Cinco asesinatos de políticos que sacudieron América Latina

El 18 de agosto de 1989, fue asesinado el colombiano Luis Carlos Galán, candidato presidencial, justo antes de empezar su discurso, en un evento en una localidad de Cundinamarca. El dirigente liberal defendía la extradición de los narcotraficantes y, según las encuestas del momento, tenía todas las posibilidades de llegar a la Casa de Nariño. Sin embargo, los grupos y capos vinculados a los carteles de la droga lo impidieron. Galán fue abatido por varias ráfagas de una ametralladora. Pese a que lo trasladaron de urgencia a Bogotá, no sobrevivió. Ese era el segundo intento de asesinarlo, el primero fue apenas dos semanas antes. La muerte de Galán significó un punto de inflexión en la lucha del Estado colombiano contra el narcotráfico y de la ciudadanía contra la clase política. Como responsables del crimen no solo estuvieron el cartel de Medellín, sino también funcionarios de las fuerzas del orden y políticos. En 2016 el crimen fue declarado de lesa humanidad.

El 17 de febrero del 1999 el diputado ecuatoriano Jaime Hurtado fue asesinado a tiros en pleno centro de Quito, cerca del entonces Congreso Nacional. En medio del ataque también perdieron la vida su sobrino y su guardaespaldas. Los asesinos escaparon en un vehículo Suzuki Forsa Y, a pocas cuadras de distancia, en el Hospital Eugenio Espejo, se confirmó momentos después la muerte del líder del entonces Movimiento Popular Democrático. Tres de los cuatro implicados fueron detenidos y un cuarto que murió a manos de la Policía durante un supuesto enfrentamiento. Los detenidos acusaron a las autoridades de ocultar la verdad y dar versiones incompletas de sus testimonios. Nunca se confirmó el motivo del asesinato. Sus coidearios siguen exigiendo justicia y su familia, la desclasificación de los documentos del caso.

El 24 de marzo de 1994, un ataque cobró la vida del mexicano Luis Donaldo Colosio, candidato presidencial por el PRI, que llevaba la delantera en las elecciones. Después de un evento de campaña en una colonia de Tijuana, Colosio intentaba regresar a su vehículo en medio de la multitud que mostraba su creciente popularidad. Fue entonces que un sujeto se acercó, pasando el círculo de seguridad, y le disparó dos veces con un revólver. Un tiro le dio cerca de la oreja y el otro en el abdomen. El candidato no sobrevivió al ataque. Hubo un joven de 23 años detenido en el lugar, pero nunca se determinaron los motivos del crimen o al autor intelectual. En 2000 el caso fue cerrado, señalando a Mario Aburto como el único culpable. Pero en 2022 la Fiscalía reabrió la investigación. Después de este crimen, declarado como el primer magnicidio de la historia reciente de México, siguieron una serie de otros asesinatos políticos y hay quienes marcan el episodio como el inicio del camino de violencia en el que sigue sumido el país azteca.

El 14 de marzo de 2018, Río de Janeiro fue sacudido por el asesinato de Marielle Francisco da Silva, más conocida como Marielle Franco. Ella era concejala de la ciudad reconocida por su activismo feminista y de derechos humanos, concretamente de las mujeres negras. Al menos dos autos la esperaron en la puerta del local donde participaba de su última actividad política del día, la siguieron durante cuatro kilómetros, le cerraron el camino y dispararon una ráfaga de trece tiros, con armas 9 milímetros. Cuatro acertaron a la cabeza y el cuello de Franco, otros tres mataron por la espalda al chofer. Y los sicarios escaparon. Las municiones eran parte de un lote comprado por la Policía Federal. Cinco años después el crimen sigue en la impunidad.

El 7 de julio de 2021, Jovenel Moïse, presidente de Haití, fue asesinado el presidente de Haití en su casa, en Puerto Príncipe, por un grupo de 26 supuestos mercenarios entre locales y extranjeros. El ataque fue planificado y extremadamente violento, los perpetradores utilizaron armas de fuego largas y equipos tácticos. Pero, aunque la mayoría fueron detenidos, dos años después las investigaciones no han arrojado resultados. Desde ese entonces, la situación de Haití solo ha empeorado, la inseguridad, la pobreza y la crisis política siguen en aumento.