3,3 millones de personas están afiliadas al IESS con una relación laboral activa en Ecuador
El Registro Estadístico de Empleo en la Seguridad Social (Reess) revela que, en julio de 2025, había 3.338.692 personas afiliadas al IESS con una relación laboral activa. Esto supone un aumento de 33.602 empleos desde noviembre de 2023, cuando inició el actual gobierno.

Un grupo de campesinos trabaja la tierra en comunidad, rodeados de montañas y cielo abierto.
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Santiago Arcos, Flickr UNICEF
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El empleo registrado en el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) llegó a 3.338.692 personas en julio de 2025, según las últimas cifras publicadas a finales de septiembre por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). En comparación con noviembre de 2023, cuando Daniel Noboa inició su mandato, el aumento ha sido de apenas 33.602 empleos.
El Registro Estadístico de Empleo en la Seguridad Social (Reess) se construye a partir de los registros administrativos del IESS, que contienen información sobre afiliaciones, sueldos y sectores de actividad, y se complementa con bases del Servicio de Rentas Internas (SRI), el Registro Civil y el Ministerio de Educación.
En la práctica, el empleo registrado en el IESS puede considerarse como una aproximación al empleo formal, pues refleja a las personas que realizan una actividad remunerada y están afiliadas a la seguridad social.
Sin embargo, no es estrictamente equivalente a la definición de formalidad que utiliza la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (Enemdu). La encuesta captura información sobre horas trabajadas, ingresos y condiciones laborales, lo que permite clasificar a la población en categorías como empleo adecuado, subempleo o trabajo no remunerado, algo que el Reess no mide.
El uso de registros administrativos también presenta limitaciones. Por un lado, se excluyen las afiliaciones voluntarias, pensionistas y el trabajo no remunerado del hogar, lo que puede subestimar a ciertos grupos ocupados. Por otro, pueden existir casos de afiliaciones que no reflejan una relación laboral real, como personas registradas para acceder a beneficios, lo que podría generar una ligera sobreestimación.
Pese a estas restricciones, el Reess sigue siendo una herramienta clave para seguir de cerca la evolución del “empleo formal” en el país. Su valor no está en sustituir a la Enemdu, sino en complementarla, aportando series continuas y comparables que permiten observar la trayectoria del empleo registrado a lo largo del tiempo. Precisamente, la evolución histórica de estas cifras revela los ciclos de expansión y estancamiento que han marcado al mercado laboral ecuatoriano en los últimos quince años.
Una mirada histórica: del auge al estancamiento
El empleo privado ha sido históricamente el componente que concentra la mayor parte de los registros en el IESS. Desde 2009 representa, en promedio, más de dos tercios del total. Sin embargo, el periodo de mayor expansión no estuvo liderado únicamente por la actividad privada. Entre 2009 y 2014, el gasto y la inversión pública se convirtieron en motores centrales de la economía, financiados en gran parte por el boom petrolero.
La disponibilidad de ingresos extraordinarios permitió al Estado contratar más trabajadores, ampliar el aparato administrativo y destinar recursos a proyectos de infraestructura que absorbieron mano de obra y generaron encadenamientos con otros sectores.
En ese lapso, el empleo registrado pasó de 1,7 millones en enero de 2009 a casi 3,4 millones en noviembre de 2014 (máximo histórico), prácticamente duplicándose en menos de seis años. La composición también cambió: el sector privado superó los 2,2 millones de afiliados, el sector público rebasó los 600.000 empleos registrados, el Seguro Social Campesino (SSC) multiplicó afiliaciones y el empleo doméstico “formalizó” a más de 100.000 trabajadores.
Las tasas de crecimiento anual ilustran la magnitud del proceso: en 2010 y 2011 hubo meses con variaciones superiores al 20%. Fue, en términos de registros administrativos, el mayor salto en la historia reciente del país.
