Martes, 23 de abril de 2024
Leyenda Urbana

Mida sus palabras, presidente Lasso

Thalía Flores y Flores

Thalía Flores y Flores

Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC de España.

Actualizada:

27 Dic 2022 - 5:28

Hasta sus contradictores habrían creído que, 19 meses después de ejercer el poder y de superar momentos políticos tan complicados, como salvarse de ser destituido por la Asamblea Nacional, el presidente Guillermo Lasso habría aprendido el arte del silencio y el valor de la palabra no dicha.

Pero qué va.

Lasso lo volvió a hacer y, esta vez, en Washington, causando desconcierto en amplios sectores, en especial entre los altos funcionarios de su Gobierno, que, de manera imprevista, se encontraron ante un escenario absurdo.

Terminado su exitoso encuentro con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en la Casa Blanca, hecho lo suficientemente relevante como para que alcanzara gran repercusión en Ecuador, y el país hablara de aquello, una inoportuna declaración de Lasso, en la que reveló su intención de buscar la reelección en 2025, desvió el eje central de la visita a Washington.

Fue un comentario fuera del lugar y en el momento menos adecuado, al punto de que, aunque luego intentó justificarse, diciendo que "uno se envalentona en Washington", el daño estaba hecho.

Lasso lo volvió a hacer y, esta vez, en Washington, causando desconcierto entre los altos funcionarios de su Gobierno.

Una vez más, se comprueba que Lasso carece de un consejero perspicaz e influyente que revise con él los temas que puede y los que no debe abordar.

Y tampoco tiene el debido adiestramiento de medios, para ejercitarse en el arte de esquivar con eficacia y talento a habilidosos interlocutores, expertos en arrancar declaraciones insospechadas.

La capacidad de Lasso para opacar hechos políticos relevantes debe resultar desgastante para su entorno, obligado a hacer control de daños, para mitigar sus efectos negativos.

Es lo que se vio luego de este episodio cuando ciertos funcionarios debieron salir a hablar de los temas esenciales del viaje y del encuentro con el presidente Biden.

Mientras que los cercanos a Carondelet se vieron forzados a hacer prestidigitación conceptual, a fin de bajar el tono del desaguisado, conscientes de que una de las promesas de Lasso en la campaña fue, justamente, no buscar la reelección.

Que a Lasso se le ocurriera hablar de sus intenciones de querer seguir en el poder, cuando la campaña por el referendo por él propuesto está por comenzar, es entregar, de manera ingenua y casi suicida, un arma con una bala de plata en la recámara, para que le disparen.

¿Si imaginan a tantos candidatos a alcaldías y prefecturas que no saben cómo justificar decir no a la consulta, con semejante banquete argumentativo servido por el mismísimo convocante?

Sus expresiones en aquel diálogo, en la capital estadounidense, fueron tan absurdas que hasta habrían provocado efectos perniciosos, incluso, en ese puñado de ministros que se esfuerza por hacer bien su tarea, por lo cual han logrado cierto reconocimiento.

La verdad es que a este pequeño grupo -un puño, en realidad- se le percibe ilusionado con miras a 2025. Pero tras conocer las intenciones de su jefe, difícilmente mantendrán el mismo talante.

Lo que Lasso y su entorno tenían que haber hecho luego del encuentro con el presidente Biden, y del viaje a Washington, al que todos consideran exitoso, es informar, con buena pedagogía.

Tenían que contar que se concretó luego de la visita a Ecuador de altos funcionarios de Estados Unidos y después de que el país alcanzara logros relevantes.

Explicar, por ejemplo, qué implica la Ley de Asociación entre Ecuador y Estados Unidos, aprobada por el Congreso de ese país, que contó con el apoyo de demócratas y republicanos, y tiene importantes ventajas para el nuestro.

Hablar del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que se produce luego de 60 años, ya que la última vez ocurrió en 1961.

Decir que en Washington Lasso se reunió con la Comisión de Relaciones Internacionales del Congreso, así como con el director de la CIA, Wiliam Burns, porque los temas de seguridad de Ecuador son muy importantes para los dos países.

Había que dar a conocer que, como consecuencia de la visita a Estados Unidos, en enero vendrá a Ecuador la directora de la USAID, Samantha Power, hecho relevante porque durante el correato (2014) la USAID se fue del país y regresó en el Gobierno de Moreno.

En Estados Unidos, Lasso también fue recibido por el Consejo Permanente de la OEA, donde pronunció un importante discurso, en el que expresó su apoyo a la presidenta de Perú, Dina Boluarte, quien asumió tras la destitución de Pedro Castillo.

De estos y otros temas tenía que informar el Gobierno para conseguir que los ecuatorianos los comenten. Pero en lugar de ello, todos hablaron de la intención de Lasso de ser candidato, en 2025.

Lo que Lasso y su entorno tenían que haber hecho luego del encuentro con el presidente Biden es informar, con buena pedagogía.

Que luego haya matizado diciendo que solo respondió a una pregunta, no borra los efectos de la palabra suelta.

Tal como ocurrió en abril pasado, cuando tenía que apostar porque el país aludiera al éxito de la vacunación y al fin de la obligatoriedad de las mascarillas, pero al lanzar dardos contra Fidel Egas, acusándole de evadir impuestos, todos hablaron de la acusación y no de la vacunación.

O lo que hizo en Loja, cuando en lugar de concentrarse en sus decisiones para encarar la violencia que se venía, insultó a Jaime Nebot, su exaliado de campaña, descalificándolo, de manera grosera.

El tema de conversación en las redes y en la calle no fue la lucha contra la violencia, sino los insultos del presidente.

Ahora, el propio Lasso, sin medir los riesgos políticos, cambió la partitura del viaje a Washington y los logros conseguidos, y entonó una melodía que la gente no quiere ni oír: reelección.

El Presidente está obligado a medir sus palabras, el tono que use y su oportunidad.

Esta vez le salvó el ambiente festivo y la ilusión colectiva de que el año que está por comenzar depare al país mejores momentos. Pero no siempre es Navidad.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

Comentarios
REGLAS para comentar 
Suscribir
Notificación de
1 Comentario
antiguos
nuevos más votados
Comentarios en línea
Ver todos
Miguel Torres
9 enero, 2023 14:55

Los peces mueren por su propia boca... Este pez no es pez, es pescado frito.