Viernes, 29 de marzo de 2024
Contrapunto

Tripa Mistic II, la saga de Rafael Lugo continúa

Fernando Larenas

Fernando Larenas

Periodista y melómano. Ha sido corresponsal internacional, editor de información y editor general de medios de comunicación escritos en Ecuador.

Actualizada:

22 Abr 2022 - 19:03

Definir al escritor por lo que escribe parece sencillo; sin embargo, interpretar la narrativa de Rafael Lugo no es fácil, todos sus libros son sorpresivos y, al mismo tiempo, provocan diversas reacciones.

'Tripa Mistic II', Editorial Broli 2022, distribuida por Dinediciones, pudiera ser una novela futurista o tal vez distópica, como se califica en la actualidad a la ficción que relata lo que todavía no es, pero que podría ocurrir.

En la narrativa de esta novela se advierte cierta influencia orwelliana, algunas descripciones tienen el estilo de Houellebecq (por la novela Sumisión), pero me atrevo a definirla simplemente como una novela 'lugana'.

Las locaciones, como diría la gente de cine, son muy conocidas; casi todo se desarrolla en Quito, los personajes son quiteños y los episodios muy familiares o cotidianos.

El lenguaje es coloquial, pero no cae en vulgarismos. Sin embargo, siempre es bueno advertir que cada uno es responsable de lo que lee y más aún de lo que interpreta, porque el escritor narra con la libertad de su pensamiento.

Abogado de profesión, Rafael Lugo presenta una obra irreverente, desenfadada y, sobre todo, con mucha pasión.

Menciona los hechos y los personajes tal como los vemos en la calle, en un juzgado, en una oficina policial, en el sector público o privado, en el ámbito de la política o en los noticieros de la televisión.

Comencemos por recordar un poco la idea de Tripa Mistic I o la historia de cómo se iba a acabar el mundo. Con personajes históricos y mitológicos, incluso universales, como Moisés, Jesús y un divertido Shaitán Marx Lucero Estrella.

Shaitán, el mayor pendejo de Quito, fracasado, con varios juicios por alimentos, se autodenomina libertario para sentirse burgués, pero exige todos los servicios del Estado; se cree un sabio incomprendido. 

Además, en las dos novelas hay personajes como el Brayan, que causó la destrucción de Guayaquil; Cantuña, aquel célebre personaje de la leyenda quiteña que construyó la iglesia de San Francisco con la ayuda del diablo a cambio de su alma.

La erupción del Cotopaxi en la novela anterior presagiaba el final de nuestra existencia. Ahora en la saga lo que se narra es una elección que, al igual que el Cotopaxi, podría arrasar con el país.

Dos candidatos, uno de ellos un cura pedófilo, se enfrentarán en las elecciones que coincidirán con la fiesta de Halloween, el 31 de octubre.

Acusaciones de fraude, compra de votos como cualquiera de tantos procesos electorales a los que nos tienen acostumbrados los políticos.

Solo un anticipo, especialmente para barcelonistas, el debate entre los candidatos lo moderó el árbitro Byron Moreno y le regaló 15 minutos más al cura Cordero.

Toda la campaña sucia -TikTok incluido- está narrada tal como la conocemos, lo que el lector no imagina es el desenlace y el resultado sorpresivo… No fue necesario un apagón en el Consejo Nacional Electoral.

Ficción aparte, el escritor afirma que a la avenida de los Shyris la bautizaron así pese a que muchos años antes se había decidido que no se enseñara en las escuelas el capítulo de los shyris porque era, sin lugar a dudas, un invento del sacerdote Juan de Velasco.

En lo que Rafael Lugo anota como el 'epílogo del epílogo' se dice que el Brayan, después de trabajar intensamente en la campaña electoral, ahora tiene puesto el ojo en la Asamblea Nacional.

Cantuña está tratando de bajarse una glosa de la Contraloría y volvió a pactar con el diablo; Eplicachima o Epiclachima se dedicó a buscar pruebas arqueológicas de la existencia de los shyris; Shaitán se asoció con agricultores para cultivar cáñamo en una granja y, si le va mal, culpará al IESS, al SRI, a Putin y al Inamhi.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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