Lunes, 29 de abril de 2024
Columnista Invitado

Juntos, todos debemos meterle la mano a la justicia

Javier Justicia

Javier Justicia

Máster en Política Pública en la Universidad de Calgary y director de Operaciones e Investigaciones de Latin American Initiative, en coautoría con José Paredes, estudiante de Economía de la Universidad Católica (PUCE).

Actualizada:

14 Sep 2023 - 5:57

León logró dominar al sistema de Justicia, rodeando con tanques a la Corte Suprema. Luego Lucio también lo intentó, pero tuvo que salir huyendo. Finalmente, Correa sí lo logró y ahora la justicia está peor que antes. Entonces Daniel Noboa no tiene más remedio que ofrecer un plebiscito para hacer lo propio.

Pero ¿por qué nada cambia en Ecuador, aun después de tantas metidas de mano a la Justicia?

Mi argumento es que nada cambia porque las medidas que se toman no nacen de la realidad nacional del ecuatoriano, sino que son fórmulas copiadas de otras sociedades, que no necesariamente comprendemos y, por ende, no podemos usar.

El eslogan que se ve en los vehículos de la Policía Nacional, por ejemplo: “servir y proteger”, seguramente es tomado de las series de TV, porque ese es el eslogan de la policía de Los Ángeles.

Por eso, cuando Daniel Noboa ofrece el plebiscito para procesar casos de narcotráfico y corrupción a través de un jurado, él lo hace para resolver un problema puntual, correctamente en mi opinión, pero sin un principio filosófico detrás de la medida.

Una manera de acoplar una idea foránea como la de un juicio con jurado, que se originó en el Reino Unido en la época de la firma de la Carta Magna, sería acoplando completamente el principio fundamental detrás de esta medida, y es que uno tiene derecho a ser juzgado por un grupo de individuos iguales a uno.

Parecería natural que el poder de decidir el destino de quien ofende a la sociedad, al quebrantar una de sus normas, debe estar en las manos de tus prójimos, que te deben juzgar por tus acciones y no por quién eres. Y es eso justamente lo que hace que el sistema de Justicia del Reino Unido sea un referente global: que este se ha basado desde sus inicios sobre principios básicos y fundamentales.

Lo importante de basarse en principios básicos o fundamentales es que lo que se vaya decidiendo posteriormente, a medida que el sistema se hace más complejo, va siempre a estar fundamentado en las relaciones básicas de los miembros de esa comunidad.

Entonces, aunque la medida que propone Noboa es acertada en la práctica, porque busca que el individuo a ser juzgado no pueda influenciar la decisión de un solo juez mediante amenazas o sobornos, esta no se está presentando como parte de una filosofía, lo que hace que sea, en contexto, una medida parche.

Para Ecuador el sistema de que uno sea juzgado por un jurado de tus iguales se debe implementar explicando el principio del que se origina y que debe ser una de las bases fundamentales del sistema de justicia: que todos somos iguales y así debemos ser juzgados.

Qué bueno sería que un habitante de Samborondón conozca la realidad en la que vive un habitante de la Prosperina, o que un morador indígena de Cotopaxi comprenda y entienda que vive un residente en el sector de Chillogallo en Quito, todo esto mientras unos son parte de un jurado. Sería una manera en que los ecuatorianos nos pudiésemos dar cuenta de la realidad que viven los otros. Y es tal vez, así como el equipo de Daniel Noboa debería vender esa propuesta, como parte de una filosofía más global para el país.  

Históricamente, no es que Ecuador o su gente no tengan la capacidad de organizarse con ideas originales, sino que algo como el sistema de justicia está atado al estado de la sociedad y a su estructura fundamental. Y la sociedad ecuatoriana está demasiado fragmentada para poder implementar aquí un sistema que parta directamente de las necesidades de una sola comunidad, porque de hecho en este país conviven varias y muy diferentes comunidades.

Entonces no solo es importante proponer medidas prácticas, sino también analizar el trasfondo social de Ecuador para ir buscando soluciones holísticas que produzcan resultados positivos permanentes.

Por ahora, una parte de la población ecuatoriana: los pueblos indígenas, tienen la potestad de impartir cualquier castigo a quien quebrante la paz de su comunidad, según se declara en la Constitución misma de la República. Aunque la justicia indígena, con todas sus limitaciones, al ser una estructura más bien informal que no posee un cuerpo que la imparta y aunque esta solo pueda ser impartida dentro de los pueblos indígenas, ella representa un buen ejemplo de cómo un sistema que nace de las necesidades del pueblo si funciona para esa comunidad.

Para el resto de los ecuatorianos, sin embargo, existe un sistema de justicia inicialmente copiado de sistemas foráneos: primero en partes del código civil francés, por vía de una copia así mismo del código civil de Chile, mentalizado por el venezolano, Andrés Bello.

El sistema de justicia ecuatoriano, lejos de irse adaptando a las necesidades de su pueblo, se ha ido complicando, sin basarse sobre principios fundamentales que partan de las necesidades de la población misma.

Así, en 2023, el sistema legal ecuatoriano es tan avanzado, en teoría, que los derechos se han despersonalizado y aunque ahora pueden incluir los derechos de pueblos y comunidades, que parecería positivo, también incluyen los derechos de entes no humanos como la naturaleza misma.

En la práctica, estos conceptos de despersonalización de la justicia, lejos de mejorar la calidad de vida de los ecuatorianos, la han ido afectando.

Así entonces, según un análisis de Juan Montaña Pinto y Patricio Pazmiño Freire, la constitución de Montecristi de 2008, ahora requiere que jueces ordinarios que antes decidían causas en su especialidad, se conviertan en jueces que deciden sobre las garantías jurisdiccionales de los derechos constitucionales.

Son estos cambios estructurales de la justicia impuestos a través de la constitución de Montecristi los que han permitido que jueces de jurisdicciones menores puedan liberar a criminales acusados de delitos mayores, con las graves consecuencias para la violencia e inseguridad que se están viendo ahora. A propósito, es por eso por lo que uno escribe aquí sobre lo que propone Daniel Noboa y no lo que propone Luisa González, ya que ella representa lo que ya se hizo e impuso a través de la constitución de 2008.

El sistema de justicia ecuatoriano adolece de muchas falencias, fundamentalmente porque no ha sido diseñado por y para la comunidad, si no más bien parece por grupos de intelectuales más interesados en exhibir sus capacidades que en buscar soluciones reales para el pueblo.

Para encontrar los cambios que hay que hacer para mejorar el destino del país, es imprescindible convocar a una gran conversación nacional alrededor de cómo mejorar al sistema de justicia, entre todos.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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