¿Por qué el FMI no tiene un impacto significativo en la reducción de pobreza de los países?
Durante décadas, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha desembolsado miles de millones de dólares a países en desarrollo con la promesa de estabilizar sus economías y reducir la pobreza. Sin embargo, la evidencia sugiere que estos préstamos no han tenido el impacto esperado.

Un grupo de campesinos trabaja y comparte en el campo bajo la neblina.
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Flickr UNICEF - Santiago Arcos
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El Fondo Monetario Internacional (FMI) se ha posicionado históricamente como un actor clave en la lucha contra la pobreza mundial, especialmente en países en desarrollo. A través de sus programas de préstamos y asistencia técnica, el FMI sostiene que promueve la cooperación monetaria internacional, el comercio y el crecimiento económico. En las últimas décadas, ha manifestado su compromiso con la disminución de la pobreza en el mundo, con énfasis particular en los países en vías de desarrollo.
No obstante, la relación entre los préstamos del FMI y la reducción efectiva de la pobreza ha sido objeto de intenso debate académico y político. Investigaciones recientes cuestionan seriamente la efectividad de estos programas, señalando que los requisitos de ajuste estructural que acompañan a los préstamos pueden tener efectos contraproducentes en las poblaciones más vulnerables.
Según el economista Darwin Torres, en su artículo titulado “Impacto de los préstamos otorgados por el FMI en la variación de la proporción de la población que vive por debajo del umbral de la pobreza, periodo 2016-2020”, los préstamos del FMI no tienen un impacto significativo en la brecha de la pobreza, lo que sugiere que “los fondos obtenidos de estas fuentes no influyen en la disminución o aumento de la población que vive por debajo del umbral de pobreza”.
La promesa del FMI versus la realidad empírica
El discurso oficial del FMI enfatiza que el objetivo principal de la institución es “lograr crecimiento y prosperidad sostenibles en cada uno de sus países miembros, promoviendo la cooperación monetaria internacional, alentando la expansión del comercio internacional y del crecimiento económico”. En este marco, el FMI ha implementado diversas medidas destinadas a satisfacer de mejor manera las necesidades de países con bajos ingresos.
Sin embargo, como señala Torres, “no se encuentra evidencia suficiente que sustente la reducción de la pobreza mediante desembolsos del FMI a los países miembros”. Esta falta de evidencia contrasta marcadamente con las afirmaciones institucionales del Fondo.
Los datos más recientes sobre países con mayor endeudamiento con el FMI revelan cifras significativas de desembolsos. Argentina encabeza la lista, con más de USD 41.000 millones, seguida de Ucrania, con más de USD 10.000 millones, y Ecuador, con aproximadamente USD 7.000 millones (Gráfico 1).
Estos volúmenes millonarios de préstamos contrastan con la falta de evidencia sobre su efectividad para reducir la pobreza.
El caso de Ecuador o cuando los préstamos no reducen la pobreza
Ecuador ofrece un caso de estudio particularmente revelador sobre la relación entre préstamos del FMI y niveles de pobreza. Siendo uno de los países con mayor deuda con el FMI a nivel mundial, con casi USD 7.000 millones, su trayectoria de pobreza en la última década presenta datos reveladores (Gráfico 2).
Los datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INEC) muestran que la pobreza en Ecuador pasó de 22,9% en diciembre de 2016 a 28% en diciembre de 2024, un incremento significativo. Más dramático aún es el caso de la pobreza extrema, que escaló de 8,7% en 2016 a 12,7% en 2024. El punto crítico se registró en diciembre de 2020, cuando la pobreza alcanzó 33% y la pobreza extrema 15,4%, coincidiendo con el período de mayor endeudamiento con instituciones financieras internacionales durante la pandemia de COVID-19.
