El Chef de la Política
Una legislatura favorable al gobierno es solamente un medio, no un fin

Politólogo, profesor de la Universidad San Francisco de Quito, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip)
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Luego de ganar la presidencial, el siguiente reto político de Noboa es conseguir una legislatura afín. Se sabe que la mayoría oficialista estaría cerca, aunque no las herramientas utilizadas para obtenerla. Sin embargo, eso no pasa de ser un mero detalle pues no es necesaria mayor agudeza para intuir por donde pueden venir las motivaciones.
Lo que sí es importante conocer es la agenda política que tienen preparada en Carondelet para el trabajo en la Asamblea Nacional. Obtener la presidencia de la legislatura o la jefatura de las principales comisiones no es por sí mismo un fin. Ahí simplemente están los medios para operar políticamente.
Si el gobierno insiste, por ejemplo, en la idea de convocar a una Asamblea Constituyente, quizás la mayoría legislativa que se pueda obtener en estos días sirva solamente para procesar temas puntuales que permitan apalancar el esfuerzo que implica hacer una nueva carta política.
Si esto es así, no hay necesidad de poner tanto empeño en capturar más allá de los votos estrictamente necesarios para que la Asamblea Nacional pueda funcionar en cuestiones básicas. Peor aún si entre los planes del gobierno está clausurar el Poder Legislativo y otorgar plenas facultades a los constituyentes. Ya ocurrió esto en Montecristi y no habría mayores razones para pensar que no podría volver a pasar.
Pero si Noboa deja de lado la idea de una Asamblea Constituyente, como desde diferentes sectores sociales se le ha sugerido, y toma la opción de recurrir a la legislatura para proponer reformas constitucionales específicas, entonces la mayoría en construcción asume una connotación distinta.
En ese caso importará también el número de voluntades que ofrecerán su respaldo al gobierno. No es lo mismo pensar en acuerdos puntuales y en un mínimo grupo de legisladores dispuestos a poner en marcha a la Asamblea Nacional que construir una gran coalición que permita aprobar una serie de cambios con profundo trasfondo no solo en lo político sino fundamentalmente en lo económico.
En dicho escenario, no basta con los votos de PSC, los independientes e incluso una parte de Pachakutik. A esas adhesiones el gobierno deberá agregar varios legisladores de la RC. Aunque se dice que ya algunos asambleístas de esa bancada han sucumbido ante las delicias del poder, ADN requerirá más apoyos desde ese sector. Si un acuerdo público entre ambas tiendas políticas luce poco probable, entonces la tarea de los operadores políticos de Carondelet debe orientarse a capturar sobre la marcha más disidencias de RC.
Esa misión no es tan simple como parece pues, a pesar de lo que se pueda ofrecer por parte del gobierno, cada legislador valorará previamente los costos que implicaría abandonar esa bancada. Esa no es una cuestión menor pues ahí entrará en juego no solo la capacidad de disciplinar que tenga la dirigencia de RC sino también las verdades inconfesables de los legisladores disidentes que podrían salir a la luz.
A lo dicho habrá que agregar otro tipo de variables del entorno social que Noboa deberá tomar en cuenta para que el tipo de Asamblea Nacional que desea tener de su lado le sea políticamente rentable. En ese plano, la popularidad del presidente será determinante para que los legisladores que se describan como oficialistas a partir del 24 de mayo le sean más o menos leales. Si la aceptación popular de Noboa se mantiene en niveles razonables, la mayoría que alcance para la instalación de la Asamblea Nacional no solo se mantendrá firme, sino que podría ir incrementándose con el paso de los meses.
Para ello hará falta una política social que se ponga en marcha de inmediato y que se preocupe de sectores clave, como el de salud o educación, que no han sido precisamente los referentes del gobierno transitorio que está por concluir.
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Como se ve, el tipo de mayoría legislativa que requerirá Noboa para iniciar su gobierno está concatenado con la decisión que asuma respecto a la convocatoria o no a una Asamblea Constituyente. Esa definición debería ser la base a partir de la que las negociaciones en la legislatura se verifiquen. Da la impresión de que ese no es el orden de prioridades que el gobierno ha establecido, sino el contrario.
Primero valorar los apoyos que reciban desde la Asamblea Nacional y en función de ese parámetro tomar la decisión sobre la vía que asumirán los cambios constitucionales. Aunque en ocasiones el orden de los factores no altera el resultado, en este caso carecer de un guion político previo puede ser un salto al vacío. Tener una legislatura favorable al gobierno no es un fin, solamente un medio.