Qué paradoja tener un Primer Ministro que ganó el Nobel de la Paz, pero un país con cinco millones de personas condenadas al hambre y a la muerte. Esta es la realidad de Etiopía.
Una nación que, a diferencia de los demás países de África, jamás fue conquistada por potencias extranjeras hoy espera una ayuda internacional que no termina de llegar.
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