Rafael Correa en sus horas bajas: de artífice de la unidad a ser el punto de discordia en la Revolución Ciudadana
El poderoso correísmo, que dominó el país y el Estado durante una década, amenaza con desmoronarse bajo la sombra de su propio líder, ahora convertido en un peso político.

Diseño gráfico de Rafael Correa y varias figuras que se han alejado de la Revolución Ciudadana.
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PRIMICIAS / Diana González
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La mayor fuerza política de la historia reciente de Ecuador tambalea. La Revolución Ciudadana (RC) se debate entre mantener la dirección y estilo de su líder, Rafael Correa, o dar paso a una nueva generación de liderazgos y renovarse.
El tema de la semana ha sido sin duda la crisis que atraviesa el correísmo, con varios capítulos de drama político. Y, como es usual, el exmandatario mantiene el discurso de que su movimiento es víctima de traidores y oportunistas.
Sin embargo, si hay un factor común en los casos de las figuras que han abandonado la agrupación, han sido expulsadas o se han distanciado públicamente de la 'línea dura' correísta, es el desacuerdo con los argumentos, las decisiones y acciones de la cúpula. Más precisamente, con las del mismo Rafael Correa.
Y es que, si bien el presidente vitalicio de la RC es el 'dueño' del capital político del movimiento, son todos los que se quedaron en Ecuador, para revivir al partido, ser candidatos u ocupar cargos de elección popular, los que -de alguna manera- tienen que 'aguantar' las consecuencias de las publicaciones digitales, acusaciones y decisiones de su líder.
Por ejemplo, las figuras de la lista 5 que estuvieron respaldando a Luisa González, tras su segunda derrota frente a Daniel Noboa, fueron tomados por sorpresa cuando la candidata no reconoció la derrota y habló de fraude electoral.
Esa teoría, que habla de manipulaciones en la tinta de los esferos y procesos químicos para cambiar las marcas en las papeletas, solo ha sido impulsada enérgicamente por González y Correa, que se quedaron prácticamente solos en sus reclamos.
No obstante, la insistencia de ambos abrió una brecha con las autoridades locales de la RC: Paola Pabón, Marcela Aguiñaga, Leonardo Orlando, Pabel Muñoz, Aquiles Alvarez y Juan Lloret, que reconocieron la victoria de Noboa.
Pero a esa evidente fragmentación le siguieron las salidas o distanciamientos del movimiento de:
- La legisladora Mónica Salazar, que habló de tratos hostiles de la dirigencia nacional en su contra, de maltratos de la misma González, de toma de decisiones a su espalda en su cantón y de que el mismo Correa le dijo que no hablaría más con ella. De por medio hay dos argumentos, sus problemas con un crédito en la CFN y una supuesta traición mientras defendía a Jorge Glas, en Suiza.
- La prefecta de Guayas, Marcela Aguiñaga, quien revivió al partido de las cenizas y no fue tomada en cuenta para la candidatura presidencial, sigue dando señales de su alejamiento. En mayo, contó que "por no estar de acuerdo con lo que piensa Rafael Correa", sobre la tesis del fraude electoral, terminó siendo la oveja negra de la RC. Y esta semana lamentó que la organización se esté diluyendo entre egos e imposiciones.
- Finalmente, el reciente candidato del correísmo a la Asamblea, Sergio Peña, quien ganó una curul nacional, fue expulsado por haber votado a favor de un proyecto de ley oficialista en su comisión legislativa. Aunque no fue el único de la bancada que lo hizo. Algo similar pasó en el periodo pasado con siete legisladores, ninguno fue expulsado. Entre ellos estaba Pierina, hermana de Correa. Es por eso que Peña reconoció que la RC "se maneja como una hacienda con un capataz" y contó que el manejo dictatorial en la agrupación causa mucha inconformidad en la bancada legislativa.