Pero este ritmo no fue sostenible. A partir de 2014, con la caída de los precios internacionales del crudo, los ingresos fiscales extraordinarios se redujeron de manera significativa. El déficit se volvió recurrente y el endeudamiento externo pasó a ser la principal fuente de financiamiento.
Desde entonces la dinámica cambió: el sector público dejó de crecer en la misma magnitud y el privado apenas compensó la menor inyección de recursos. Entre 2015 y 2019, el empleo registrado se mantuvo en torno a los 3,3 millones, con variaciones mínimas y sin superar el techo alcanzado en 2014.
La pandemia de 2020 profundizó ese estancamiento y provocó la mayor contracción en más de una década, se perdieron más de 250.000 empleos. En agosto de ese año, el empleo registrado descendió hasta 3.029.415, el nivel más bajo desde 2012.
La recuperación fue lenta y desigual. El sector privado lideró la creación de nuevos puestos desde 2021, mientras que el empleo público se mantuvo estable. Para julio de 2025, el empleo registrado llegó a 3.338.692 personas, con un crecimiento interanual de apenas 1,2%.
En los últimos tres años, el promedio ha rondado el 1% anual, muy lejos de las expansiones de dos dígitos de inicios de la década de 2010. Aunque el balance es positivo en términos de variación, el ritmo es bajo y el mercado laboral formal no ha logrado consolidar un nuevo ciclo de expansión.
¿Buena suerte o buenas políticas?
Un balance por períodos de gobierno muestra resultados dispares en los últimos 16 años:
● Rafael Correa (2009–2017): en su primer mandato, el empleo registrado aumentó en 1,3 millones de personas, mientras que en el segundo el incremento fue de apenas 107.927.
● Lenín Moreno (2017–2021): el saldo fue negativo, con una reducción de 167.340 empleos, marcada por la pandemia en 2020.
● Guillermo Lasso (2021–2023): en poco más de dos años se recuperaron 233.092 empleos, sobre todo en el sector privado.
● Daniel Noboa (2023–2025): hasta julio de 2025 el aumento ha sido de 33.602 empleos registrados.
Este balance abre una pregunta inevitable: ¿los avances en empleo respondieron a buenas políticas o, más bien, a circunstancias externas favorables?
El estudio de Freddy García, Manuel González y Christian Vera titulado "Good policy or good luck? Analyzing the effects of fiscal policy and oil revenue shocks in Ecuador" demuestra que los shocks petroleros han sido el factor más influyente en el crecimiento del PIB ecuatoriano. El auge de la década de 2010 no fue tanto fruto de políticas sostenibles, sino de la “buena suerte” de contar con ingresos extraordinarios.
La informalidad el nuevo rostro del mercado laboral
Cuando esos ingresos se desplomaron en 2014, el modelo mostró sus límites. Mientras el empleo formal se estanca, la informalidad se ha disparado. Como muestran Augusto de la Torre y Andrés Abril en un analisis de Gestión Digital, Ecuador pasó de tener en 2015 una de las tasas más bajas de la región (59%) a encabezar el deterioro, alcanzando un 74% en 2024.
En la última década se destruyeron, en promedio, 66 mil empleos formales por año, al tiempo que el sector informal absorbió forzosamente a 165 mil trabajadores anuales. Este fenómeno golpea con más fuerza a jóvenes, mujeres con baja escolaridad y habitantes rurales, perpetuando desigualdades.
Según De la Torre, las rigideces laborales y la política de salario mínimo por encima del promedio salarial han castigado la formalización, especialmente en las pequeñas empresas, que concentran el 70% de la fuerza laboral. En países vecinos, la competitividad laboral se ajustó vía devaluación y reformas; en Ecuador, dolarizado, el ajuste ocurrió por la vía más dolorosa: la precarización del empleo.
Mientras no se avance en reformas que modernicen la legislación laboral, reduzcan la dependencia del sector externo y fortalezcan la productividad, Ecuador seguirá ajustándose por la vía más injusta: la destrucción de empleos formales y la expansión de la informalidad.
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