Jueves, 25 de abril de 2024

Autor:

Carolina Mella

Actualizada:

10 Nov 2021 - 0:05

Leylah Fernández: "Mi mayor victoria es ver a la gente divertirse con mi juego"

Leylah Fernández sabía que quería ser deportista desde niña, pero el camino estaba hecho para ser futbolista hasta que cogió su primera raqueta de tenis y participó en su primer torneo a los ocho años. En entrevista con PRIMICIAS, la joven tenista de descendencia ecuatoriana, habla de los sacrificios que ha hecho para estar entre las mejores 30 del mundo, a los 19 años.

Autor: Carolina Mella

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10 Nov 2021 - 0:05

Las tenistas Leylah y Bianca Fernández junto a su padre, el guayaquileño, Jorge Fernández. Guayaquil, 29 de octubre de 2021. - Foto: Carolina Mella

Leylah Fernández sabía que quería ser deportista desde niña, pero el camino estaba hecho para ser futbolista hasta que cogió su primera raqueta de tenis y participó en su primer torneo a los ocho años. En entrevista con PRIMICIAS, la joven tenista de descendencia ecuatoriana, habla de los sacrificios que ha hecho para estar entre las mejores 30 del mundo, a los 19 años.

Leylah Fernández nació en Canadá (2002), su madre tiene ascendencia de Filipinas y su padre es guayaquileño, así que en Ecuador, sus triunfos y derrotas en el tenis se han empezado a sentir como “nuestros”.

Llama la atención a primera vista. La mezcla de sus raíces le dan un brillo exótico y único. De estatura mediana, cabello ensortijado y piel canela.

Su carrera todavía no tiene tanto recorrido pero ya comienza a coleccionar triunfos y experiencia. Con tan solo 19 años, ganó Roland Garros en la modalidad junior​ y fue finalista en el Abierto Juvenil de Australia.

Su última competencia fue en el Abierto de los Estados Unidos (US Open), donde a pesar de no haber ganado, ya hizo historia. Avanzó hasta la final derrotando a grandes jugadoras como Naomi Osaka, la alemana Angelique Kerber y la ucraniana Elina Svitolina. 

Actualmente se ubica en el puesto 24 del ranking de la WTA, un eslabón que no fue sencillo alcanzar. Los sacrificios que hizo su familia y el plazo que le impuso su padre para decidir si lo que quiere en la vida es ser una tenista profesional fueron determinantes para ser quien es ahora.

Vino al Ecuador a visitar a sus abuelos. Dice que se siente en casa y es un lugar donde espera vivir algún día. En entrevista con PRIMICIAS, habla junto a su hermana, la también tenista Bianca Fernández, sobre sus aspiraciones y sueños en el tenis.

Las comparan con las hermanas Williams ¿qué sienten cuando escuchan eso?

Es un honor porque recuerdo a Serena y Venus Williams jugando dobles, haciendo cosas increíbles, ganando Grand Slams juntas. Estoy muy contenta que nos comparen con ellas pero al mismo tiempo tengo la meta de ser mejor que ellas. Quiero que las hermanas Fernández sean las mejores del mundo y que ganemos todos los torneos juntas.

¿Entrenan juntas?

Leylah: Sí, y cada una empuja a la otra en ser mejor. 

Bianca: En la pista Leylah y yo nunca nos dejamos escapar. Siempre vamos al 100 por ciento y cuando estamos fuera de la pista regresamos a lo normal, a los chistes, a estar cerca. Pero en la pista siempre estamos como si estuviésemos compitiendo. A veces se pone feo.

Feo, ¿cómo?

Leylah: Por conseguir puntos (ríen). Mi hermana y yo siempre queremos ganar. Si hacemos un tie-break hasta 10 y yo gano, ella se enoja, y si ella gana, yo me enojo. 

Bianca: Se pone feo porque nos conocemos tan bien en la pista, las debilidades y fortalezas y eso nos empuja a encontrar otras soluciones. Hay momentos en los que ella me hace su ‘dejada’ famosa, y después me hace un globo encima de mi cabeza y empieza a reírse. Eso es típico en nuestra práctica. 

Lo que yo hago es una 'dejada', ella entra en la red, pero yo no hago el globo y a veces la golpeo en el pecho, y entonces se pone feo porque ella comienza a frustrarse conmigo, sabiendo muy bien que podría hacer un passing shot, pero en lugar de eso decidí golpearla. 

Leylah: Pero lo hace con mucho amor (Ríen).

¿Qué has tenido que sacrificar para llegar hasta aquí?

