El Chef de la Política
El siguiente paso será la confrontación

Politólogo, profesor de la Universidad San Francisco de Quito, analista político y Director de "Pescadito Editoriales"
Actualizada:
Hasta el momento, los astros se han alineado con el libreto gubernamental. El personaje principal, y acaso único, está en donde tiene que estar, en el pináculo del poder. Los otros, sombras simplemente, actúan en función de lo que se les dispone o de los intereses que desean precautelar. Algunos tienen necesidad de figurar públicamente, porque esa ha sido su aspiración de vida, otros se contentan con el palmoteo o la invitación a cenar en medio de la siempre engalanada escolta. Ninguna crítica, solo descripción. Al final, la vanidad y el servilismo son parte de la naturaleza humana.
La utilería, los diálogos y las acotaciones van en la línea del mensaje que se esperaba posicionar: estás conmigo, que estoy del lado correcto de la historia, o te sitúas en la oprobiosa vereda de los defensores de la delincuencia. Como no existe oposición política a la que se pueda situar como legítima contradictora, colocar en ese lugar al crimen organizado ha sido hasta el momento beneficioso para que el argumento oficial pueda fluir. Buen ensamble de otros montajes ya vistos en la región. Si te opones al gobierno u osas musitar algo relacionado con la defensa de los derechos de las personas, “terruco” era tu estigma. El abril rojo de Santiago Roncagliolo es la mejor forma de capturar ese libreto, desarrollado en el Perú, unas décadas atrás.
Pero la trama no puede ser lineal. Hay que variar, y con fuerza. En la disrupción está el éxito de la obra. Por eso, pronto, antes que el despistado público lo imagine, vendrá la confrontación con las instituciones que podrían afectar al cabal cumplimiento del libreto.
Si la mayoría legislativa llega a estropearse por motivos varios, entre los que el mal reparto siempre será la razón más importante, pues habrá llegado el momento de posicionar la idea de que la Asamblea Nacional no permite el cambio, que opera para el crimen organizado y que, por tanto, disolverla es una cuestión de seguridad nacional. El que se oponga no es demócrata sino delincuente. ¿Quién se pone en la fila?
Luego, más tarde, pero no tanto, será el turno de la justicia. La Corte Constitucional en algún momento tendrá que enfrentar las demandas contra varias de las leyes que se están aprobando en la legislatura y allí no tendrá mayor margen de maniobra: deberá declarar la inconstitucionalidad de muchas de ellas. La respuesta irá en la misma tónica: jueces venales entregados a la defensa del delito y del delincuente, hay que salir de ellos.
El mecanismo para desprenderse de los nueve de la Corte Constitucional, o de los que hasta ese momento no hayan sido seducidos por los aromas del poder, es lo menos importante. Siempre habrá un resquicio legal al cual asirse y si no lo hay pues la fuerza suele encontrar un argumento que la justifique. Además, si a patada limpia sacaron a Santiago Velásquez y los integrantes del extinto Tribunal Constitucional, ¿por qué ahora no se podría reeditar algo parecido?
***
La confrontación, por tanto, es la parte del libreto que está por venir y que, desafortunadamente, no encuentra voces calificadas para evidenciarla. Aunque desde los diferentes sectores sociales se puede colocar en la arena de la discusión pública los potenciales peligros de los escenarios que se encuentran en estado de gestación, quienes son los llamados a posicionar un discurso de defensa de los valores democráticos son los actores políticos de oposición.
Actores con mediana credibilidad ciudadana, referentes de la vida pública e interesados en que las libertades no se difuminen. De esos, hoy por hoy, hay carencia casi total. Allí está, junto al vestuario y la tramoya utilizadas por el libreto oficialista, otro ingrediente que abona a que la confrontación llegue pronto y con fuerza.