Viernes, 19 de abril de 2024

Estudiantes y trabajadores pagan la peor factura de las restricciones de la pandemia

Autor:

Juan Pablo Vintimilla

Actualizada:

1 Mar 2021 - 0:05

Hace un año, Ecuador confirmó el primer caso de un paciente infectado con Covid-19 y el Ministerio de Salud montó cercos epidemiológicos con el objetivo de contener una enfermedad que el 11 de marzo de 2020 sería declarada como una pandemia global.

Escuela en Monte Sinaí

Autor: Juan Pablo Vintimilla

Actualizada:

1 Mar 2021 - 0:05

La escuela improvisada de la cooperativa Ciudad de Dios, en Monte Sinaí, Guayaquil, en agosto de 2020. - Foto: Cortesía John Díaz

Hace un año, Ecuador confirmó el primer caso de un paciente infectado con Covid-19 y el Ministerio de Salud montó cercos epidemiológicos con el objetivo de contener una enfermedad que el 11 de marzo de 2020 sería declarada como una pandemia global.

El mismo día que la Organización Mundial de la Salud (OMS) calificó al Covid-19 como una pandemia, Ecuador declaró al país en emergencia sanitaria.

Con esa declaratoria llegaron las primeras de muchas restricciones, que luego se endurecieron con estado de excepción que el 16 de marzo declaró obligatoria la educación virtual y suspendió el trabajo presencial, con algunas excepciones.

Hace un año Ecuador entró en una cuarentena que acabó por modificar la vida social y económica del país. Los más golpeados resultaron los estudiantes de todos los niveles, y los trabajadores.

De un día al otro las escuelas cerraron, el Gobierno prohibió las clases presenciales por el alto riesgo de los salones llenos de niños. El país empezó a improvisar un esquema de educación virtual, que se mantiene e incluye cartillas, clases en línea, y lecciones por radio y televisión.

Según cifras del Ministerio de Educación, hasta el 23 de febrero de 2021 el sistema educativo del país, en todos sus niveles y modalidades, tiene 4,28 millones de estudiantes, sin contar a los universitarios.

Y de todos ellos apenas 11.473 alumnos del área rural pudieron regresar a las aulas en planes piloto. El resto hace malabares para conectarse a Internet y estudiar.

Eso tiene secuelas. Unicef calcula que unos 90.000 niños han dejado de estudiar como consecuencia de la pandemia, por lo que exhorta a las autoridades a reabrir las escuelas.

Y no solo eso, sino que un 60% de quienes continuaron sus estudios consideran que en esta modalidad han aprendido menos y un 15% afirma no tener contacto con sus maestros. Además de la falta de interacción social con sus compañeros.

 

Esas dificultades tienen motivos palpables. Solo el 13,25% de los ciudadanos tiene acceso a Internet fijo y el 55,96% a Internet móvil, según el reporte de diciembre de 2020 de Arcotel.

Eso sin considerar que hay sectores remotos en el campo que no tienen ninguna cobertura.

Esto provocó que en sectores populares, como Monte Sinaí en Guayaquil, los dirigentes barriales improvisen aulas y los vecinos hagan las veces de maestros. O que una maestra en el cantón Playas (Guayas), salga en bicicleta en busca de sus alumnos que no tienen acceso a Internet.

Un año muy malo para el empleo

Así como los estudiantes no podían ir a las escuelas por la pandemia, los ciudadanos no podían asistir a sus trabajos, salvo que se desempeñaran en la industria alimenticia, supermercados, farmacias, hospitales u otros sectores considerados estratégicos.

Miles de ecuatorianos tuvieron que ajustarse a esa modalidad y teletrabajar, al menos cuando era posible. Según el Ministerio de Trabajo, hasta el 18 de febrero 286.401 servidores públicos y 162.061 trabajadores privados se mantienen en esa modalidad.

Pero al inicio de la pandemia no hubo gente en las calles durante más de dos meses. Eso hizo que los negocios empiecen a tambalear, pues no tenían a quién vender. Así que empezaron a tomar medidas.

Personas en el Centro Histórico de Quito, el 21 de octubre de 2020.

Personas en el Centro Histórico de Quito, el 21 de octubre de 2020.  API

Algunas empresas redujeron la jornada laboral (el Ministerio de Trabajo reporta 61.767 contratos con jornada reducida), otras despidieron a sus colaboradores valiéndose de distintas figuras, y alguna más tuvieron que cerrar.

En junio de 2020, el Instituto Ecuatoriano de Estadísticas y Censos (Inec) informó que el desempleo alcanzó el 13,3% y el empleo inadecuado el 67,4% y que apenas un 16,7% tenía un empleo adecuado.

Esas cifras mejoraron algo para septiembre de 2020. Esa fue la última vez que el Gobierno publicó la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (Enemdu). Desde 2021, esa encuesta debía publicarse mensualmente en enero y febrero, pero eso no ha ocurrido.

Así que la fuente más oficial, por el momento, es el histórico de contratos registrados en el Ministerio de Trabajo, aunque este indicador solo contempla a los empleos formales e inscritos en esa cartera.

Según esos datos, hasta marzo de 2020 Trabajo tenía registrados 2.430.394 contratos. La pandemia provocó que para julio de 2020 se hayan perdido 173.653 contratos, hasta los 2.256.741. Este fue el registro más bajo reportado por el Ministerio de Trabajo.

Para enero de 2021 los contratos registrados fueron 2.287.492, es decir 142.902 menos que antes de la pandemia, pero 30.751 más que en julio.

Aforos, bares y otras restricciones que se mantienen

Las restricciones provocadas por la pandemia de Covid-19 cambiaron muchos de los comportamientos habituales de los ecuatorianos. Desde el inicio de la pandemia, por ejemplo, están prohibidos los eventos masivos, los espectáculos con público.

Igualmente, bares, discotecas y otros centros de diversión nocturna se mantienen cerrados desde hace un año. Mientras que restaurantes, cafeterías, teatros, cines, centros comerciales, supermercados, farmacias y otros negocios funcionan con aforo limitado.

La mayoría de ciudades del país mantienen, además, aforos limitados en el transporte público y en Quito se mantienen las restricciones de circulación para vehículos particulares. En todo el país se mantiene la obligatoriedad de usar mascarillas