Sábado, 27 de abril de 2024
Al aire libre

No corten los árboles, nos ayudan a ahuyentar a los delincuentes

Lourdes Hernández Vásconez

Lourdes Hernández Vásconez

Comunicadora, escritora y periodista. Corredora de maratón y ultramaratón. Autora del libro La Cinta Invisible, 5 Hábitos para Romperla.

Actualizada:

6 May 2023 - 5:26

Salgo a caminar con mis perros y de pronto, en la vereda que siempre tenía árboles, ahora no hay ni uno. Solo queda el césped.

Ya nada sorprende, pero cortar árboles grandes y frondosos en un barrio bonito, me deja fría y triste.

Pregunto a unos guardias de la zona y me dicen que cortaron por la inseguridad. Que los maleantes se esconden detrás de los troncos, dicen, y también se trepan por ahí. 

¡Entonces cortemos todos los árboles de la ciudad!

Entonces ahora los delincuentes, además de su violencia y maldad, contribuyen a dañar el medio ambiente.

Consulto con los entendidos en vialidad sostenible y seguridad y contradicen esta hipótesis. Ellos dicen que una comunidad que cuida sus parques, sus árboles y sus parterres, aleja a la delincuencia. 

En un espacio público vital, con una vecindad activa, donde la gente se junta, hay seguridad.

Una esquina oscura, con basura, por ejemplo, o una vivienda con un vidrio roto, incrementa el descuido y atrae a los malhechores.

En el perfil de Twitter de Mobility Behavior hay ejemplos de cómo mejoran los barrios a raíz de volverse peatonales, combinando los trayectos para caminar con árboles y plantas.

La comunidad empieza a salir a pasear, se reúne en las veredas, los niños montan bicicleta y juegan en las áreas verdes.

En un barrio donde predomina el automóvil, la gente vive encerrada, entre alambradas eléctricas y muros. Entonces cortan los árboles para espiar, agazapados desde las ventanas, la periferia descampada.

Los arquitectos sostenibles no son como los arquitectos tradicionales que llegan a "limpiar los terrenos" antes de construir. 

Un arquitecto que se precia de innovador, que sabe de biología y paisajismo natural, enumera los árboles y matorrales que van a quedar en el sitio, muchas veces los cerca con alambre para que no ocurra que la maquinaria de construcción los dañe, mide la zona donde va a construir y los mueve con raíz y todo.

Después los ubica donde puedan seguir creciendo fuertes y saludables. 

Por algo están allí, son nativos de la zona y sirven para alimentar a los pájaros, abejas, mariposas y demás insectos.

Cuando la casa, edificio o conjunto están terminados, lucen un jardín lleno de las cucardas, buganvillas, retamas, moras que vivían antes allí. Con el molle, la chirimoya, la guaba, el arrayán, grandes y hermosos. 

En la Costa, el palo santo, la cascarilla, el guayacán, adornan las viviendas sostenibles.

Y la plusvalía sube. Y se ahorraron el costo de sembrar plantas y árboles que muchas veces son introducidos y resultan tóxicos para los animales.

Una amiga arquitecta me decía, el jardín del vecino es tu jardín. Porque lo miras por la ventana, respiras su aire, recibes sus aromas, oyes sus pajaritos y sus mariposas se pasan por tu casa.

¿Sabían que hay arquitectura femenina? Ana Falú, arquitecta y feminista, propone en una entrevista a Diario El País "una arquitectura de lo cotidiano, que mejore la calidad de vida del día a día. Un urbanismo que piense en el barrio; en dotarlo de servicios, en acercar todas las cosas que son necesarias para hacer la vida más sencilla, con el fin de regalarle tiempo a las mujeres. Porque el tiempo es el bien más escaso en la vida las mujeres", afirma.

Falú añade: "Las mujeres son las que más usan el espacio público, casi siempre con otros: niños, personas con discapacidad, mayores… Ese espacio público tiene que estar pensado en clave feminista”, reclama.

Que podamos llegar caminando a un parque cercano. Que el Municipio cumpla con abundancia las ordenanzas de espacios verdes y derechos de la naturaleza. 

Un ejemplo es el Chaquiñán, espacio verde de 30 kilómetros de largo por cinco de ancho, para todo un valle lleno de gente. Es un espacio hermoso y muy visitado, pero no es suficiente. Hay que crear conexiones a más zonas verdes, hacia el río, hacia el Ilaló.

En conclusión, los espacios verdes con árboles y plantas nativas nos dan aire puro, ahorro de agua por riego, su sombra alivia el calor, incrementan el valor de los inmuebles, su drenaje natural ahorra el trabajo de las alcantarillas y evita las inundaciones, atraen a las aves, a los insectos y promueven una comunidad alegre y segura.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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chaveztomas
7 mayo, 2023 09:07

Buenos días. Los árboles y la naturaleza en general son un aliado en el bienestar de la comunidad en muchos aspectos como la salud y el comportamiento. Eso está sumamente comprobado, pero a la hora de ganar terreno y dinero los gobiernos y empresas son capaces de destruirlo todo y nosotros como sociedad no nos oponemos a eso, generalmente por ignorancia y comodidad. Todo eso se puede ver en la construcción de los nuevas ciudadelas, no hay árboles. He leído en un periódico que la ONU recomienda para Guayaquil la cantidad de novecientos mil (900.000) árboles y solo cuenta con… Leer más »

Última edición 11 meses atrás de chaveztomas