El Chef de la Política
La desnutrición infantil, otro tema de grandes acuerdos

Politólogo, profesor de la Universidad San Francisco de Quito, analista político y Director de "Pescadito Editoriales"
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El último reporte del Global Hunger Index señala que Ecuador es uno de los tres países de América Latina con mayores porcentajes de desnutrición infantil. Bolivia es el caso más dramático y nosotros nos hallamos muy cerca de Honduras. El resto de la región, incluida Venezuela, se encuentra en mejores condiciones. Si nos comparamos con el resto del mundo, estamos en peor situación que países africanos como Camerún, Ghana, Senegal o Mauritania.
En resumen, la desnutrición infantil es un problema importante para Ecuador. Si esto es así, y no es una cuestión de opinión sino de cifras, aquí hay un tema decisivo en torno al que se podrían alcanzar grandes acuerdos nacionales.
Un elemento adicional para el debate. La desnutrición infantil está geográficamente focalizada. Las zonas rurales y la sierra central son los puntos en los que se ve de forma más notoria el problema. A la vez, tanto en el mundo rural como en las provincias que son parte de la sierra central existe un importante componente de población indígena. Como consecuencia, los acuerdos en torno a una política amplia de combate a la desnutrición infantil deberían ser parte de la agenda de cualquier organización política y dentro de ellas, esencialmente, de las que movilizan los intereses de los pueblos y nacionalidades indígenas.
En otras palabras, y sin desconocer otro tipo de demandas que puedan provenir de la coyuntura política o económica, CONAIE y Pachakutik deberían ser quienes prioritariamente abanderen la política pública para minimizar el impacto de la desnutrición infantil.
A diferencia de otro tipo de problemas acuciantes que tiene el país, en los que las ideologías e intereses partidistas pueden marcar distancias, en el caso de la desnutrición infantil los espacios para que las disonancias ideológicas primen son menores. En el escenario planteado la pregunta elemental que surge tiene que ver con la ausencia de una política de Estado que ataque este lastre social, esta vergüenza nacional, que constituye la desnutrición infantil. Aunque no siempre es beneficioso colocar las responsabilidades directas de los desfases de la vida pública en los actores políticos, en este caso sí parece que allí se pueden encontrar algunas respuestas a la inacción respecto al tema mencionado.
El caso ecuatoriano es aún más complejo que el de otros países porque acá ni siquiera existen actores políticos a quienes se pueda imputar la dramática situación en la que se debaten a diario miles de infantes que padecen desnutrición. Dado que no hay organizaciones partidistas, en cuyo seno nacen, crecen y maduran los liderazgos políticos, las posibilidades de hallar tomadores de decisiones públicas con una visión amplia de la realidad nacional se reducen drásticamente. Una cosa es tener gente que llega a los cargos públicos por voto popular y otra muy distinta es contar con actores políticos. De los primeros, hay muchos que son elegidos tras cada proceso electoral. De los segundos, cada vez cuesta más identificarlos en su justa dimensión.
Desafortunadamente, este no es un problema de técnicos, expertos, organizaciones sociales o cooperación internacional. Todos ellos, útiles y valiosos en sus diferentes espacios, ven subordinados sus esfuerzos en cuanto a lo que pueden hacer, a los acuerdos que vienen dados desde los actores políticos. Allí están las grandes decisiones, los grandes acuerdos. Allí está, en la ausencia de actores políticos, una posible explicación del por qué Ecuador está entre los tres países de América Latina con mayores porcentajes de desnutrición infantil.
Lo más grave del diagnóstico expuesto es que en el futuro inmediato no se ve que esa realidad política vaya a cambiar. Consciente o inconscientemente, desde varios sectores se apunta a dar el estoque final a lo mínimo que tenemos de organizaciones partidistas. Si eso se da, y por allí parecen orientarse las mayores probabilidades, pronto tendremos vida electoral sin actores políticos. Voto popular sin debate público. Desnutrición infantil sin acuerdos nacionales.