Las paros nacionales marcaron los liderazgos de la Conaie, que ahora se apagan de la mano de Marlon Vargas
Los levantamientos o paros han marcado los hitos del movimiento indígena en Ecuador y del reconocimiento de sus derechos. En 2025, la fórmula ya no funcionó y el desgaste es evidente.

Conjunto de imágenes de las movilizaciones protagonizadas por la Conaie en los últimos años en Ecuador.
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Desde 1986, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) ha sido el mayor representante del movimiento indígena. Con sus altos y bajos, la estructura se había consolidado como un actor social importante. Ahora su situación es distinta.
A un año de cumplir cuatro décadas de existencia formal, esa histórica organización vive su momento más crítico, sin el respaldo de sus propias bases y con dirigentes cuestionados o que no han logrado recuperar la unidad de la estructura.
En el epicentro está su presidente recién posesionado, Marlon Vargas. Apenas recibió el bastón de mando a inicios de agosto y, menos de tres meses después, la Conaie terminó de perder los retazos que le quedaban del protagonismo, fuerza y legitimidad de años anteriores.
Especialmente después de los paros de 2019 y 2022, que frenaron medidas económicas de los gobiernos de turno y forzaron a los mandatarios a negociaciar, y le dieron además una sorpresiva fuerza electoral al brazo político de la Conaie, Pachakutik.
Los paros, el medidor de los dirigentes de la Conaie
En los últimos 20 años, la Conaie ha liderado o participado en distintos levantamientos. Sin embargo, la huella de este último intento de paro nacional marcará la gestión de Marlon Vargas, que está al frente de la estructura después de casi tres años de problemas internos y de una intensa campaña de los gobiernos de turno por deslegitimar la protesta social.
El líder amazónico, que encabezó la filial de la región (Confeniae) durante el paro de 2019, tuvo poca presencia en su propia convocatoria a esta última movilización nacional. Pese a haber ganado las elecciones de la Confederación, las organizaciones de base no respondieron a su llamado como en ocasiones previas.
Además, en medio de la estrategia del gobierno de Daniel Noboa para disuadir las manifestaciones y frenar las protestas con la fuerza pública, Vargas tiene por delante un periodo complicado, hasta agosto de 2028. Especialmente porque buena parte de la ciudadanía no estuvo de acuerdo con el llamamiento a una paralización nacional.
Y los 31 días de cierres viales, concentrados en Imbabura y el norte de Pichincha, le consiguieron más detractores que simpatizantes. Sin contar que el motivo central del paro, que fue la eliminación del subsidio al diésel, quedó en el olvido después del anuncio del fin de las protestas y la intención de concentrarse en la campaña por el 'No' en la consulta y referendo del 16 de noviembre.
Los presidentes anteriores de la Conaie también tuvieron contextos complicados que navegar. No obstante, la estructura tenía más firmeza y los liderazgos regionales y locales contaban con mayor influencia en las organizaciones de base.
Por ejemplo, en el paro de 2022, Leonidas Iza tenía ya un año al frente de la organización y previamente había liderado al Movimiento Indígena y Campesino de Cotopaxi (MICC) en el levantamiento de 2019, donde se convirtió en un protagonista nacional.
Y, pese a que todavía no se había superado del todo la pandemia de Covid-19, la respuesta de las comunidades y de sus simpatizantes fue evidente, especialmente después de que el gobierno de Guillermo Lasso lo detuviera de forma cuestionada en el inicio de las protestas.
En su primer periodo, Iza fue capaz de recuperar el apoyo del paro de 2019, pese a la 'traición' del entonces presidente de la Conaie, Jaime Vargas, que intentó apoyar al correísmo en la segunda vuelta de 2021, y al desmoronamiento de la bancada legislativa más numerosa en la historia de Pachakutik.
Sin embargo, al final de su segundo periodo, las peleas internas en la Conaie le fueron costando espacios de representación a Iza, que perdió influencia en el mismo MICC; Pachakutik quedó fragmentado y ha ido perdiendo representación en la Asamblea en 2023 y 2025; y en este último paro fue relegado pese a su trayectoria.
Su predecesor, Jaime Vargas tuvo un final peor. Aunque con el paro de 2019 consiguió que se revierta la eliminación del subsidio a las gasolinas y otras políticas económicas, su intento de vincularse a la Revolución Ciudadana le costó la expulsión del movimiento indígena.
Estas son situaciones que no se habían visto antes. Los expresidentes de la Conaie y sus dirigentes históricos habían tenido siempre una voz dentro de la estructura, que poco a poco iba cediendo espacio ante los nuevos liderazgos, sin llegar a desvanecerse por problemas o pleitos internos.
Por ejemplo, en 2015, Jorge Herrera lideró las protestas contra el correísmo, cuando impusieron la reelección indefinida vía enmiendas. Humberto Cholango estuvo al frente de la marcha que llegó desde Zamora hasta Quito, contra la Ley de Aguas, continuando la lucha de su predecesor, Marlon Santi, en cuya gestión el movimiento indígena se tomó la Asamblea en 2010.
Santi fue presidente de la Conaie cuando el movimiento indígena rompió con el correísmo, con el que gobernaron en un inicio. Y es recordado por su famosa respuesta al presidente Rafael Correa, en el Salón Amarillo, cuando le preguntó "quién fue el estúpido" que dijo que la población indígena era menos del 2%, a lo que el dirigente le contestó "usted, señor Presidente".
Pero pese a la represión y judicialización de la protesta social que se vivió durante la presidencia de Correa, que logró dividir a la Conaie, quitarle su sede en Quito y el control de sus bases en Chimborazo, todas las convocatorias a manifestaciones sí lograron llegar a la capital.
Y, antes del correísmo, el miembro fundador de la Confederación y su entonces presidente, Luis Macas, lideró al movimiento indígena que, después de colaborar con Lucio Gutiérrez, se sumó a las protestas que terminaron en su derrocamiento, en 2005.
Esa unidad y capacidad de movilización quedó demostrado que ahora no existe. La Conaie, al igual que otras organizaciones sociales, ha sido víctima de las presiones estatales y gubernamentales, de la coyuntura del país y de su propia falta de renovación y fortalecimiento interno.
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