Lo más revelador surge al analizar la evolución paralela de ambas variables. Desde junio de 2019, cuando la deuda con el FMI era de USD 653 millones y la pobreza se ubicada en 25,5%, hasta junio de 2025, cuando el saldo alcanzó USD 8.705 según cifras del Ministerio de Economía y Finanzas con una pobreza del 24%, la relación entre endeudamiento y reducción de pobreza resulta, en el mejor de los casos, débil.
El período más crítico ilustra esta desconexión, entre junio de 2020 y diciembre de 2020, la deuda con el FMI se triplicó, pasando de USD 2.038 millones a USD 6.224 millones. Sin embargo, lejos de mejorar, la pobreza se disparó al 33% y la pobreza extrema al 15,4%. Incluso cuando el país mantuvo niveles de endeudamiento superiores a los USD 7.400 millone desde junio 2022, la pobreza osciló entre 25% y 28%, sin mostrar una tendencia clara de reducción
Como documenta Torres, “la no significancia estadística en las variables relacionadas a los préstamos indica que los países que obtienen préstamos del FMI, y permanecen endeudados durante el periodo analizado, no experimentan cambios significativos en la brecha de la pobreza”. Los datos ecuatorianos parecen confirmar esta conclusión empíricamente.
¿Los programas de ajuste estructural son parte del problema?
Uno de los aspectos más controvertidos de los préstamos del FMI son los Programas de Ajuste Estructural (PAE) que invariablemente los acompañan. Estos programas constituyen acuerdos entre un país en desarrollo y el FMI, donde el país se compromete a implementar una serie de reformas económicas a cambio de préstamos.
Según Torres, “estos programas suelen incluir medidas como la reducción del gasto público, la liberalización del comercio y la privatización de empresas estatales”. El problema fundamental radica en que estas medidas, aunque diseñadas para lograr estabilidad macroeconómica, pueden tener efectos devastadores en las poblaciones más vulnerables.
Como el autor señala en su investigación, “existe un descontento considerable en relación con los préstamos de ajustes otorgados por el FMI”. La razón es clara, las condiciones establecidas para el desembolso de los préstamos “en muchos de los casos tienen que ver con la reducción drástica de gastos sociales y privatizaciones”.
Esta reducción del gasto social afecta directamente los servicios que utilizan las personas con menos recursos económicos: educación, salud, vivienda y protección social. Torres es categórico al afirmar que “si bien el rol del FMI está ligado a fomentar el desarrollo económico y la disminución de la pobreza, los préstamos de ajuste vienen ligados a una serie de reformas no acordes a la realidad y necesidad de cada país”.
La efectividad del FMI en la pobreza, en tela de duda
La investigación académica ha producido abundante evidencia que cuestiona la narrativa del FMI sobre reducción de pobreza. Según el autor, “los resultados obtenidos de las investigaciones relacionadas con respecto a los efectos de los programas del FMI no han proporcionado resultados definitivos, ya que se han encontrado resultados contradictorios en las diferentes investigaciones”. Esta inconsistencia en los resultados sugiere que, en el mejor de los casos, el impacto del FMI es altamente variable y contextual.
Graham Bird, Faryal Qayum y Dane Roxlands, investigadores, en su artículo titulado “The effects of IMF programs on poverty, income inequality and social expenditure in low income countries: an empirical analysis”, analizan los efectos de los programas de ajustes en la pobreza, desigualdad, gasto público y educación y, como cita Torres, “no existen efectos significativos en la pobreza, mientras que los gastos en educación aumentan con los programas de FMI”. Es decir, incluso cuando hay efectos positivos, estos no se traducen en reducción directa de la pobreza.
De manera similar, el economista Axel Dreher, en su estudio titulado “IMF and Economic Growth: The Effects of Programs, Loans, and Compliance with Conditionality”, a través de un análisis de datos de panel para 68 países, encuentra que los programas del FMI no influyen de manera significativa en crisis monetaria, ni la política económica de los países”.
