Jueves, 18 de abril de 2024

"80 millones de niños dependen de la alimentación escolar"

Autor:

Thalíe Ponce

Actualizada:

26 Oct 2020 - 0:05

Carmen Burbano alimentación escolar PMA

Autor: Thalíe Ponce

Actualizada:

26 Oct 2020 - 0:05

La ecuatoriana Carmen Burbano de Lara es directora de la División de Alimentación Escolar del PMA desde 2018. - Foto: Cortesía

Carmen Burbano de Lara es directora de Alimentación Escolar del Programa Mundial de Alimentación (PMA) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En entrevista con PRIMICIAS, habla sobre el impacto de la pandemia en la educación de los niños y niñas, su alimentación y su relación con otros problemas sociales.

Que el Programa Mundial de Alimentación (PMA) haya obtenido el Premio Nobel de la Paz este 2020 puso el tema de la alimentación en el debate social a nivel internacional. Para Carmen Burbano de Lara, quiteña que dirige la división escolar del PMA desde Roma (Italia), el galardón sirve para resaltar que la paz y el hambre están íntimamente relacionados. “Mientras haya conflicto, habrá hambre”, dice.

Así, en pleno 2020, cuando el mundo entero vive una crisis derivada de la pandemia de Covid-19, resulta fundamental mantener vigente la conversación sobre la alimentación, desde diferentes enfoques. ¿Qué pasa, por ejemplo, con los niños que dependían de la alimentación escolar para nutrirse debido a su situación de pobreza? En entrevista con PRIMICIAS, Burbano de Lara explica las consecuencias de esta emergencia global para ellos, sus familias y su futuro.

¿Cuáles han sido los principales efectos de la pandemia en los niños en el mundo?

El cierre de las escuelas ha impactado el acceso que tienen a la educación en muchos países y Ecuador no es una excepción. El aprendizaje online es restringido, sobre todo para las familias que viven en pobreza.

Esto ha afectado a los estudiantes en su acceso a servicios como nutrición, alimentación escolar, salud, algunos de los cuales se proporcionan a través de las escuelas. Desde el PMA calculamos que 370 millones de niños perdieron acceso a sus alimentos por no estar en la escuela.

Muchos niños acceden a la protección a través de la escuela, por ejemplo contra la violencia familiar y matrimonios y embarazos tempranos. Hay una preocupación muy grande sobre estos temas y sobre el gran retraso que van a tener en su educación.

¿Quiénes han sido los más afectados?

En casi todos los países se afectó el acceso a alimentos de los niños porque en el pico de la pandemia casi el 90 % de los sistemas escolares a nivel mundial cerró. El 90 % de los escolares en el mundo, unos 1.600 millones, se fueron a sus casas.

Pero lo que más nos preocupa son los niños que estaban recibiendo alimentos y que viven en países en desarrollo y, dentro de esos países, aquellos en situación de extrema pobreza y de hambre. Estamos especialmente preocupados por unos 80 millones de niños, para quienes los alimentos que reciben en las escuelas son lo único que comen al día.

La pérdida de esos programas es catastrófica, para los niños y sus familias.

Se trata de familias que ya tenían un problema de inseguridad alimentaria y que contaban con estos programas. Con el cierre de las escuelas y la falta de acceso estamos viendo que los hogares recurren a estrategias de crisis.

Por ejemplo, poner a los niños a trabajar o vender enseres o animales. Las familias en áreas rurales o en algunas culturas buscan casar a sus hijas muy temprano para desembarazarse de un miembro de la familia o de un problema. Hay muchos peligros a los que los niños están expuestos por la desesperación.

¿Qué otros peligros se derivan de esto?

Es gravísimo. Los niños que empiezan a trabajar generalmente son expuestos a trabajos muy riesgosos, incluso para su salud. En muchos países estos niños se encuentran en los basureros buscando cosas, vendiendo en las calles. Y ya están con un estado de salud y con una desnutrición importante. Todo eso va marcando sus vidas y las posibilidades de que regresen a la escuela aún cuando se vuelvan a abrir.