He tenido que hacer muchos sacrificios, como no celebrar cumpleaños con mi familia, mis amigas. Sacrifiqué mucho tiempo para entrenar, lo hice con una sonrisa, pero hubo días en los que quería pasar tiempo con mi hermana, ir de compras, hacer cosas de niñas.

Mis padres también tuvieron que sacrificarse mucho. Mi mamá se tuvo que mudar a California a trabajar, vivió ahí tres años sola. Mientras nosotras nos quedamos con mi papá en Canadá. Y eso fue muy duro, porque como niña, necesitaba a mi mamá. 

Ella trabajaba allá para ayudarnos en el tenis, teníamos que encontrar maneras para viajar y jugar torneos, y la única forma de poder hacerlo fue que mi mamá vaya a trabajar en California, fue duro pero nos ayudó mucho, después de eso nos mudamos todos a Florida. 

Ahora estamos juntos y pasamos bien, pero después de muchas derrotas difíciles en el camino para subir hasta el top 100. Cuando finalmente entré al top 100, fue más difícil porque los torneos eran más grandes y ya jugaba inmediatamente con las diez mejores jugadoras. 

Era complicado, perdía más, tenía que aprender más y entrenar más. El camino para llegar hasta la final del US Open fue muy difícil, muchas lágrimas, muchos dolores en el cuerpo pero ha sido un buen sacrificio.

Cuando pienso en mi aventura en mi camino, pienso en que lo estoy haciendo bien y espero que los niños y las niñas que quieren jugar al tenis o ser deportistas lo hagan con una sonrisa. No importa si las cosas se ponen mal, pueden luchar y pasar hasta el siguiente nivel con trabajo.

Leylah Fernández

¿Qué recuerdas de ese momento cuando llegaste al top 100?

Fue emocionante, porque a finales de 2019 hice un trato con mi papá. Yo estaba en el puesto 250 del ranking, muy lejos del 100, y estaba acabando el colegio y podía recibir becas en las universidades, tenía opciones pero significaba dejar el tenis y dejar mi sueños de ser profesional. 

Entonces mi padre me dijo que tenía un año para llegar al top 100. Si no lo lograba debía ir a la universidad. Desde ese momento comencé a trabajar más fuerte, miraba el ranking para saber dónde estaba, no pensaba solamente en ganar el torneo sino ganar las rondas para ganar los puntos. Finalmente cuando llegué al top 100 sonreí tanto, llamé a mi papá y le dije: soy top 100 ahora ya no necesito la universidad. 

Ahora estoy en el top 30, pero estoy siguiendo cursos de la universidad en línea, para continuar con la educación, eso es importante para mi y mi familia. También trato de desconectar mi mente del tenis haciendo deberes y si no, miro películas, porque es una forma de mantener el equilibrio.

El deporte siempre es de mucha presión, cuando estás en la cancha dejas ver que te diviertes, alientas a la gente. ¿Cómo vives esa experiencia en donde puedes ganarlo todo, pero también lo puedes perder?

Es un honor tener presión, jugar con eso. Cada vez que entro a la cancha de tenis trato de pensar que es un deporte para jugar, no es un trabajo. 

Estoy ahí para divertirme con una sonrisa, ser todo lo que pueda para ganar, pero también me detengo a pensar que estoy logrando mi sueño, es lo que quería desde pequeña, jugar delante de la gente, poner un show frente a ellos, hacer magia en la cancha de tenis. Si gano o pierdo, pero puedo ver a la gente divertirse es la mejor victoria para mi. 

¿Crees que ser zurda ha sido una ventaja para ti?

Personalmente no creo, pero hay entrenadores que dicen que sí es una ventaja, porque puedo atacar más el revés, tengo los ángulos que las otras jugadoras no tienen. Pero yo creo que es normal, no debo cambiar algo en el entrenamiento como zurda. 

Te refieres a tu padre como tu principal entrenador, pero él es un entrenador de fútbol ¿Cómo se combinó eso con el tenis?

Es una buena historia. Regresé de un torneo pero no lo hice bien. Él como padre se preocupó y me pidió opinión sobre los entrenadores, pero yo me sentía cansada. 

Él me hizo una pregunta importante “¿me crees?” y le dije que sí, al 100 por ciento. Y me dijo, “está bien, te voy a ayudar con tu deporte”. Y desde ese momento empezó a estudiar al tenis para enseñarme el aspecto técnico, pero también el mental y físico. Él hizo todo para ayudarnos a mi hermana y a mí para ser unas profesionales. Él siempre está ahí.

Yo empecé con el fútbol, porque veía a mi papá jugar o entrenar, pero él me puso en la mente, que yo debía hacer lo que me apasionara a mí.

Leylah Fernández

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