Lunes, 29 de abril de 2024
Canal cero

Alfaro, revolucionario y héroe nacional

Enrique Ayala Mora

Enrique Ayala Mora

Doctor en Historia de la Universidad de Oxford y en Educación de la PUCE. Rector fundador y ahora profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede Ecuador. Presidente del Colegio de América sede Latinoamericana.

Actualizada:

13 Ago 2023 - 5:56

Para la gran mayoría de los ecuatorianos, don Eloy Alfaro Delgado es un héroe nacional. Representa la insurgencia, la lucha, el cambio revolucionario, la libertad de consciencia, el laicismo y la identidad del país.

Alfaro nació en Montecristi (Manabí) el 25 de junio de 1842. Sus padres fueron Manuel Alfaro, comerciante español, y Natividad Delgado. Su educación fue poco sistemática. Desde temprano se dedicó a los negocios y a la política.

En 1864 participó en una conspiración contra García Moreno. Viajó a Panamá donde se casó con Ana Paredes Arosemena. Allí conoció a Juan Montalvo. En 1875 volvió a Ecuador y se enfrentó al gobierno de Borrero. Luchó junto a Veintemilla, a quien se opuso cuando no cumplió su programa liberal. 

Alfaro acaudilló revueltas contra Veintemilla desde 1880. Entre 1882 y 1883 fue Jefe Supremo de Manabí y Esmeraldas y dirigió uno de los ejércitos que derrocaron al dictador. En 1884, con Caamaño en el poder, encabezó una nueva montonera. Viajó por Sudamérica y conoció a importantes líderes liberales. En América Central tuvo gran influencia.

El 5 de junio de 1895, Alfaro fue nombrado en ausencia, jefe supremo por el golpe de estado que inició la Revolución Liberal. Dirigió la campaña militar triunfante y comenzó a gobernar. Con las iniciales reformas arreciaron el conflicto con la Iglesia y la conspiración conservadora. El gobierno se empeñó en fundar centros de educación laica y construir el ferrocarril.

En 1901 el general Leonidas Plaza llegó a presidente de la República y articuló al placismo como fuerza oligárquica, mientras el alfarismo tenía un sesgo popular.

Plaza llevó a cabo reformas anticlericales profundas. Al fin de su gobierno intentó impedir la vuelta de Alfaro al poder, pero el caudillo lo tomó de nuevo con un golpe de estado. En la segunda administración alfarista (1906-1911) se emitió la Constitución de 1906, la Carta Magna liberal, y se concluyó la titánica obra del ferrocarril trasandino (1908). Alfaro dejó el poder en 1911, y luego de una estancia en Centroamérica, volvió a Guayaquil intentando arbitrar en una nueva revuelta. Tomado preso se lo llevó a Quito junto a varios radicales. El 28 de enero de 1912 fueron bárbaramente asesinados y sus cadáveres arrastrados por la turba.

En 1895, el liberalismo necesitaba un líder para triunfar y Alfaro, caudillo popular y gran militar, fue el hombre. Pero su presencia en el poder tenía un precio que los grupos dominantes no querían pagar. Alfaro impulsó la secularización del Estado, la modernización, el desarrollo industrial, la organización obrero-artesanal y cierto apoyo a los campesinos. Esto le enfrentó al grueso de la burguesía y el latifundismo, que propiciaron su caída y asesinato.

La movilización popular y las reformas fueron limitados, pero suficientes para alarmar a la oligarquía, que temía que Alfaro fuera más allá. Había, entonces, que deshacerse del Viejo Luchador, víctima de su papel histórico de líder revolucionario.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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