El inicio de la fractura y la multiplicación de los descontentos
Después de que el primer heredero de Correa, Lenin Moreno, decidió destapar la caja de pandora del movimiento más grande del país y abrir la puerta a las investigaciones penales en contra de sus líderes, el efecto 'cascada' en las bajas de la Revolución Ciudadana ha sido continuo durante estos años.
Es así que, desde 2017, ha ido creciendo poco a poco el descontento en las filas del correísmo y son cada vez más quienes señalan los egos, el cacicazgo, el autoritarismo, la ausencia de democracia interna y la compulsión de Correa por opinar de todo en la red social X, como el mayor problema que enfrenta la tendencia.
Aunque todos son secretos a voces, la inconformidad por las candidaturas, el manejo de las listas, la discrecionalidad para perdonar los 'pecados' de unos y no de otros, y la falta de reconocimiento con quienes han dado la cara por el movimiento y sus luchas, suman decepcionados que se alejan o desafilian.
"Por favor, quítenle el celular", es una broma, no tan broma, que hacen muchos de los militantes. Así lo reflejan los chats del caso Ligados, que investiga al círculo correísta que quería utilizar el Consejo de Participación Ciudadana para tomarse otras entidades de control.
Todos los riesgos que asumió el exconsejero Augusto Verduga, ahora prófugo de la justicia, bajo la coordinación de Andrés Arauz, no sirvieron de nada. "González lo tachó de maquiavélico y desleal".
En la lista está otro caso reciente que suma varios 'rounds' con el alcalde Aquiles Álvarez, que pese a insistir en su "rafaelcorreísmo", ha hablado de que su futuro político podría estar en otro lado y se ha enfrentado directamente con el exmandatario en redes, como cuando criticó a su abogado personal.
A esos desacuerdos, que terminan en bajas silenciosas o enfrentamientos públicos, se agrega, por ejemplo, el caso de la exlegisladora Marcela Holguín, que nunca tuvo una real acogida entre buena parte del correísmo y terminó renunciando a su curul en febrero y cambiándose al gobierno de Noboa.
O el caso de Ferdinan Álvarez, el ahora legislador por ADN, que junto a su entonces pareja perdió un pulso en el que Correa prefirió no disgustar a Jorge Glas e ignorar el tradicional machismo que empaña a la agrupación política. E incluso el caso del exasambleísta Fausto Jarrín, que además se dedicó a defender penalmente a la cúpula correísta y terminó mal pagado y ahora asesora al gobierno de Noboa.
La lista de deserciones y expulsiones es extensa, mientras más tiempo pasa. Y trae recuerdos del rompimiento con figuras como Alberto Acosta, en la ya lejana Asamblea Constituyente de Montecristi o en el primer periodo legislativo, con las figuras de la extinta Ruptura de los 25.
A esto se añade el desgaste del discurso que no sale de la 'década ganada' (y que insiste en volver a ella). Lo que ha provocado que la RC, pese a su militancia comprometida y al voto duro de su líder, haya perdido en dos ocasiones consecutivas contra un movimiento personalista, sin estructura, ni experiencia.
Y es que el gobierno actual sí representa un cambio, se trata de un nuevo liderazgo, una nueva forma de presentarse y un recambio generacional en el escenario político, que todavía debe demostrar su manejo eficiente de la administración pública.
- "Maquiavélico y desleal": Luisa González se distancia de Augusto Verduga y abre otra fisura en la RC
Pero la Revolución Ciudadana se reúsa a renovarse, condicionada a la popularidad decadente (incluso entre sus compañeros) de la única figura que todavía puede jalar votos, pero solo para los candidatos ungidos. Y ese poder impide a la vez el ejercicio de la democracia interna, por eso incluso hubo menos apoyo de ciertas figuras a la última candidatura de González.
Se trata de la misma estructura política que sigue tomando las decisiones de manera vertical, desde un pequeño buró, ahora además lejano a la ciudadanía. Y la última palabra, denuncias sus mismos militantes descontentos, la tiene siempre el expresidente, como cuando en las extintas sabatinas anunciaba que si lo contradecían renunciaría.
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