Desarrollar una vacuna universal contra el cáncer ha sido uno de los objetivos de los científicos en los últimos 30 años. Y no es fácil, porque cada célula cancerosa implica diferentes mutaciones.
Con el Covid-19, las vacunas se volvieron ‘moda’ y una exigencia de salud pública. Lo que pocos conocen es que ya hay dos sueros capaces de prevenir el cáncer.
Son fármacos que atacan dos tipos de virus: la hepatitis B, que puede desencadenar el cáncer de hígado, o el virus del papiloma humano, que causa cáncer cervical.
Pero la mayoría de los tipos de cáncer no son virus. De allí lo complicado que ha sido para la ciencia desarrollar una vacuna universal contra una enfermedad que mata 10 millones de personas al año, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Y por el momento “no habrá una vacuna para todos los tipos de cáncer”, explica el oncólogo Guillermo Paulson, miembro del Consejo Directivo de SOLCA en Guayaquil.
Según Paulson, ni el Covid-19 tiene una sola vacuna, hay más de 300 tratamientos que se experimentan y que saldrán al mercado en algún momento.
En el caso del cáncer, el avance y agresividad de la enfermedad dependen de las mutaciones del ADN de una persona. “Son varias mutaciones a lo largo del tiempo que determina que una célula normal se vuelva cancerosa”.
¿Cuáles son las opciones actuales?
Desde hace poco más de cinco años, el mundo científico ya recurre a las terapias inmunológicas o inmunoterapia para luchar contra el cáncer.
“Por lo general, una célula cancerosa produce una sustancia que inhibe al sistema inmunitario y con estos medicamentos se ataca al inhibidor”, explica Paulson, quien agrega que estos tratamientos ya se emplean en SOLCA.
Gracias a estos fármacos inmunológicos, según Paulson, el organismo se libera y puede luchar contra el cáncer, pero no funciona de igual manera contra todos los tumores. Hay mejores pronósticos en personas con cáncer de riñón, pulmón o melanoma.
“A veces los pacientes responden muy bien, pero luego la enfermedad regresa, y esto ocurre porque las células cancerosas son muy activas y se defienden”, dice el oncólogo.
A William Coley se los considera el padre de la inmunoterapia contra el cáncer, porque fue el primero que dedujo que los pacientes podrían ser tratados con fármacos que estimulen el sistema inmune.
Pero estos medicamentos se usan como tratamiento de un cáncer ya existente, y no como prevención.
También hay otras terapias inmunológicas más avanzadas, como la llamada CAR-T, en la que se crean células inmunes genéticamente modificadas.
“Son células cancerosas que se mezclan con la sangre del paciente, se las activan y se las vuelve a inyectar en el organismo”, expresa Paulson.
Son tratamientos costosos y no se emplean en Ecuador. Cada uno puede costar entre USD 300.000 y USD 400.000 por paciente, y se requiere uno por año.
Nuevos desarrollos
El 6 de junio de 2022, un equipo del Instituto Wyss, de la Universidad de Harvard, y del Instituto del Cáncer Dana-Farber, aseguró que desarrollaron la primera vacuna que podría funcionar como un antídoto universal contra la enfermedad.
Pero hasta el momento solo ha sido probada en ratones, a los que se les inyectó el suero luego de extirparle tumores de piel y de mama. La vacuna desencadena la producción de anticuerpos que bloquean una serie de proteínas de los tumores, permitiendo al organismo defenderse.
Según Dave Mooney, miembro del Instituto Wyss y coautor del estudio publicado en The Nature, el fármaco tiene un potencial grande para tratar a diversos tipos de cáncer, porque fusiona conocimientos de inmunología con nuevas tecnologías.
Otro desarrollo que abre esperanzas es un ensayo hecho en 12 personas con cáncer de colon, quienes respondieron con éxito a un fármaco de Glaxo. El medicamento expone las células cancerosas y facilita que el sistema inmune pueda identificarlas y destruirlas.
En mucho de los casos, Paulson advierte que estas terapias y medicamentos no son nuevos, “están en investigaciones por mucho tiempo y hay miles de estudios con diversas proteínas y sustancias, pero son aún ensayos”.
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