Particularmente relevante es el estudio “The effects of IMF loan conditions on poverty in the developing world” realizado por los investigadores, Glen Biglaise y Ronald McGuavran, quienes “encontraron que los países en desarrollo que obtienen préstamos del FMI con reformas estructurales experimentan mayores niveles de pobreza, esto debido a que dichas reformas traen consigo cambios que afectan al desempleo, reducen los ingresos del gobierno, incrementan los costos por los servicios básicos y de salud, además de presentar cambios en la recaudación de impuestos”.
¿Qué factores realmente reducen la pobreza?
Si los préstamos del FMI por sí solos no tienen un impacto significativo en la reducción de la pobreza, ¿qué variables sí importan? La investigación de Torres proporciona respuestas valiosas basadas en análisis econométricos rigurosos.
El estudio encuentra que “el coeficiente de Gini (GINI) muestra una relación directamente proporcional con la variable endógena, siendo estadísticamente significativo en cada uno de los tres modelos”. Específicamente, “un aumento del 1% en el Índice de Gini se traduce en un incremento del 0,036%, en la brecha de pobreza de USD 2,15 diarios”. Esto confirma que la desigualdad es un factor determinante de la pobreza.
El autor explica que “a menor desigualdad se puede tener una distribución más equitativa de la riqueza, disminuyendo de esta forma la brecha de pobreza existente”. Este hallazgo sugiere que las políticas orientadas a reducir la desigualdad de ingresos serían más efectivas para combatir la pobreza que los préstamos condicionados del FMI.
Otro factor crucial es el Ingreso Nacional Bruto per cápita. Según Torres, esta variable “es estadísticamente significativa en todos los modelos y la relación es inversamente proporcional con la variable endógena, es decir, incrementar el Ingreso Nacional Bruto per cápita en 1% reduce la brecha de pobreza de USD 2,15 diarios en 0,11%, aproximadamente”.
Sin embargo, el autor advierte que “la distribución desigual de este ingreso puede limitar su impacto en la reducción de la pobreza si beneficia principalmente a los estratos más altos de la sociedad”. Este es precisamente el problema con muchos programas de ajuste estructural: pueden incrementar el PIB sin reducir la pobreza.
Curiosamente, Torres encuentra que “la variable de crecimiento, que representa la Tasa de Crecimiento del PIB, no es estadísticamente significativa en ninguno de los tres modelos”. Esto contradice la narrativa convencional de que el crecimiento económico automáticamente reduce la pobreza. Como explica el autor, “esto puede deberse a que el crecimiento del PIB puede ser excluyente, beneficiando principalmente a los sectores más ricos de la población”.
La evidencia empírica presentada por Torres y otros investigadores sugiere que los préstamos del FMI no están cumpliendo su objetivo declarado de reducir la pobreza. Como concluye el autor, “los resultados muestran que los préstamos del FMI no tienen un impacto significativo en la brecha de la pobreza, lo que sugiere que los fondos obtenidos de estas fuentes no influyen en la disminución o aumento de la población que vive por debajo del umbral de pobreza”.
El caso de Ecuador es particularmente ilustrativo: a pesar de ser de los países con mayor deuda con el FMI a nivel mundial, sus índices de pobreza han aumentado significativamente en la última década, pasando de 22,9% en 2016 a 28% en 2024 (diciembre).
Los hallazgos sugieren que “los programas de ajuste estructural no están directamente vinculados con la reducción de la pobreza”. Más aún, las condiciones que acompañan a estos préstamos pueden estar perjudicando precisamente a las poblaciones más vulnerables que se supone deben ser protegidas.
Como reflexiona Torres, “el rol del FMI en el combate a la pobreza seguirá sin duda en el debate”. Los datos presentados sugieren que esta conversación está lejos de ser resuelta y que es necesario repensar fundamentalmente el enfoque de las instituciones financieras internacionales hacia los países en desarrollo si realmente se busca erradicar la pobreza en lugar de simplemente estabilizar indicadores macroeconómicos.
(*) Economista, analista económica Gestión Digital.
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