Cómo los héroes olímpicos de hace 25 siglos, los actuales ídolos del fútbol gozan de una fama planetaria y de un cariño que ningún político, estrella de cine, inventor, empresario logran conquistar.
Hay muchos problemas en el mundo, pero todos quieren ver el fútbol, pues en nuestros países tercermundistas la mayoría se siente identificada con estos jóvenes honestos y disciplinados que con unos políticos mañosos y codiciosos.
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