Calculamos que 24 millones de niños a nivel mundial no volverán nunca a la escuela por la pandemia. Son niños cuyos padres empiezan a contar ya con su ingreso y tienen otros planes para ellos. La mayoría son niñas, lo que es peor, porque su futuro se ve afectado para siempre.

Estamos viendo múltiples violaciones de derechos y nos preocupa que una generación entera de niños no puedan recuperarse nunca de esta crisis por la pérdida de la educación y la pérdida de años escolares. Esto va a retumbar el resto de sus vidas.

Para los que vuelvan a las aulas, ¿qué efectos tendrá el haber tenido tantos meses una alimentación deficiente?

Los niños que tienen un acceso bastante irregular a la alimentación sufren principalmente anemia, una deficiencia de hierro en la sangre que tiene efectos importantes en su capacidad para concentrarse, para razonar y otras funciones mentales.

La anemia en los escolares es muy grave, porque podemos invertir en educación pero si el niño está anémico, si tiene poca energía y no está recibiendo lo que necesita, su capacidad para aprender es muy limitada. Las posibilidades de que los niños que dejan de recibir apoyo alimenticio en las escuelas caigan en anemia, empiecen a bajar de peso y se afecte su estado nutricional, son enormes.

También se ve afectada su salud, su estado emocional y psicológico. Más aún para los niños y niñas que están expuestos a otro tipo de violencia. Ellos se van a ver marcados de por vida.

¿Cómo se analizan esos datos con perspectiva de género?

Se puede y se debe tener un enfoque de género. Las niñas tienen necesidades específicas que deben ser entendidas por los gobiernos para prevenir que dejen las escuelas. Esas necesidades aumentan a medida que suben de edad, en la adolescencia.

En muchos casos no tienen acceso a baños privados, no tienen acceso a agua, a toallas sanitarias. Esas niñas en etapa adolescente también tienen necesidades específicas nutricionales y de salud. Necesitan más nutrientes y más hierro, porque empiezan a perderlo todos los meses, entonces vemos niveles muy altos de anemia en adolescentes, sobre todo mujeres.

También observamos que conforme la niña va creciendo, va desertando. Por eso se necesitan programas específicos con un enfoque de género. Con el PMA junto a Unicef y el Unfpa estamos trabajando en varios países para diseñar programas de nutrición y de salud enfocados en las niñas.

Eso incluye el tema de salud sexual y reproductiva, la disponibilidad de toallas sanitarias en las escuelas, de baños y de agua segura. Y si se necesita, también incentivos monetarios para que los hogares se comprometan a mantener a las niñas en las escuelas.

¿Qué respuesta han visto de parte de los estados? ¿Qué hace falta?

Hay un mayor interés y una conciencia mundial de la importancia de garantizar equidad en el acceso a la educación. Desde el 2000 hasta acá hemos llegado casi a una paridad internacional de matrícula escolar de niños y niñas, sobre todo a nivel primario. Pero en el nivel secundario vemos las mayores tasas de deserción de niñas.

Esa es una agenda pendiente a nivel mundial, sobre todo en ciertos países, ya sea por un tema cultural, económico o de conflicto, o por esas cosas combinadas.

Si no es por el tema de derechos, que mueve a muchos gobiernos, el tema económico es importante.

El acceso a educación de las niñas significa luego una fuerza productiva mayor, esas mujeres educadas, después, rinden igual o más que los varones educados. Además, una mujer educada que se convierte en madre tiene niños mejor nutridos. A mayor educación de la mujer, mayores son las posibilidades de evitar que la siguiente generación caiga en la desnutrición y la pobreza.

Se puede romper un círculo vicioso en una generación simplemente garantizando que más niñas accedan a la escuela. Ahora hay más conciencia sobre esto. Lo que falta tal vez son herramientas prácticas sobre cómo poner en marcha programas y sistemas de asistencia con enfoque de género.