La incertidumbre pesa en el consumo: el ecuatoriano compra menos productos y más caros
Ecuador atraviesa un período de pesimismo económico reflejado en un Índice de Confianza del Consumidor que se mantiene persistentemente por debajo de los 50 puntos, mientras el consumo masivo muestra contracciones significativas y la inseguridad redefine los patrones de compra ciudadanos.

Una ecuatoriana realizando compras en un supermercado.
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En un contexto económico marcado por múltiples desafíos, el comportamiento del consumidor ecuatoriano revela una compleja interacción entre factores económicos, sociales y de seguridad que determina las decisiones de gasto de los hogares. Según Jean Moreira y Lisette Gordillo en su tesis titulada “El Ingreso y los Determinantes del Índice de Confianza del Consumidor: un análisis para Ecuador”, existe una relación estrecha entre el nivel de ingresos y la confianza económica, elementos que se vuelven cruciales para entender la actual coyuntura del país.
Los datos más recientes muestran un panorama preocupante: el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) se ubicó en 38,24 puntos en abril de 2025, manteniéndose por debajo del umbral de 50 puntos que separa el optimismo del pesimismo. Paralelamente, el consumo masivo presenta una contracción del -5,3% en volumen, según la empresa especializada en inteligencia del consumidor NIQ Monitor, evidenciando cómo la desconfianza se traduce en decisiones concretas de consumo.
El pesimismo económico se consolida en Ecuador
El Índice de Confianza del Consumidor en Ecuador ha mostrado una persistente tendencia pesimista durante los últimos tres años. Según el Banco Central del Ecuador (BCE), desde abril de 2022 hasta abril de 2025, el ICC ha oscilado entre 34,41 y 38,43 puntos, muy por debajo del umbral de 50 que marca la neutralidad entre optimismo y pesimismo (Gráfico 1).
Esta tendencia constante de pesimismo económico refleja lo que Moreira y Gordillo identificaron en su investigación: una relación directa entre las expectativas económicas de los hogares y su capacidad de ingreso. Los datos actuales confirman que los factores estructurales del país continúan impactando negativamente la percepción ciudadana sobre el futuro económico.
El comportamiento del ICC durante 2024 y 2025 muestra una leve mejoría en comparación con los niveles más bajos observados en 2023. En mayo de ese año, el índice alcanzó su punto más bajo, con 34,41 puntos, mientras que en septiembre de 2024 logró su mejor registro reciente, con 38,43 puntos. Sin embargo, esta mejora marginal no ha sido suficiente para superar la barrera de los 50 puntos.
La brecha urbano-rural en la confianza del consumidor
Un aspecto destacable del análisis es la diferencia en la percepción económica entre sectores urbanos y rurales. Según el Banco Central del Ecuador, el sector rural ha mostrado en varios períodos niveles de confianza ligeramente superiores al urbano, particularmente visible desde agosto de 2024 (Gráfico 2).
En marzo de 2025, el ICC rural alcanzó 39,11 puntos frente a 36 puntos del sector urbano, una diferencia de más de tres puntos que sugiere que las zonas rurales mantienen una perspectiva menos pesimista sobre la economía.
La investigación de Moreira y Gordillo ya había identificado diferencias regionales significativas en el ICC, encontrando que variables como la ubicación geográfica influyen de manera considerable en la percepción económica de los hogares ecuatorianos.
La contracción del consumo masivo: señales de alarma
Los datos más recientes del último estudio publicado por NIQ Monitor de febrero de 2025, presentan un panorama preocupante del consumo masivo en Ecuador. La canasta total NIQ registra una contracción del -5,3% en volumen en lo que va del año, acompañada de un incremento del 3,6% en precios, lo que sugiere que los consumidores están comprando menos cantidad de productos a precios más altos.
El análisis por categorías revela que las bebidas, que representan el 52% de las ventas de la canasta NIQ, muestran comportamientos diferenciados; mientras las bebidas alcohólicas crecen 4,5% en valor, las no alcohólicas caen -5,3%. Los alimentos, que constituyen el 31% de las ventas, presentan la mayor contracción con -7,4% en valor y -5,2% en volumen (Gráfico 3).
Estos datos confirman las predicciones teóricas sobre el comportamiento del consumidor en contextos de baja confianza económica, pues según Moreira y Gordillo, cuando los consumidores perciben incertidumbre sobre sus ingresos futuros, tienden a reducir el consumo y privilegiar el ahorro como mecanismo de protección.
