Leyenda Urbana
Presidente Noboa, revoque la licencia ambiental de Quimsacocha

Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC
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En las faldas de un volcán extinto hace cinco millones de años, en el páramo de Quimsacocha, del Macizo del Cajas, reserva de la Biosfera, nacen los ríos Rircay, cuyas aguas, a través del Jubones, llegan a Machala y Pasaje; y también nacen los ríos Irquis y Portete que forman el Tarqui, así como el Yanuncay que atraviesan Cuenca.
En su recorrido hacia la ciudad, los ríos hacen florecer la agricultura y reverdecen la zona de Tarqui, al irrigar vastas áreas productivas, con 323 autorizaciones de uso del agua para riego.
Quimsacocha, que en quichua significa Tres Lagunas, es un páramo con humedales y una reserva hídrica; un sistema vivo que regula el clima y sostiene la biodiversidad; primordial para los cuencanos, pues en las aguas del Yanuncay, que viene de ella, está la planta potabilizadora de Sustag, que produce el 18% de agua que consume la ciudad.
Esas aguas van luego al río Paute con el que se genera alrededor del 33% de la hidroelectricidad del país. Un daño al ecosistema de páramo del Macizo del Cajas arruinaría hasta la producción hidroeléctrica.
Toda esta información las autoridades nacionales deben conocer, pero en un indescifrable estado de negación, han desestimado el informe de los técnicos de ETAPA que, en 146 páginas, explica, al detalle, que las captaciones de agua se encuentran debajo del proyecto minero, con alto riesgo de ser contaminadas con drenajes ácidos y metales pesados que se generarían en la fase de explotación, por lo que concluye que “No debe realizarse el proyecto minero Loma Larga”.
Pero la minera canadiense Dundee Precious Metals (DPM) y el Ministerio de Ambiente, desoyendo las advertencias de los científicos y los expertos, aseguran que el impacto sería mínimo.
Cuenca está indignada y el ambiente en la ciudad se siente denso, mientras se prepara la marcha del 16 de septiembre que se anuncia moverá a miles de habitantes de la ciudad y el cantón, para detener el proyecto minero Loma Larga en Quimsacocha, a 30 kilómetros de la urbe.
Los cuencanos no conciben que se arruine el ecosistema del páramo y se destruya su hábitat natural; que el suministro del agua para sus habitantes sea puesto es riesgo y que su excepcional relación simbiótica con ella, al punto de que su acento parece provenir del murmullo que producen los ríos, se extinga para siempre.
“ETAPA miente”, dijo la ministra Inés Manzano, días atrás, en Cuenca.
“ETAPA no miente, y si usted considera eso, yo pago a cualquier universidad de prestancia mundial a que haga los estudios y nos atenemos a eso, es fácil”, replicó el alcalde de Cuenca.
ETAPA, que mantiene 30 puntos de monitoreo de la calidad del agua y gestiona el área, desde décadas atrás, ingresó una acción judicial solicitando se revierta la licencia ambiental a DPM, porque considera que la actividad minera es “incompatible con los páramos de Quimsacocha”.
Y porque el modelo hidrológico que propone la minera “es una concatenación de errores y omisiones, y carece de sustento”.
Loma Larga es una mina subterránea que extraería para triturar 3.500 toneladas diarias de roca mineralizada, y una parte de ese material triturado será desechado. En los 12 años de operación, extraería 14 millones de toneladas, de los cuales, dos millones de toneladas serían concentrados metálicos.
En la relavera quedaría alrededor de seis millones de toneladas de materiales conteniendo arsénico, cadmio, mercurio, plomo y otros minerales tóxicos, a más de que la presencia de la empresa minera propiciará la colonización de la zona y la desertificación del páramo.
Usaría 600 metros cúbicos de agua por hora que dicen recircularía. Pero el agua se saturaría y contaminaría todo. ¡Apocalíptico!
En Cuenca se preguntan si acaso en Quito tolerarían que se otorgue una concesión para minería metálica encima de la captación del río Pita y de otros que sirven para el suministro de agua para los quiteños.
Resulta extraño que, cuando Cuenca vive un gran momento al haberse posicionado como ciudad de referencia, por su fascinante belleza paisajística en armonía perfecta con la naturaleza; por la manera de ser de su gente y la calidad de los servicios, se pretenda infringirla un daño artero con la minería, que contaminará el torrente sanguíneo de la urbe que son sus ríos.
Cómo se explica que el Ministerio de Ambiente -hoy subsumido en el de Energía y Minas-, ignorando que es de obligatorio cumplimiento haya desestimado el pronunciamiento de la gente en las urnas, con lo cual echa por la borda el valor constitucional de una consulta popular y vulnera la convivencia democrática.
En 2019, en el cantón Girón 86.8% votó en contra de que se explote la mina en Quimsacocha y, en Cuenca, el 7 de febrero de 2021, más de 80% se pronunció por la prohibición de la explotación minera metálica en las zonas de recarga hídrica de los ríos Tarqui, Yanuncay, Machángara, Tomebamba y Norcay de los que se capta el agua para la potabilización y el consumo.
Resulta insólito que la minería para tiempos post petroleros no prevea los pasivos ambientales que son enormes por la pérdida de especies, muchas de ellas endémicas y el costo social por la pérdida de la calidad de vida de la gente.
Ante semejante desatino, Cuenca hará escuchar su voz el 16 de septiembre. No hay gremio, asociación, universidad, colegio profesional, familia, jorga ni autoridad alguna que quiera quedarse fuera, de esta que será una nueva gesta decisiva en la historia de esta ciudad hidalga, Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Hasta aquellos que, en la década perdida, ofuscados hablaron de “revolución minera”, han enmendado su error ante la evidencia del daño irreparable que sería una mina en el Macizo del Cajas, y hoy se oponen a la explotación.
Las 926.000 onzas de oro que ansían extraer de las entrañas de Quimsacocha no justifican condenar a una muerte lenta, por contaminación, a cientos de miles, y a afectar, de forma irremediable y para siempre, las vertientes naturales de los ríos.
Del 16 de septiembre de 2025 se hablará generación tras generación, recordando que miles repitieron que “para Cuenca vale más el agua que el oro”.
Preservar intacto el Macizo del Cajas, patrimonio de la Biosfera, con sus pajonales de terciopelo, sus rocas milenarias cual esculturas gigantescas, su indescriptible vegetación con sus bellas chuquiraguas, siendo, además, reserva hídrica natural y equilibrio de la vida, es la consigna.
Presidente Noboa, revoque la licencia ambiental de Loma Larga, así, la historia lo reconocerá como un mandatario que supo escuchar a su pueblo y respetó las leyes, la naturaleza y la vida.
Así apaciguará la rebelión de los cuencanos, decididos a defender las vertientes naturales del agua que consume y preservarlas a perpetuidad.