En sus Marcas Listos Fuego
Casinos – ¿el paraíso de los lavadores?

PhD en Derecho Penal; máster en Creación Literaria; máster en Argumentación Jurídica. Abogado litigante, escritor y catedrático universitario.
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El regreso de los casinos otra vez entra en debate nacional. Quienes apoyan a Daniel sostienen que generará miles de plazas de empleo y cuantiosos tributos para el Estado; y, quienes se oponen a Daniel dicen que los casinos sirven sólo para dos cosas: generar ludópatas y lavar activos.
¿Pero cuál es la verdad de esta novela? La respuesta es un gran: DEPENDE.
Empecemos por lo sencillo: sí, los casinos sirven para lavar activos, al igual que el sector inmobiliario, automotor y bancario. ¿Por eso vamos a prohibir la construcción, la venta de autos y los sistemas de intermediación financiera? No, ¿verdad?
No se preocupen, que no seré tan simplista. Hoy me dedicaré a explicarles cómo se lava activos en casinos para que no se queden en el célebre ecuatorianismo de: “dicen que…” y claro, también propondré medidas de prevención.
Empecemos.
En palabras simples: el lavado de activos es el proceso a través del cual se transforma dinero sucio en dinero limpio, para implantarlo en la economía formal y así ocultar su origen.
Los casinos físicos ofrecen un entorno propicio para esta actividad. ¿Por qué? Porque manejan grandes volúmenes de efectivo y apuestas de alto valor, lo que atrae a delincuentes que buscan canalizar miles de millones en ganancias ilícitas sin despertar sospechas. De hecho, se estima que en el mundo anualmente alrededor de 140 mil millones de dólares en fondos ilegales se blanquean a través de casinos.
La naturaleza intensiva en efectivo de los casinos, sumada al anonimato relativo que ofrecen a los apostadores, facilita que grandes sumas de dinero ilícito se introduzcan en el sistema sin levantar sospechas. Es decir, como siempre fue en Ecuador: cambias medio millón a fichas y sin identificarte.
Los casinos, además, suelen contar con servicios de cambio de divisas, permitiendo convertir dinero entre distintas monedas, y algunos ofrecen cuentas de depósito internacionales, donde fondos en un país pueden usarse en un casino de otro país. Todo viene avalado como “ganancias” y, por lo tanto, al ser la ganancia una actividad permitida, el ingreso extraordinario queda justificado.
Por otro lado, existe menor transparencia con ciertos clientes VIP (high rollers) en salas privadas, cuyo perfil internacional y privilegios especiales pueden dificultar el seguimiento de sus transacciones. Estas condiciones —mucho efectivo en movimiento, clientes de alto riesgo y posibilidad de fragmentar operaciones— convierten a los casinos físicos en lugares ideales para las etapas de “colocación” y “estratificación” del lavado de activos (introducir dinero sucio y disipar su origen mediante apuestas).
Voy a darles un ejemplo de cómo operan los encargados de lavar el dinero de narco cuando entran a un casino:
- El cliente llega con 300 mil dólares en billetes de cien y los cambia por fichas.
- El cliente de casino apila fichas sobre la mesa; las fichas de casino pueden usarse para convertir dinero en efectivo ilícito en ganancias aparentes de juego.
- Gana o pierde, pero gana poco o pierde poco. Lo importante es quedarse con las fichas por al menos una hora.
- Se retira rápido, canjea las fichas y recibe un certificado de “ganancias”, sin que se conozca cuánto invirtió. Es decir, el casino registra la utilidad, pero no el capital.
- El canje, en lugares como Lima, no lo pide en efectivo, sino en cheque, es decir, apostó en efectivo y recibe casi la misma suma, que ahora está bancarizada.
- Además, al ser las apuestas una actividad lícita (cuando así lo permite la ley de cada país), el dinero que tienen en caja es limpio y, por lo tanto, cuando canjean fichas, entregan dinero limpio, sin importar que las fichas se consiguieron con dinero sucio.
En países donde se controla la identidad de canjes superiores a, por ejemplo, 10 mil USD, los lavadores aplican la técnica del pitufeo, es decir, mandan a 10 integrantes de la banda con mil dólares cada uno, para canjear por debajo del umbral y no ser registrados.
