Jueves, 02 de mayo de 2024

Renuncia de Aguiñaga abre una grieta en la dirigencia correísta

Autor:

Redacción Primicias

Actualizada:

19 Oct 2023 - 16:21

Bajo la presidencia de Marcela Aguiñaga, la Revolución Ciudadana arrebató a los socialcristianos la Alcaldía de Guayaquil y la Prefectura de Guayas. Pese a ello, la derrota del correísmo en las última elecciones le pasó factura.

La excandidata presidencial de la Revolución Ciudadana, Luisa González, junto a la prefecta de Guayas, Marcela Aguiñaga, el 15 de octubre de 2023.

Autor: Redacción Primicias

Actualizada:

19 Oct 2023 - 16:21

La excandidata presidencial de la Revolución Ciudadana, Luisa González, junto a la prefecta de Guayas, Marcela Aguiñaga, el 15 de octubre de 2023. - Foto: Cuenta de X de Marcela Aguiñaga

Bajo la presidencia de Marcela Aguiñaga, la Revolución Ciudadana arrebató a los socialcristianos la Alcaldía de Guayaquil y la Prefectura de Guayas. Pese a ello, la derrota del correísmo en las última elecciones le pasó factura.

El éxito electoral conseguido en las seccionales de febrero no fue suficiente para que la ahora expresidenta Nacional de la Revolución Ciudadana (RC), Marcela Aguiñaga, se mantuviera en el cargo.

La derrota de la candidata presidencial del correísmo, Luisa González, en las elecciones presidenciales del 15 de octubre, abrió una grieta en la dirigencia del movimiento liderado por el expresidente Rafael Correa.

Fue su hermana Pierina, asambleísta electa de la RC, quien se encargó, aunque ahora lo niegue, de ponerle sal a la herida, cuestionando el hecho de que los directivos del movimiento participen en las elecciones.

Y como la derrota siempre es huérfana, sugirió públicamente que "quienes vayan de directivos, no puedan ser candidatos en dos procesos electorales siguientes, porque, o cumples tu función al 100% o la directiva. Las dos cosas son trabajos a tiempo completo".

Y fue precisamente eso lo que ocurrió con Aguiñaga, quien tomó las riendas de la RC a finales de agosto de 2021 y se postuló la Prefectura de Guayas en 2022, cargo que ganó en febrero pasado.

Su carta de presentación fue la recuperación de la Alcaldía de Guayaquil y la Prefectura de Guayas, haber ganado nueve prefecturas, 50 alcaldías y más de 200 concejalías, así como 500 juntas parroquiales, en las elecciones seccionales de febrero de 2023.

"Hemos logrado ser la primera minoría en la Asamblea Nacional con 52 curules, lo que representa que somos la primera fuerza política de Ecuador", aseguró la noche del 18 de octubre, cuando renunció con un mensaje lapidario:

"El camino de la política es de resistencia, pero también de mucha ingratitud, acompañado, a veces de infamias y calumnias que trastocan a nuestras familias".

Marcela Aguiñaga, prefecta de Guayas.

Su cargo como presidenta de la RC culminaba en agosto de este año, pero se prorrogó por el proceso electoral.

Sin embargo, la dimisión ocurre en medio de un fuego cruzado entre la hermana del expresidente Correa y la actual prefecta de la provincia, quien se ha mantenido lejos de la polémica.

Según los estatutos del movimiento, el reemplazo de Aguiñaga debería ser el vicepresidente nacional, Francisco Hidalgo, quien podría convocar a una asamblea nacional para escoger al nuevo buró y a las directivas provinciales, que también están prorrogadas.

"Teniendo la Prefectura (en Guayas), se perdió un asambleísta en el distrito cuatro, entonces no lo sé. Ese es el análisis que hay que hacer", espetó Pierina Correa en una entrevista radial en Guayaquil.

Pero ahora, Correa toma distancias y asegura que su crítica nunca se enfiló a Aguiñaga, sino a la necesidad de renovar el correísmo desde adentro, aunque aceptó que no tiene contacto de ningún tipo con ella.

De hecho, esa fue la postura de Aguiñaga la noche del 15 de octubre, cuando reconoció la victoria del presidente electo Daniel Noboa. Luego del fracaso electoral, todo apunta a que González se lance a la presidencia del correísmo.

De momento, ningún dirigente de la Revolución Ciudadana se ha pronunciado sobre este impasse, que podría poner en riesgo un capital político que ha durado más de una década.