La delincuencia empuja al sector asegurador a redefinir su modelo de negocio en Ecuador
El sector asegurador ha experimentado una notable transformación en la última década en Ecuador, impulsada principalmente por el incremento de la inseguridad y los cambios en la percepción del riesgo.

El aumento de robos, eventos climáticos y riesgos localizados ha obligado al sector a reinventar su oferta.
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En 2024, según la Federación Ecuatoriana de Empresas de Seguros (Fedeseg), el sector asegurador alcanzó una prima neta emitida de USD 2.231,1 millones, evidenciando un crecimiento moderado del 1,30% respecto al año anterior, en un contexto marcado por la continua demanda de protección.
El panorama actual del mercado asegurador refleja una clara tendencia hacia la diversificación de productos y servicios, donde los seguros de vida colectiva y carros lideran la participación en el mercado. Esta evolución responde no solo a las necesidades tradicionales de protección, sino también a los nuevos desafíos de seguridad que enfrenta el país, particularmente en zonas urbanas donde los índices delictivos han aumentado significativamente.
Evolución del mercado asegurador: una década de transformación
El sector asegurador ecuatoriano ha experimentado cambios significativos en su dinámica de crecimiento desde 2016. Con una prima neta emitida anual inicial de USD 1.618,1 millones en 2016, el mercado mantuvo una tendencia alcista hasta 2019, cuando alcanzó los USD 1.797,4 millones. Sin embargo, la pandemia provocó una contracción significativa en 2020 y 2021, con caídas del 5,65% y 5,30%, respectivamente (Gráfico 1).
La recuperación post-pandemia fue notable, con un crecimiento extraordinario del 24,98% en 2022, alcanzando los USD 2.007,2 millones. Este repunte se consolidó en 2023 con un incremento adicional del 9,74%, llevando el mercado a USD 2.202,6 millones. Para 2024, el sector mostró una moderación en su crecimiento, con un incremento del 1,30%, alcanzando los USD 2.231,1 millones.
La distribución de las primas netas emitidas por ramo revela las prioridades de protección de los ecuatorianos. El seguro de vida colectivo continúa liderando el mercado, con USD 692,7 millones en 2024, seguido por el ramo de seguros de carros con USD 414,7 millones.
El seguro de incendio y líneas aliadas ocupa el tercer lugar con USD 294,7 millones, mientras que la asistencia médica representa USD 144,4 millones (Gráfico 2).
Esta distribución refleja una clara tendencia hacia la protección de la vida y el patrimonio, especialmente en un contexto donde la inseguridad se ha convertido en una preocupación primordial para la población.
Concentración del mercado: los actores principales
En 2024, la dinámica del mercado asegurador ecuatoriano mostró una clara tendencia hacia la consolidación. Seguros Pichincha mantuvo su liderazgo, con una participación del 11,00%, mientras que Equinoccial y Chubb sostuvieron una presencia robusta, con el 9,87% y 9,80%, respectivamente, según datos de Fedeseg (Gráfico 3).
El análisis de la distribución del mercado revela que las cinco principales aseguradoras, incluyendo a Hispana (7%) y Latina (6,40%), controlan el 44,07% del sector. AIG Metropolitana (6,40%), Aseguradora del Sur (6,30%), Zurich (5,10%) y Ecuatoriano Suiza (4,80%) completan el grupo de las aseguradoras más influyentes.
Inseguridad y su influencia en los seguros de carros
En este escenario, el sector enfrenta uno de sus mayores desafíos: la creciente inseguridad. La declaratoria de conflicto armado interno en Ecuador el 9 de enero de 2024, tras una serie de acontecimientos violentos sin precedentes, marcó un antes y después en diversos sectores de la economía nacional.
El sector asegurador tiene uno de sus mayores retos en el ramo vehicular, donde la evolución de los índices delictivos ha transformado significativamente el panorama. Según María Augusta Lucio, gerente de Desarrollo de Negocio de Seguros Alianza, en entrevista para GESTIÓN, “el incremento de la violencia, especialmente en forma de delitos como robos de carros, asaltos y accidentes causados por situaciones violentas, genera un reto significativo para el sector asegurador, particularmente en lo que respecta a los siniestros vehiculares”.
En lo mismo coincide Nicolás Marchant, presidente del Directorio de Zurich Seguros, quien explica que durante muchos años, el mercado de seguros de autos se caracterizó por su estabilidad. “Sin embargo, tras la pandemia, y siguiendo una tendencia similar a la observada en otros países, esa estabilidad se vio interrumpida”.
“A nivel global, la recuperación del sector estuvo marcada por tarifas insuficientes y un aumento considerable en los costos de partes y repuestos. En Ecuador, a estos factores se sumaron condiciones locales como el deterioro de la seguridad ciudadana y la ocurrencia de eventos climáticos extremos como inundaciones, que impactaron de manera significativa la rentabilidad de la industria”, añade Marchant.
Los datos respaldan esta preocupación: en 2024 se registraron 26.723 carros robados entre automóviles y motocicletas, una cifra que, si bien muestra una ligera mejoría respecto al pico histórico de 2022 (33.367 robos), sigue siendo más del doble que los niveles registrados en 2019 (13.666 robos) (Gráfico 4).
En el caso específico de las motocicletas, los 16.680 robos registrados en 2024 representan más del doble de los casos reportados en 2019 (8.012), mientras que los 10.043 automóviles sustraídos en 2024, aunque muestran una reducción del 8,94% respecto a 2023, casi duplican las cifras de 2019.