Como ven, lavar activos en casinos en muy básico y excesivamente obvio, pero únicamente porque los Casinos, adictos al dinero sin importar su origen, lo hacen fácil.
Esas son las grandes noticias: prevenir y controlar el lavado de activos en casinos es pan comido.
Así que Daniel, por favor, pide a tu equipo jurídico que lean esta columna porque si ganas en esa pregunta de tu consulta, les explicaré cómo hacer que el Estado gane mucho dinero, que las plazas de empleo sean por miles y, lo más importante, que no se fomente el lavado de activos.
El Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) hace mucho tiempo estableció estándares que incluyen a los casinos como entidades obligadas a implementar controles antilavado.
Pero no me voy a quedar sólo con esas recomendaciones, sino que les voy a hacer una propuesta legislativa concreta, para que Daniel sea héroe y no villano.
Si gana el sí en esa pregunta, estas deben ser las reglas, inquebrantables, que deben aplicar todos los casinos (caso contrario, los representantes y trabajadores de los casinos, implicados en quebrantar la debida diligencia, deben irse a la cárcel por coautoría de lavado de activos):
Ninguna persona puede cambiar efectivo por fichas. Sólo se admite dinero bancarizado a través de transferencia bancaria o tarjeta de débito o crédito.
Ninguna persona puede canjear fichas, por ningún valor (se debe trabajar sin umbrales mínimos o máximos) sin identificarse con su documento de identidad (el cual será registrado).
Al cambiar dinero por fichas, el cliente debe firmar un certificado de licitud de fondos e idealmente se debe someter a un control biométrico de fotografía y huellas dactilares (aquí me van a decir que la Ley de Protección de Datos lo Prohíbe, entonces, hay que reformar esa ley castrante).
Los casinos, mensualmente, enviarán a la UAFE y al SRI un informe financiero detallado (como sujeto obligado a reportar) en los que constará, cliente por cliente, el capital invertido, el capital canjeado y las ganancias recibidas.
- Si usted gasta en el casino el dinero lícito declarado que tiene, producto de su trabajo honrado, es su problema si lo pierde o si lo multiplica. Pero si usted es un muerto de hambre (bancariamente hablando) y resulta que es millonario en efectivo (pese a declarar 0 ingresos), estará apostando su libertad.
Los casinos, además, deben tener acceso a Equifax, como todos los bancos y aseguradoras, y así conocer el perfil financiero del apostador. Si la transacción se sale de su perfil financiero, deben remitir una alerta inmediata a la UAFE, esto se conoce como Informe de Operación Sospechosa ROS/SAR.
Los casinos para poder operar deben tener programas sólidos de cumplimiento interno (compliance reforzado denominado ADL).
Daniel tiene una gran idea y seguro que conoce las cifras, de ahí que se le hizo agua la boca cuando vio esta fuente de ingresos extraordinaria para el Estado si les clava un impuesto del 25% anual.
Para dimensionar su importancia, el mercado mundial de casinos físicos generó aproximadamente 150 mil millones de dólares en ingresos brutos en 2024. Si se incluye el creciente segmento de apuestas en línea, la industria global del juego (físico + online) alcanzó unos 260 mil millones anuales recientemente.
Y muchos de ustedes me dirán: “pero con los requisitos que propones, vas a desincentivar que la gente vaya a los casinos a generar esas ganancias millonarias”.
No, mamitico, con los requisitos que propongo busco desincentivar a los narcos de venir a invertir a Ecuador, porque si nos volvemos amantes de su dinero sucio, será cuestión de meses para que pasemos a pertenecerles.
Llevo la mitad de mi vida dedicado al Derecho Penal Económico, conozco el sistema de cerca, sé cómo lavan los malos y cómo pagan los buenos.
¿Y la ludopatía? Más caro le sale al país sostener los centros de oncología públicos, así que prohibamos el cigarrillo.
Y lo digo un tanto en serio como en ironía, porque el Estado está para darnos exclusivamente seguridad, salud y educación. Todo lo demás sobra, sobre todo, esa izquierdosa creencia de que el Estado no debe ser sólo padre, sino niñera.