden de marcha disponía que se moviera en dos jornadas, es decir en dos días. El radar, valorado en USD 13 millones, fue transportado durante toda la tarde y la noche y llegó al amanecer a Montecristi, con el consiguiente riesgo de un accidente.
  2. El equipo se movilizó sin que se firmara una adenda al contrato principal, donde se estableció el lugar de funcionamiento y los sitios alternos de operación, entre los cuales no se contemplaba a Montecristi. Esto podría ocasionar la pérdida de las garantías de soporte técnico.
  3. Nadie hizo un estudio de seguridad del área específica donde se ubicó el radar en Montecristi, por lo cual tampoco se aplicó un plan coordinado con la Policía, ante el riesgo inminente de atentados, pues semanas atrás ya se habían presentado manifestaciones de rechazo por la instalación del radar.
  4. Por la premura y los sobresaltos en la instalación, entre el personal nadie sabía con claridad quién estaba al mando del radar. No había un comandante, solo uniformados encargados de la seguridad y operadores, cada grupo con un régimen administrativo diferente.
  5. La descoordinación trajo como consecuencia que no se levantara ninguna seguridad física para proteger al radar, como mallas y concertinas. Tampoco había iluminación, ni un sistema de cámaras de videovigilancia. No existía un sistema de comunicaciones entre el personal que controlaba el ingreso a la zona de seguridad y el área del radar.
  6. Durante el montaje, la antena del radar se colocó con una grúa mecánica, en contra de las recomendaciones y advertencias técnicas establecidas en protocolos para estos procedimientos.
  7. La guardia estaba tan mal estructurada que el mismo personal hacía dos turnos en la noche. Eso se debió a que la FAE no asignó suficientes uniformados ni recursos para vigilar la instalación.
El proceso de traslado del radar desde Lumbaqui y su instalación en el cerro de Montecristi, sin cumplir todos los protocolos de seguridad,  tuvo el consentimiento del comandante de la FAE, Geovanny Espinel.

El proceso de traslado del radar desde Lumbaqui y su instalación en el cerro de Montecristi, sin cumplir todos los protocolos de seguridad, tuvo el consentimiento del comandante de la FAE, Geovanny Espinel. 

El informe fue remitido al comandante de la FAE para que ordenara a la entidad pertinente el establecimiento de sanciones disciplinarias para los responsables, confirmó un alto oficial de esta rama.

PRIMICIAS conoció que se han establecido responsabilidades entre más de 25 uniformados, incluyendo oficiales y personal de tropa.

No obstante, la mayoría de ellos apeló las sanciones disciplinarias, alegando que durante la misión solo cumplieron órdenes superiores con el conocimiento del mando de la FAE. De hecho, todo el proceso fue supervisado por oficiales delegados por el Comandante de la FAE.

El 8 de marzo pedimos una entrevista con el comandante Espinel, para conocer su versión sobre las supuestas anomalías.

La Dirección de Comunicación de la FAE informó que la investigación y vocería estaban a cargo del Ministerio de Defensa, pero que actualmente para el monitoreo está funcionando otro radar provisional, que cubre el espacio aéreo de Manabí.

También pedimos una confirmación del Ministerio de Defensa sobre el avance del proceso, pues, según oficiales consultados, el caso debía pasar a conocimiento del jefe del Comando Conjunto, general Fabián Fuel.

Fuel debería establecer o descartar una eventual responsabilidad administrativa del Comandante de la FAE.

Hasta el cierre de esta edición no obtuvimos una respuesta.

Indra descarta desperfectos

Indra entregó a las Fuerzas Armadas el informe en que analiza las causas de la destrucción del radar. Está fechado 16 de febrero de 2022.

El estudio -según fuentes castrenses- destaca que el equipo destruido en Montecristi era parte del proyecto de adquisición, instalación y puesta en funcionamiento de cuatro radares tridimensionales y dos centros de mando y control y de una red de comunicaciones para el sistema de defensa.

 

Tras el atentado, los técnicos de la compañía realizaron una inspección de los daños, entre el 25 y 27 de enero.

El reporte, de 66 páginas, descarta que la explosión se haya debido a un malfuncionamiento, desperfecto o falla del sistema radar, o concretamente de la parte de la antena donde ocurrió el estallido.

"No existe en el grupo de antena ni en el resto del sistema ningún elemento susceptible de generar una explosión, ya que no contienen ningún dispositivo que presente peligro de estallido por sí mismo, incluso en caso de avería eléctrica o mecánica de alguno de ellos", dice.

Un cortocircuito solo podría haber provocado un pequeño incendio, pero nunca una explosión de esas dimensiones. Una avería mecánica grave tampoco produciría una explosión.

"No existe ningún elemento electrónico ni mecánico en el radar que en una situación normal o falla de estos, incluso sin mantenimiento adecuado, sea capaz de producir una explosión de esa magnitud", agrega el informe.

 

Un atentado

Por lo tanto, el estallido se debió, según fuentes cercanas a la investigación, a un atentado con un artefacto explosivo.

Las autoridades buscan establecer si se trató de un sabotaje interno o de un atentado con operadores externos.

Sobre este aspecto, Indra no se pronunció en su informe, ya que es un asunto que está bajo investigación en la Fiscalía.

Los daños comprometieron todo el radar. Afectaron los motores de Acimut, anillos deslizantes, cableado de la plataforma; hubo daños importantes en bomba de engrase, destrucción de los piñones y en los anillos de la espina.

La espina es la estructura que, además de proteger los equipos electrónicos, sustenta las antenas y gira sobre el pedestal.

La explosión de un dispositivo ajeno al radar causó daños en los principales dispositivos. Un informe de Indra descartó que el estallido se produjo por fallas en el aparato.

La explosión de un dispositivo ajeno al radar causó daños en los principales dispositivos. Un informe de Indra descartó que el estallido se produjo por fallas en el aparato. 

El viernes 1 de abril, el Ministerio de Defensa convocó a una rueda de prensa en la que su titular, Luis Hernández, no se refirió a la etapa en la que se encuentra investigación interna.

Pero tanto el ministro Hernández como el general Espinel ratificaron que la explosión no se debió a fallas del radar, sino a un "elemento externo".