Martes, 23 de abril de 2024
Firmas

La moda de los hombres que lloran

Pablo Cuvi

Pablo Cuvi

Pablo Cuvi es escritor, editor, sociólogo y periodista. Ha publicado numerosos libros sobre historia, política, arte, viajes, literatura y otros temas.

Actualizada:

7 Ene 2023 - 5:28

Una amiga gringa que seguía el Mundial desde Nueva York nos preguntaba sorprendida: ¿por qué lloran tanto?

Buena pregunta que no sorprende por acá, pues las estrellas millonarias del fútbol difundieron hace rato la moda del lloriqueo.

Hinchas aparte, el sensual y extrovertido Brasil es el escenario predilecto de esta onda: ahí lloraron los argentinos cuando perdieron con Alemania en 2014 y lloró a mares Neymar, cuando perdió contra Argentina la Copa América en el mismo Maracaná.

Tite abraza a Neymar después de la derrota.

Tite abraza a Neymar después de la derrota.  @CopaAmerica

Y acaba de llorar Bolsonaro en su despedida del poder. ¿Llora por los millones de hectáreas quemadas en la Amazonía? ¿Llora por los cientos de miles de brasileños muertos por el Covid-19 debido a su política irresponsable?

¡No! Llora por él mismo, porque se le acabó la teta.

Pero también lloró Lula cuando recibió las credenciales y dijo que había sido perseguido por la justicia. (La autocompasión no borra su relación con Odebrecht).

Y volvió a llorar un par de veces este domingo, en su posesión, dejando una imagen no de ternura sino de senilidad.

Así hemos pasado del extremo machista de que los hombres no lloraban ni a tiros (salvo en las cantinas por penas de amor) al moqueo incesante cada vez que te embarga la emoción.

Durante siglos el llanto fue un atributo femenino. Cuando los moros perdieron el último reino en la península ibérica, el de Granada, y debieron emprender la retirada en 1492, la sultana Aixa le espetó a su hijo Boabdil: "Lloras como mujer lo que no supiste defender como hombre".

Probablemente, sea leyenda, pero con esas leyendas nos educaron. Al mismo tiempo, es una muestra de cómo las mujeres han transmitido por siglos el machismo.

Ahora bien: si pierdes para siempre la Alhambra te puedes echar una lágrima, pero no cada vez que pierdes un partido de fútbol.

Hay también lágrimas de arrepentimiento cuasi genuino cuando has hecho mucho daño por razones de Estado y, ya viejo, quieres extraer enseñanzas.

Ese fue el caso de Robert McNamara, brillante economista que, jovencito aún, en la Segunda Guerra Mundial, aplicó sus conocimientos estadísticos para volver más eficaces los bombardeos con napalm, ordenados por el general LeMay, a las ciudades de Japón.

Antes de las dos bombas atómicas, cuando en una sola noche quemaron medio Tokio, causando la muerte de cien mil civiles, LeMay le dijo que podían ser juzgados como criminales de guerra.

Eso lo cuenta en ‘The Fog of War’, el clásico documental de Errol Morris, de 2003, con música de Philip Glass. Un lujo.

Y un testimonio imprescindible para quien busque entender las guerras del siglo XX y las actuales, pues varias de las lecciones se aplican a la invasión rusa a Ucrania.

En los años 60, McNamara se convirtió en el poderoso secretario de Defensa de Kennedy y de Johnson durante la crisis de los misiles en Cuba y la escalada de la guerra en Vietnam, a la que finalmente se opuso y renunció.

Cuando a finales de siglo dejó escapar dos lágrimas al reconocer que las matanzas de japoneses y de millones de vietnamitas no fueron realmente necesarias, varios analistas preguntaron: ¿por qué llora McNamara?, ¿por qué tan tarde y tan a medias?

Y lo acusaron de hipócrita, o, directamente, de 'son of a bitch'. Pero él insistía en que lo vieran como un tipo que quiere racionalizar lo que pasó y ayudar a que no siga pasando.

Hoy, basta ver la sevicia con la que Putin bombardea las ciudades de Ucrania para constatar que nada cambió.

Eso sí que debería ponernos a llorar a todos. Y todas.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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7 enero, 2023 10:01

Saludos. Lástima el final del artículo muy sesgado o los 400 muertos rusos de un solo golpe no significan nada. Investigó las razones del ataque ruso ?. Quisiera algo más imparcial. Gracias.

Miguel Torres
9 enero, 2023 15:07

Las lagrimas son de los Seres Humanos... No pertenecen exclusivamente ni a hombres ni a mujeres, ni a niños ni a ancianos... Ni a enamorados ni a desamorados... Ni a periodistas ni a los lectores (que lloramos más de pena, que de rabia, cuando leemos lo que escriben como en este artículo). Y lo peor, para llorar a gritos, defiende a los neonazis... y culpa la defensa confundiendo con ataque... ¿Sabe que hicieron los neonaz... para que Rusia decidiera intervenir? Seguramente, para seguir llorando a mares, escribe así porque es la opinión de los dueños de este medio... Para llorar...… Leer más »