Domingo, 28 de abril de 2024
Contrapunto

Por qué Beethoven pasó de la devoción al odio a Napoleón

Fernando Larenas

Fernando Larenas

Periodista y melómano. Ha sido corresponsal internacional, editor de información y editor general de medios de comunicación escritos en Ecuador.

Actualizada:

22 Abr 2023 - 5:27

Se ha comentado bastante acerca de la dedicatoria de Beethoven de su Sinfonía número 3
en mi bemol, opus 55 al joven revolucionario Napoleón Bonaparte y, poco después, su decisión de borrar ese nombre de la partitura.

Pero pocos conocíamos cuál fue la verdadera devoción de Beethoven por el militar francés, sus luchas heroicas, incluso su carisma; pero también el desencanto cuando invadió Viena, la ciudad en la que vivía y componía música el maestro alemán.

En el libro 'Beethoven: La música del silencio', editorial Catalonia 2022, la escritora e investigadora Elizabeth Subercaseaux narra detalles que estaban inéditos acerca de la relación entre estos dos enormes personajes de la historia de los siglos XVIII y XIX.

Escrito en modo de autobiografía, Beethoven dice:

-Nací en 1770, Mozart tenía 14 años, Goethe 21 y Napoleón estaba aprendiendo a caminar. Hoy, 57 años más tarde, Mozart ya no está, Goethe es un anciano de 78 y Napoleón murió hace seis años en la isla Santa Elena.

Napoleón fue el ogro, el amo y el genio de Europa y murió rodeado de ratas y cucarachas en la isla Santa Elena, continúa la historia.

"Era el héroe indiscutible, en su ascenso de pequeño teniente al trono imperial del mundo, Napoleón había electrizado a toda una generación en Francia. No había nacido príncipe o noble, provenía de una familia modesta y, sin embargo, sería general a los 24 años, soberano de Francia a los 30 y después del mundo entero".

Beethoven se identificaba plenamente con el general francés porque:

-Ambos proveníamos de familias modestas, la de Napoleón vinculada al campo militar, la mía a la música.

Vivía, continúa la narración, con la esperanza de conocerlo, pero claro, "después todo iba a complicarse y llegué a odiarlo".

-Yo amaba los principios republicanos, era partidario de la libertad sin limitaciones, de la independencia nacional y confiaba en este soldado valiente y culto, imbuido en las enseñanzas de la antigua Grecia, un seguidor de Alejandro que pronunciaba palabras dignas de un romano como Cicerón.

Según el narrador, en la Viena de 1794 la represión y la censura llegaban a extremos insoportables, había tantos disidentes y condiciones para una revolución.

-Pero yo sabía que mientras a los austríacos no les quitaran la cerveza negra y sus salchichas no iban a rebelarse.

Es un general malvado y ambicioso, dice que le contaba una duquesa.

-A mí me parecía un hijo de la revolución que proclamaba la libertad. Pero a la hora de defenderlo, lo hacía en las tabernas, parado encima de una mesa y con varias copas en el cuerpo.

Luego, narra Beethoven "El escenario cambió de manera brutal, Napoleón y sus huestes se habían lanzado contra Viena. Mientras los soldados vieneses caían luchando contra las poderosas tropas napoleónicas, los señores de la nobleza ofrecían bailes en sus palacios".

Napoleón se apoderó de Viena, continúa, el relato del genio musical:

-Se convirtió en un déspota… me invadió un profundo desaliento. Me estaba llenando de odio contra el mismo que había ensalzado. Fue mi héroe desde que yo tenía memoria política y aun cuando llegué a odiarlo, lo había admirado casi porfiadamente.

Y aquí viene la confesión de lo que ocurrió con la Sinfonía 3:

-Una noche, solo en mi escritorio, rasgué la primera hoja de mi tercera sinfonía. La había escrito en honor a él con el título Sinfonía Bonaparte, ahora se llama Eroica.

La Sinfonía 3 es considerada una de las más importantes en el repertorio de Beethoven, porque con esta obra comenzó su ruptura con el clasicismo y, al mismo tiempo, inauguraba el período romántico de la música.

Napoleón había anunciado su presencia en el estreno de la Eroica, pero a última hora avisó que no asistiría. Luego llegó un emisario con un mensaje de Bonaparte en el que invitaba a Beethoven a que viajaran juntos en su carruaje a París.

-Me negué, no podía aceptar ese convite… me dejé llevar por un momento de rabia y de profunda antipatía por los franceses, no porque vencieran a los alemanes, sino porque aceptaron a un emperador.

El músico alemán manifiesta su tristeza por la forma como su héroe vivió sus últimos días. Los ingleses, decía según el libro, en vez de darle una protección humanitaria cuando se entregó, lo llevaron prisionero a la isla Santa Elena, una roca maldita en el fin del mundo.

-Lo instalaron en una casucha cerca de un estercolero, plagada de ratones, con lagartos en el techo, el piso se había hundido, las aguas podridas invadieron su habitación. Seis años estuvo viviendo en condiciones inhumanas.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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