Jueves, 02 de mayo de 2024
Canal cero

Las víctimas de Aztra

Enrique Ayala Mora

Enrique Ayala Mora

Doctor en Historia de la Universidad de Oxford y en Educación de la PUCE. Rector fundador y ahora profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede Ecuador. Presidente del Colegio de América sede Latinoamericana.

Actualizada:

7 Ene 2024 - 5:56

Héroes y heroínas del Ecuador

Parecía imposible semejante salvajada, pero el 17 de octubre de 1977 se produjo la “Masacre de Aztra”. Cayeron asesinados los trabajadores, mujeres y niños en el ingenio Aztra, provincia de Cañar.

La dictadura militar del “Consejo Supremo de Gobierno” de Alfredo Poveda, Guillermo Durán y Luis Leoro (1976-1979) se planteó el objetivo del “retorno al régimen constitucional”.

Pero, para prolongarse en el poder, boicoteó ese retorno. Benefició a los grupos dominantes, revisó la política petrolera, obstaculizó la reforma agraria, dio créditos a los empresarios y aumentó los precios de los productos, entre ellos el azúcar.

 La dictadura violó derechos laborales, aplicó decretos anti obreros y leyes que criminalizaban la lucha social, dividió a las centrales sindicales encarcelando a sus líderes, reprimió con violencia y muerte a los campesinos.

El retorno a la constitucionalidad se alargó por acción del sector represivo y pro oligárquico de las Fuerzas Armadas liderado por Durán Arcentales y su principal brazo ejecutor, el general Bolívar Jarrín Cahueñas.

En esas circunstancias, los trabajadores de Aztra agotaron todos los recursos para que se les pagara del incremento del precio del azúcar y se cumpliera el contrato colectivo. Pero la empresa y las autoridades dilataron el trámite.

El 15 de octubre los trabajadores declararon la huelga y luego tomaron las instalaciones. La respuesta fue suspender el trámite del conflicto colectivo e incrementar la presencia de la policía, a la que la empresa pagaba por servicios de seguridad en el ingenio, contra su rol de agente del orden público.

Cuando llegaron refuerzos policiales, el coronel Reyes Quintanilla y los mayores Díaz y Cruz dispusieron el ingreso a la fuerza a las instalaciones del ingenio.

Mientras los trabajadores en huelga recibían la visita de sus familiares, a las 18:00, según cuenta Víctor Granda en su libro sobre el tema, luego de rodear a más 3.000 personas con más de 200 efectivos, se escuchó el ultimátum de un oficial que concedía dos minutos para que los huelguistas abandonen el lugar. Pero la garita y las puertas estaban bloqueadas. 

Los policías hicieron disparos y lanzaron bombas lacrimógenas. Los trabajadores y sus familiares fueron empujados a lanzarse masivamente al canal de riego que rodeaba el ingenio. La represión se extendió hasta el día siguiente en los cañaverales y en la vía a La Troncal.

La policía allanó y varios dirigentes y asesores laborales como Santiago Espinoza y el doctor Brummel Reyes fueron vejados y detenidos. Los cadáveres fueron apareciendo y llegaron a 24. La mayoría se había ahogado, pero también tenían golpes e impactos de bala.

El gobierno culpó a los propios trabajadores. La justicia, luego de un breve trámite, dejó en la impunidad la matanza y dictó sobreseimiento definitivo de los hechos y sus presuntos responsables. Pero la masacre de Aztra y sus muertos han vivido en la memoria colectiva como heroicas víctimas de la represión dictatorial.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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