Supongo que los melómanos que leen esta columna semanal se preguntarán quién fue Carl Ditters von Dittersdorf (1739-1799), un vienés contemporáneo de Haydn y de Mozart, poco habitual en los repertorios de la música universal.
No existe mucha literatura sobre este compositor que, a los 10 años, era miembro de una de las orquestas privadas de la época, que tocaba en exclusiva para la realeza vienesa.
Entre los libros de habitual consulta de la historia de la música aparece poco este nombre. Otra de mis fuentes, la WCPE, una radioemisora online que transmite desde Carolina del Norte música clásica todo el día y la noche, tocó una sinfonía y comenzó la búsqueda.
De tanto entrenamiento a veces el oído identifica fácilmente la obra y el autor que en ese momento está sonando; mientras escuchaba la WCPE trataba de descifrar si en realidad se trataba de música de Joseph Haydn (1732-1809).
Pero no, era la Sinfonia No.1 en do mayor de Dittersdorf, que lleva por título ‘Las cuatro edades del mundo’. Una obra que no alcanza a la media hora de duración y que el autor la escribió para flauta, dos oboes, dos fagots e igual número de trompas, trompetas, timbales y cuerdas.
El primer movimiento representa la paz y la edad de oro; el segundo, la edad de la plata y luego, la del bronce. La obra termina con la edad del hierro, que consiste en sucesivas fanfarrias militares.
Se cree que Dittersdorf escribió un centenar de sinfonías, pero no todas están catalogadas. Otras biografías sostienen que el músico vienés compuso 32 óperas y 120 sinfonías, una cifra difícil de comprobar, porque todos coinciden que Haydn tiene el récord de 104 sinfonías.
También escribió oratorios, cantatas, música de cámara y algunos conciertos para viola y contrabajo.
Incursionó en la música descriptiva, que se comprueba con el nombre de sus obras, como por ejemplo ‘La metamorfosis de Ovidio’. La Sinfonía 6 lleva el nombre ‘Phineo y sus amigos transformados en piedra’ o ‘La toma de la Bastilla’.
También trabajó en el ámbito de la lírica después de presenciar ‘La serva padrona’, de Giovanni Battista Pergolesi (1710-1736). Entre las óperas más destacadas está ‘Doktor und Apotheker’ (médico y boticario).
Es una ópera bufa en dos actos basada en una comedia francesa que tuvo un enorme éxito, pero fue opacada por ‘Las bodas de fígaro’ que estrenó Wolfgang Amadeus Mozart en la misma época.
El musicólogo Roger Alier escribió que ‘Doktor und Apotheker’ tuvo mucho éxito en los países de habla alemana y fue traducida a varios idiomas, sin embargo, no entró en el circuito de la lengua italiana y “por eso quedó marginada del repertorio operístico habitual”.
Como muchos de sus contemporáneos, en 1763 viajó a Italia con el músico y compositor operístico Christoph Willibald Gluck (1714-1787) y logró perfeccionarse y triunfar como violinista.
La musicóloga Pola Suárez Urtubey señala que esta ópera de Dittersdorf se ubica en el género del Singspiel, que incluye partes habladas y partes cantadas o con música instrumental para danzar.
Pero fue Mozart con ‘El rapto del serallo’, en 1782, quien perfeccionaría esa técnica operística.
La misma autora explica que Dittersdorf se ubica en un período preclásico y que también fue partícipe de una temprana Escuela de Viena, cuyos principales protagonistas fueron los austríacos Mozart y Haydn, además del alemán Ludwig van Beethoven.
Los estudiosos también incluyen en esta primera escuela a otros prolíficos compositores como Antonio Salieri, Johann Michael Haydn (hermano menor de Joseph Haydn), y Franz Schubert.
Después de estos grandes músicos y ya a finales del siglo XIX e inicios del XX aparece en el ambiente musical vienés la Segunda o Moderna Escuela, cuya cabeza principal es Arnold Schönberg, además de Alban Berg y Anton Webern.
Estos compositores fueron los primeros en emplear la atonalidad y luego el dodecafonismo en la música occidental que dominó casi toda la creación musical del siglo XX.
Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.
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