Este escenario ha obligado a las aseguradoras a adaptar sus estrategias. María Augusta Lucio destaca que uno de los principales desafíos es “la actualización constante de las coberturas para adaptarlas a estos riesgos emergentes, ofreciendo opciones que protejan tanto a los vehículos como a los conductores ante situaciones de violencia, sin dejar de lado la accesibilidad para los clientes”.
Sin embargo, estas condiciones derivaron en una desviación importante en los niveles de siniestralidad. A escala de mercado, esta pasó del 55% al 73% de las primas emitidas, generando pérdidas técnicas en 12 compañías y un índice combinado del 103%. “Esto significa que, por cada dólar de prima, las aseguradoras perdieron tres centavos”, destaca Marchant.
“El aumento de la violencia presenta un desafío profundo para el sector asegurador. Se ha respondido a este reto reforzando nuestros equipos de ingeniería de riesgos y trabajando en un enfoque preventivo con nuestros clientes para mitigar el impacto directo en la siniestralidad, especialmente en casos de robos de vehículos, transporte de carga o daños a bienes asegurados”, añade Marchant.
Geografía del riesgo: Guayas encabeza la lista
El recrudecimiento de la violencia no ha sido uniforme en el territorio ecuatoriano, generando un nuevo paradigma en la evaluación de riesgos y la determinación de primas por parte de las aseguradoras. En 2024, Guayas se mantuvo como el epicentro de esta problemática, con 11.806 casos, representando el 45,8% del total nacional de robos vehiculares. Le sigue Pichincha, con 4.291 casos (16,6%) y Los Ríos, con 3.314 incidentes (12,8%) (Gráfico 5).
La zona costera muestra una particular vulnerabilidad: además de Guayas y Los Ríos, Manabí registra 2.059 casos y El Oro, 1.492, evidenciando que el corredor costero concentra la mayor incidencia de estos delitos. El resto de provincias presenta cifras menores pero igualmente preocupantes: Santo Domingo (467), Imbabura (509), Esmeraldas (586), Santa Elena (405), Azuay (323), Sucumbíos (290) y Cañar (249).
Lucio detalla que esta disparidad geográfica del riesgo ha llevado a una necesaria adaptación en las estrategias de las aseguradoras: “Las tasas ahora se ajustan a la realidad de seguridad de cada provincia, considerando no solo la ubicación geográfica sino también factores como la marca del vehículo y el perfil del asegurado”. Las metodologías de cálculo reflejan la adaptación del sector a una realidad donde la inseguridad se ha convertido en un factor determinante en la estructuración de productos y servicios de seguros.
Sobre este fenómeno, Marchant comenta que en zonas como Guayas se ha observado un nivel de siniestralidad más alto, especialmente debido a robos y efectos climáticos. Sin embargo, a pesar de estos factores, se ha trabajado en la creación de portafolios diversificados y en la búsqueda de segmentos con menor exposición al riesgo, revelando una tendencia sectorial hacia la especialización y segmentación del mercado.
El ejecutivo agrega que los modelos del sector han evolucionado para incorporar “múltiples variables demográficas, geográficas y técnicas”. “Desde la edad, el estado civil y el nivel socioeconómico del asegurado, hasta la relación entre el precio del auto y los ingresos del cliente”, mostrando cómo la industria está refinando sus métricas para adaptarse al cambiante panorama de riesgos.
Perspectivas y desafíos
A pesar de que la siniestralidad en el ramo de carros pasó del 72,3% en 2023 al 60,4% en 2024, según datos de Fedeseg, el contexto de inseguridad sigue siendo un factor determinante para el sector.
Por ello, Lucio considera que para 2025 el sector asegurador seguirá evolucionando hacia la digitalización y la personalización de productos, con un enfoque creciente en la tecnología y la innovación. Este proceso de transformación, según la ejecutiva, implica “la integración de plataformas digitales y la mejora de la experiencia del cliente” a través de “soluciones como oficinas virtuales, aplicaciones móviles y chatbots, que facilitarán el acceso a los servicios y la gestión de pólizas de manera más ágil y eficiente”.
“La utilización de inteligencia artificial y el análisis de datos para mejorar la predicción de riesgos y la personalización de las coberturas permitirá a las aseguradoras ofrecer productos más adaptados a las necesidades individuales de los clientes y a los contextos específicos de cada región o sector”, apunta Lucio.
Marchant, desde su visión del sector, ofrece una perspectiva complementaria sobre los factores macroeconómicos que condicionarán la evolución del mercado: “El 2025 será un año que prevemos volátil, a nivel global, regional, pero también a nivel local. El sector asegurador, como otros sectores, está siendo impactado por fuerzas estructurales que nos están obligando a reinventarnos”.
Este análisis identifica cinco tendencias clave que definirán el rumbo del sector:
- Aceleración de inteligencia artificial, con efectos positivos en experiencia de cliente, mayor data para selección y prevención de riesgos, pero también mayor posibilidad de fraudes;
- Profundización de eventos climáticos;
- Guerra comercial que generará una mayor presión inflacionaria global;
- Entorno cambiante en prioridades de sostenibilidad, y
- Un nuevo Gobierno, que debería generar un escenario de menor incertidumbre para la inversión y futuro de los negocios.
En síntesis, el mercado asegurador ecuatoriano ha experimentado una transformación significativa en los últimos años, marcada por tres momentos clave: la pandemia, la recuperación post-pandemia y la actual crisis de inseguridad. La clave para enfrentar estos desafíos, según las empresas consultadas, radica en la capacidad del sector para adaptarse y responder a las necesidades cambiantes del mercado.
(*) Economista, analista económica Revista Gestión.
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