Jueves, 28 de marzo de 2024
Cambio de Rueda

Con náuseas gracias al gobierno ecuatoriano

Santiago Roldós

Santiago Roldós

Actor, escritor, director y profesor, cofundador del grupo Muégano Teatro y de su Laboratorio y Espacio de Teatro Independiente, actualmente ubicado en el corazón de la Zona Rosa de Guayaquil. A los cinco años pensaba que su ciudad era la mejor del mundo, pero entonces también creía en Dios y en Barcelona Sporting Club. 

Actualizada:

29 Ago 2019 - 19:05

La frase del título no es mía, sino de unx de nuestrxs mayores ensayistas y pensadorxs vivxs, Diego el negro Falconí.

La puso en FB junto al link de un reportaje colombiano sobre migrantes venozalonxs sitiadxs por la policía en nuestro puesto fronterizo en Rumichaca, ilustrada con la foto de un hombre mayor clamando de rodillas frente a una tricolor imprecisa, capaz de ser la bandera de cualquiera de los tres países que, en el origen de nuestra Independencia del Reino de España, conformamos la Gran Colombia.  

El ruego de misericordia suple, en la flaqueza, la exigencia de justicia contra la ignominia.

En el mismo reportaje, entre testimonios plagados de desasosiego de personas que llevan meses y años huyendo del hambre, caminando entre páramos, exponiéndose a morir en su intento por acceder a un trabajo y una vida digna en un país menos en crisis que el suyo, un padre de familia con su hija en brazos asegura, con una sonrisa tan sincera como asombrosa: “vamos a pasar, con la gracia de Dios vamos a pasar”. 

Gracia de Dios es el nombre hechizo con que lxs creyentes designan a la cada vez más escasa generosidad humana, como la practicada por un agente de policía más coherente con su cristianismo que el propio cura de una iglesia de Quito que, ocupada pacíficamente por migrantes rogando por un albergue, en un momento dado de la crisis espetó literalmente: “esto no se trata de caridad, esto se trata de propiedad privada”, ordenando a los agentes gasear a familias enteras. “Gracias a Dios” esa vez no lo hicieron. 

“O sea que todo está conectado con todo”, concluyó días atrás mi hijo de 11 años, tras profundizar en su investigación del Protocolo de Río de Janeiro de 1942, enviada por su escuela. En principio, él se había limitado a reelaborar las sagradas notas de Wikepedia, “diseñado para poner punto final al conflicto ecuatoriano-peruano sobre las fronteras de ambos países” (sic). 

Verlo descubrir cómo esos hechos se vinculaban, por una parte, a la mayor fuente de inseguridad real para la población ecuatoriana y mundial: la economía extractivista; así como a los posibles asesinatos de sus propixs abuelxs paternxs, mientras cientxs de niñxs venezolanxs ven a sus mayores hacer su propia lucha de supervivencia, me hizo pensar que el aforismo feminista “todo lo personal es político” significa también que “todo lo político es personal”.

Una sensación que aparece en el cuerpo al visitar la extraordinaria web Corredores Migratorios, diseñada por Josep Vecino, Cristina Burneo e Isabel González. 

Cada vez que alguien de su entorno juegue a la tentación de caer en la xenofobia, dígale por favor que entre por su celular a www.corredoresmigratorios.com Es literalmente un remedio, a la vez que una reconciliación y una exigencia. 

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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