El Chef de la Política
Capturar más poder, la prioridad del gobierno

Politólogo, profesor de la Universidad San Francisco de Quito, analista político y Director de "Pescadito Editoriales"
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Si de establecer prioridades se trata, el gobierno ha marcado la que ahora mismo eclipsa a todas las demás: capturar más poder político.
La ilegítima decisión asumida por la mayoría oficialista en la Asamblea Nacional hace pocos días, cuando dejó sin efecto la terna enviada por la anterior legislatura para integrar el Consejo de la Judicatura, es solo una muestra de lo dicho. Lo allí ocurrido refleja un rasgo adicional de las intenciones del gobierno: no solo es el apetito de mayor influencia política lo que les mueve sino la ausencia de límites. Legalidad y constitucionalidad no son obstáculos en las ambiciones de Carondelet y hay que decirlo. El hecho de que pasar por alto la ley sea pan de todos los días desde el lejano 1830 no quiere decir que lo que ahora mismo sucede deba ser asumido como parte de la normalidad.
Aunque hasta ahora la coyuntura política está alineada con el guion gubernamental, desde la mesa chica del presidente Noboa valdría la pena que consideren que el poder no es un objetivo en sí mismo sino el medio para tomar decisiones específicas.
Por tanto, a medida que los espacios públicos van tiñéndose de morado deberían iniciarse también acciones específicas que sirvan de medios de contención a la larga lista de demandas ciudadanas que ahora mismo se hallan represadas. Dicho de otro modo, si el afán de llenarse de poder es visto como una meta única del gobierno en el corto plazo, y se deja para un momento posterior la atención a los problemas de diversa naturaleza que afronta el país, el colapso puede llegar antes de lo que creen en Carondelet.
No hay que confiar demasiado en que el termómetro de la aprobación ciudadana, que hasta ahora le es favorable al gobierno, sea el que marque las dinámicas de la administración pública. Bien sabido es que los afectos o desafectos al presidente de turno pueden variar drásticamente en cuestión de días y que el movimiento de unos pocos factores lleva a la población a pasar del amor al odio. Lo más grave de eso es que una vez que la desesperanza ciudadana llega, los opositores aprovechan ese escenario para echar leña al fuego. Al respecto, desde el gobierno no deberían dejar de leer la historia reciente del país y tomar nota de lo ocurrido. No se trata de pesimismo sino de realismo.
Pruebas al canto. Las críticas por la falta de una política integral de combate a la delincuencia organizada siguen presentes y sin una respuesta oficial que sea convincente. Es hora de pasar de los ofrecimientos a hechos puntuales. Siempre será preferible tomar medidas, incluso a riesgo de que posteriormente se las evalúe como ineficaces, a mantenerse en la inacción. El gobierno, desafortunadamente para el país, parece que se inclina por la segunda opción.
No hay reacción ciudadana frente a lo dicho, es verdad. Pero ese hecho no debería ser visto como inalterable. La gente aguanta, y acá aguantamos mucho, pero llega un momento en que eso cambia. Por tanto, tomar las medidas inmediatas en el campo de la seguridad podría ayudar al gobierno a que el momento del rechazo ciudadano llegue lo más tarde posible.
En lo económico el panorama es similar. El país requiere dinamizar el empleo y desde el gobierno no se ven acciones claras en esa línea. El hecho que algunos sectores empresariales estén del lado del presidente ahora mismo no debe ser entendido como la resolución del problema. Nuevamente, la prioridad de Carondelet parece estar en acumular poder y en creer que ese es un objetivo por sí mismo. Ya que la relación con los organismos multilaterales de crédito parece estar afianzada y que el país tiene una mejor imagen frente a los agentes económicos internacionales, es imprescindible que el gobierno detalle las acciones básicas que implementará para reactivar la producción, en sus diferentes dimensiones.
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El poder es necesario para gestionar la política pública. Esa es la relación de medios a fines que parece estar malinterpretada en el gobierno. Por las acciones asumidas en los primeros días de mandato, da la impresión que, capturar más poder político, es el objetivo prioritario del presidente y que una vez que eso se verifique pensará en los siguientes pasos. Ojalá el tiempo o las circunstancias no le juegue en contra. Ojalá el momento de reordenar las prioridades llegue pronto.