Impacto regional: Guayaquil lidera la contracción
El análisis regional del consumo masivo muestra disparidades significativas que reflejan las diferentes realidades económicas del país. Según NIQ Monitor, Guayaquil registra la mayor contracción con -10,1% en valor y -11,7% en volumen, seguida por Quito, con -3,8% en valor y -6,4% en volumen (Gráfico 4).
Paradójicamente, la zona denominada “Resto Sierra” es la única que presenta crecimiento con 1,6% en valor y 0,4% en volumen. La severa contracción en Guayaquil, principal puerto comercial del país, podría estar relacionada con múltiples factores, incluyendo la crisis de seguridad que afecta particularmente a esta ciudad.
Inseguridad, el factor que redefine el comercio
La inseguridad en Ecuador ha emergido como un determinante crucial del comportamiento del consumidor, modificando no solo qué se compra sino dónde y cómo se realiza la compra. Según el Ministerio del Interior, hasta abril de 2025 se han registrado 3.093 homicidios intencionales a nivel nacional, lo que representa un incremento del 58,5% respecto al mismo período de 2024, cuando se contabilizaron 1.951 casos.
Las medidas adoptadas ante la ola de violencia han transformado el paisaje comercial. Según NIQ Monitor, más del 50% de las tiendas tradicionales atienden tras rejas, porcentaje que se eleva a más del 80% en la Costa. Esta transformación radical no solo refleja la gravedad de la crisis de seguridad, sino que también evidencia cómo la violencia está reconfigurando las estructuras económicas básicas del país.
El análisis territorial de la violencia muestra una concentración preocupante en los principales centros urbanos. Según el Ministerio del Interior, Guayaquil lidera las estadísticas, con 956 homicidios hasta abril de 2025, seguida por Durán, con 260 casos. Esta concentración de la violencia en los principales centros económicos del país explica parcialmente por qué estas regiones presentan las mayores contracciones en el consumo masivo, estableciendo una correlación directa entre inseguridad y comportamiento económico (Gráfico 5).
Este cambio estructural en los patrones de compra representa más que una simple adaptación, constituye una reconfiguración forzada del modelo comercial ecuatoriano ante un entorno de alto riesgo.
Los determinantes del ICC más allá del ingreso
La investigación de Moreira y Gordillo identificó que el ingreso es el determinante más significativo del Índice de Confianza del Consumidor en Ecuador, pero el contexto actual de 2025 revela que nuevas variables han emergido con igual o mayor poder explicativo. Según su análisis, por cada aumento del 1% en el nivel de ingreso de los hogares, se observa un incremento en la probabilidad de obtener un ICC mayor al promedio de la muestra.
Sin embargo, los datos actuales muestran que factores como la inseguridad han adquirido un peso determinante que trasciende las variables económicas tradicionales. La realidad del mercado laboral ecuatoriano revela una situación preocupante: según la ENEMDU, para abril de 2025 apenas tres de cada 10 ecuatorianos contaban con empleo adecuado (35,8%), mientras que la informalidad afectaba a más de la mitad de la población trabajadora (54,1%).
Más alarmante aún es que, según la ENEMDU anualizada de 2024, aproximadamente seis de cada 10 trabajadores viven con ingresos inferiores al salario básico. Esta precariedad laboral estructural explica por qué el ICC se mantiene estancado en 38,24 puntos.
Moreira y Gordillo encontraron que la educación es un factor protector: por cada nivel de instrucción educativa adicional, el ICC aumenta en promedio 0,44 puntos. Este hallazgo sugiere que las políticas de educación no solo impactan el desarrollo humano, sino que también influyen directamente en la percepción económica y, por ende, en las decisiones de consumo de los hogares ecuatorianos.
El análisis del consumo ecuatoriano en 2025 descubre un país en transición, donde factores económicos tradicionales se combinan con nuevas variables como la inseguridad para determinar el comportamiento del consumidor. La persistencia del pesimismo económico, reflejada en un ICC consistentemente por debajo de 50 puntos, encuentra su correlato en la contracción del consumo masivo del -5,3% en volumen.
Ecuador enfrenta un círculo vicioso donde la desconfianza económica alimenta la contracción del consumo, mientras la inseguridad redefine los patrones comerciales, creando un ecosistema donde la supervivencia económica se subordina a la seguridad física. Romper este ciclo requiere intervenciones integrales que aborden simultáneamente la generación de empleo digno, la seguridad ciudadana y la construcción de confianza institucional como pilares fundamentales para la recuperación del dinamismo económico nacional.
(*) Economista, analista económica Revista Gestión.
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