Sábado, 20 de abril de 2024

Las dos nuevas ranas de cristal de Ecuador 'muestran' su corazón

Autor:

Redacción Primicias

Actualizada:

29 Mar 2022 - 0:05

Científicos ecuatorianos describieron dos nuevas especies de ranas de cristal en la reserva Mashpi y en la cordillera de Toisán. Sus cuerpos son tan transparentes que es posible ver cómo laten sus corazones.

ranas de cristal

Autor: Redacción Primicias

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29 Mar 2022 - 0:05

Dos nuevas especies de ranas de cristal de Ecuador: Hyalinobatrachium mashpi y la Hyalinobatrachium nouns. - Foto: Cortesía: Carlos Morochz y José Vieira.

Científicos ecuatorianos describieron dos nuevas especies de ranas de cristal en la reserva Mashpi y en la cordillera de Toisán. Sus cuerpos son tan transparentes que es posible ver cómo laten sus corazones.

Entre el clima húmedo y los finos riachuelos de la reserva ecológica Masphi en Quito y la cordillera de Toisán en Imbabura habitan dos ranas de cristal, que a simple vista pueden parecer hermanas.

Se trata de la especie Hyalinobatrachium nouns y la Hyalinobatrachium mashpi, descubiertas originalmente en el campo en 2014 y 2012 respectivamente.

Fue solo hasta la segunda semana de marzo de 2022 que el equipo del biólogo Juan Manuel Guayasamín se animó a anunciarle al mundo que Ecuador tenía dos nuevas especies de ranas de cristal. 

“Desde que las encontramos por primera vez las hemos estado estudiado y comparando para finalmente describirlas y mostrarlas como dos especies nuevas”, dice Guayasamín, profesor de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ). 

Con estas dos nuevas integrantes, la familia de ranas de cristal de Ecuador suma ya 62 especies, de las 155 que hay la región de las Américas, desde México hasta Bolivia. 

Más allá de su belleza y singular apariencia, estas ranitas de cristal son muestra de cómo la biodiversidad ecuatoriana es infinita y con mucho aún por explorar. 

“Nadie podría decir que no son lindísimas, pero además de eso tienen un valor para los seres humanos, por su potencial turístico y hasta de inspiración artística”, agrega Guayasamín, coautor de un estudio sobre estos dos nuevos hallazgos. 

El reciente estudio se publicó en la revista científica PeerJ, y por si fuera poco las ranitas aparecieron en la publicación de National Geographic. 

Transparentes y diminutas

Para describirlas como dos especies diferentes, Guayasamín y su equipo recurrió a técnicas de selección genética, estudió sus comportamientos y hasta comparó los cánticos con otros anfibios. 

Tras estos estudios de varios años, finalmente los científicos determinaron que las dos especies son un 5% diferentes. Si bien este porcentaje puede parecer poco, Guayasamín explica que representa en realidad un amplio abanico de diferencias. “Solo para tener un ejemplo, los seres humanos y los chimpancés tenemos 2% de diferencias genéticas”. 

Pero se trata de diferencias meramente genéticas, puesto que morfológicamente ambas son muy similares. Tienen inmensos ojos verdes, y un cuerpo tan transparente que es posible ver un punto rojo latiendo, el corazón de la ranita. 

Separadas por un valle 

Guayasamín explica que aún es muy pronto determinar con exactitud el grado de vulnerabilidad de las dos nuevas especies. “Es probable que estén amenazadas, porque habitan en zonas con mucha fragmentación debido a la agricultura y ganadería. Ya casi no quedan bosques y están en medio de concesiones mineras”. 

Los científicos a cargo del descubrimiento han iniciado el trámite en la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) para que dictamine oficialmente su categoría de amenaza. 

Algo que sorprende también a los investigadores es que ambas especies estén separadas por apenas 29.000 kilómetros. 

La ranita mashpi habita en la rivera sur del río del mismo nombre, entre las reservas privadas Mashpi y Tayra. 

Vista panorámica de la reserva privada Mashpi, en Quito.

Vista panorámica de la reserva privada Mashpi, en Quito.  Cortesía Juan Manuel Guayasamín.

Mientras que la segunda especie está en el flanco norte de la cordillera Toisán, límite entre Pichincha e Imbabura. Concretamente, la especie se encuentra en el bosque Los Cedros, que a finales de 2021 fue declarado zona libre de minería. 

Ambos puntos se separan gracias al valle de Guayllabamba, y esto habría provocado que las ranitas vivan muy cerca, pero sin mezclarse genéticamente.