Viernes, 19 de abril de 2024

Daniel Pontón: poner más policías no ayuda a disuadir el crimen

Autor:

Carolina Mella

Actualizada:

30 Ene 2021 - 0:04

El asesinato del presentador de televisión Efraín Ruales vuelve a poner en debate la inseguridad en el país y las estrategias aplicadas por las autoridades para combatir el crimen.

La Policía Nacional durante el operativos tras un asesinato la mañana del 27 de enero de 2021, en la ciudadela Mirador del Norte, en Guayaquil.

Autor: Carolina Mella

Actualizada:

30 Ene 2021 - 0:04

La Policía Nacional durante el operativos tras un asesinato la mañana del 27 de enero de 2021, en la ciudadela Mirador del Norte, en Guayaquil. - Foto: API

El asesinato del presentador de televisión Efraín Ruales vuelve a poner en debate la inseguridad en el país y las estrategias aplicadas por las autoridades para combatir el crimen.

La percepción de inseguridad por el aumento de la violencia se siente. Guayaquil suma 30 muertes violentas desde que comenzó 2021, según datos de la Policía Nacional.

En entrevista con PRIMICIAS, Daniel Pontón, decano del Centro de Seguridad y Defensa del Instituto de Altos Estudios Nacionales, sostiene que hace falta incluir a unidades especializadas para investigar a las organizaciones criminales.

¿Cómo ve lo ocurrido esta semana, con el asesinato del presentador Efraín Ruales?

Es complicado, todo esto que se ve en películas nos pone en un estado de incertidumbre. 

Al ser una persona conocida, genera una pena social. La característica de este asesinato es que de alguna u otra forma nos dice que la criminalidad en el país ha escalado de manera peligrosa.

El sicariato está instalado en la sociedad, ya no como un instrumento del crimen organizado, sino que está presente como un mecanismo al servicio de la población para resolver conflictos.

Es decir que lo que pasó con Ruales deja pensar que tenía un conflicto, no se sabe todavía cuál era.

Pero sí hay dos elementos que se podrían establecer aquí y es que la persona que contrató este servicio, ciertamente tiene poder y dinero. Y que fue por gente especializada, porque es un crimen hecho por profesionales. 

¿Hay un mensaje de fondo?

La violencia es una forma de comunicación. Si se quiere eliminar a un testigo clave, eso es una violencia estratégica. Como pasó con el israelita en la cárcel, el año pasado. 

Hay gente que a veces comete un error que perjudica a estas estructuras, una deuda no cumplida, los delatores, eso es una violencia de escarmiento.

Pero hay otro tipo de violencia que tiene que ver más con mensajes de terror, que se hacen en lugares públicos, como por ejemplo el asesinato de 'Rasquiña'. El objetivo era eliminarlo, pero también enviar un mensaje.

En este caso, no sé si hay un mensaje, pero sí existe la posibilidad de que la persona que lo cometió, tenga la orden de generar la menor cantidad de evidencias. 

¿El crimen ya es un problema sistemático?

Yo creo que sí. Se puede establecer que hay un mensaje de "no creemos en el Estado". 

Con un Estado que no da garantías para erradicar la impunidad, lo que se entiende es que la gente tiende a usar la violencia por mano propia. 

Hay conflictos de deudas, de tierras, laborales, en los que se ha utilizado el sicariato para resolverlos.

Es decir, el sicariato ya está instalado como una alternativa para resolver conflictos y eso abre la puerta para que sea algo sistemático. 

¿Ayuda en algo la decisión de las autoridades de tener más presencia policial en las calles?

La seguridad tiene una misión objetiva, que es resolver el grueso de los delitos que más afectan a la gente, como los robos y homicidios. 

Pero también está el lado subjetivo. Poner más policías tiene el efecto de que algo se está haciendo, pero en realidad poco ayuda para disuadir el crimen. 

El hecho de tener más policías en este tipo de problemáticas sirve muy poco. Más bien lo que se necesita es gente especializada en la desestructuración de este tipo de organizaciones.

Se necesitan buenos equipos de inteligencia e investigación criminal. 

¿Por qué no hay mejores resultados en las demás estrategias que plantean las autoridades? 

No sería tan pesimista respecto a los resultados. En seguridad es realmente complicado evitar que no exista violencia, porque es parte del día a día de sociedades en desarrollo. 

Hay una experiencia buena respecto a la reducción de los homicidios en la última década en el país.

El problema es que el sostenimiento de las políticas requieren de esfuerzos institucionales marcados y las reducciones presupuestarias impactan en la gestión de la seguridad. 

Hubo un recorte en todo el Estado por la pandemia y eso de alguna forma debilita el accionar de la Policía y de las instituciones de control. 

Pero no sólo debemos enfocarnos en la Policía y la justicia, sino también en otras organizaciones de la sociedad civil, como los gobiernos locales. 

Cada vez que hay un evento como el de esta semana, se reúnen las autoridades y muestran productividad. Pero en el tiempo esto tiende a calar muy poco en la misión de fortalecer el accionar de las instituciones. 

¿Cuáles serían esas soluciones integrales?

Para evitar esta escalada de violencia hay que actuar de manera integral. Primero el fortalecimiento de la Policía, sobre todo las unidades de inteligencia.

Se puede trabajar en una supervisión mucho más aguda de los fiscales y la justicia, estamos fallando muchísimo en eso, porque el crecimiento del homicidio en el país ha venido emparejado con un crecimiento en la impunidad.

Hay que trabajar en materia de prevención. El arma con la que mataron al presentador Ruales es una 9 milímetros, posiblemente ilegal. Lo que está fallando mucho es el control de armas. 

¿Cómo la sociedad podría participar si no confía en las instituciones?

El miedo por lo general tiene efectos a corto plazo. La pandemia nos ha enseñado eso. Al inicio la gente no sacaba ni las narices de su casa, solo por necesidad, y actualmente todos hemos perdido el miedo. 

Igual es con el crimen, al inicio se asustan, pero después tienden a normalizarlo, pero obviamente sí cambian los hábitos. Eso implica que invirtamos más dinero en seguridad privada, en protección. 

El problema es que muchos de esos mecanismos de autoprotección que utiliza la población pueden ir en contra de una correcta gestión de la seguridad como bien público, por ejemplo usar armas de fuego.