En sus Marcas Listos Fuego
Los valientes están solos
PhD en Derecho Penal; máster en Creación Literaria; máster en Argumentación Jurídica. Abogado litigante, escritor y catedrático universitario.
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Los valientes están solos. Es el título de la novela con la que Roberto Saviano cuenta la historia de Giovanni Falcone, el juez italiano que fue asesinado el 23 de mayo de 1992 por la Cosa Nostra.
¿Siguen solos los valientes? Hoy les traigo una historia que indigna y da asco, que nos permite entender por qué en este país cada vez son menos los jueces que se juegan por su patria.
Los jueces anticorrupción empezaron con bombos y platillos, con cooperación internacional y férreo apoyo institucional. La idea era brillante: jueces especializados que nos ayuden a combatir el crimen organizado.
Pero poco a poco el agua tomó su cauce normal y, con la historia que hoy les narraré, descubrirán que Ecuador está podrido desde siempre y para siempre. Más valdría desaparecerlo.
Su nombre es Carlos Patricio Serrano Lucero, quien por su propio esfuerzo llegó a ser uno de los jueces anticorrupción más jóvenes. PhD en Derecho Penal, de honestidad a prueba de fuego, quien eligió renunciar a la paz de su vida para servir a su país en guerra. Hasta que se dio de cara contra su país, cuando descubrió que éste tiene capataces, que la Función Judicial independiente es una quimera.
La historia empieza el 30 de septiembre de 2025, cuando se colocó un coche bomba en la parte posterior del Complejo Judicial Norte, a pocos metros de los despachos de los jueces anticorrupción, lo que debería haber acarreado que se refuerce su seguridad, pero no.
En esos días, cayó en manos de Carlos un caso de lavado de activos de una peligrosa organización internacional y, previo a dar la decisión, fue víctima de una serie de extraños movimientos de un alto funcionario del Consejo de la Judicatura, al más puro estilo de Wilson Navarrete en la oscura era de Gustavo Jalkh: le solicitaron reunirse con personas extrañas fuera de su lugar de trabajo y, al negarse, le transmitieron un mensaje: “prestar especial atención a la defensa del extranjero”, es decir, entre líneas pedían su absolución.
Carlos se dio cuenta que los tentáculos del crimen ya se habían apoderado del Consejo de la Judicatura, por lo que decidió grabarlo todo (sí, está todo grabado).
Carlos en la audiencia de juzgamiento hizo lo que debía hacer: dejó que las pruebas sean su única brújula y, cuando el fiscal del caso demostró hasta la saciedad la culpabilidad del procesado, junto a otro de sus compañeros jueces, Christian Fierro, lo condenaron, dejando claro que los jueces independientes no reciben más ordenes que aquellas que les imparte su conciencia y la ley.
Al momento de dar su decisión, el condenado se pasó el dedo por el cuello dejando un claro mensaje de muerte a los jueces. Este gesto quedó grabado en video.
Inmediatamente, Carlos lo puso en conocimiento de las autoridades para que reforzaran su seguridad. ¿Pero qué creen? En Ecuador, cuando un juez independiente, valiente, honesto y preparado desobedece, vive un infierno.
Ocurrió lo contrario. El 02 de diciembre de 2025 le quitaron la seguridad. Al mismo tiempo, el Consejo de la Judicatura suspendió a su compañero Christian Fierro por “demorarse en tramitar el proceso Triple A”. El mensaje está claro.
El 04 de diciembre de 2025 Carlos hizo lo humanamente exigible: presentó su renuncia, pues no sería ni un esbirro ni una víctima del poder. ¿Y qué creen? Hasta la fecha no la aceptan. El Consejo de la Judicatura quiere obligarle a ser parte del Tribunal en el caso Triple A el 24 de diciembre, le dan la oportunidad de reivindicarse.
Y como los valientes están solos y los idiotas cada vez son más idiotas, aquí nadie entendió que Carlos no se baja los pantalones, no agacha la cabeza y no se arrodilla ante el poder. No obedeció a la primera, cuando le pedían que libere a un criminal. ¿Creen que la segunda es la vencida?
Carlos es el ejemplo del juez ecuatoriano honesto: ya ningún honesto quiere ser juez.
Cada vez quedan menos valientes y la sociedad cada vez es más ciega. Y luego claman por justicia…animalitos.
Miren, si la historia de Carlos no nos abre los ojos, ya no hay esperanza, y si ya no hay esperanza, pues es momento de rendirnos y entregarle el país al crimen organizado.
Los valientes están solos. Siempre han estado solos y en Ecuador ya no vale la pena ser valiente. ¿Alguna vez valió la pena?
Aquí tienen, Fiscalía General del Estado, su notitia criminis. Ahora, de oficio, abran la investigación. Tengan, les entrego la llaga. ¿Listos para encontrar el pus?