Jueves, 18 de abril de 2024
Con Criterio Liberal

Las universidades y el valor del legado de la cultura occidental

Luis Espinosa Goded

Luis Espinosa Goded

Luis Espinosa Goded es profesor de economía. De ideas liberales, con vocación por enseñar y conocer.

Actualizada:

30 May 2022 - 19:00

El sistema de educación en occidente ha abdicado de lo que debiera ser su función principal: transmitir el legado de la civilización a la siguiente generación.

Las universidades son unas torres de marfil donde se enseña a los alumnos que "todo está mal".

Así, el profesor de urbanismo enseña cómo cree él que 'deberían' construirse las ciudades, el de economía cómo cree que 'debería' funcionar la economía, el de derecho cómo 'deberían' hacerse las leyes… y se basa en un 'supongamos' permanente que permita hacer 'modelos' sobre esa realidad paralela de la academia, donde sus soluciones, 'en teoría', funcionan.

Se enseña con un platonismo radical sin siquiera saberlo, pues la híper-especialización hace que ni sepan quien era o decía Platón, según el cual este mundo que vivimos es "imperfecto" frente al "ideal" que enseñan en la academia (hasta el nombre tan platónico).

Lo contrario de lo que el añorado maestro Antonio Escohotado enseñaba: 'amor veritas, amor rei'. El amor a la verdad es el amor a la realidad, esto es, el conocimiento nace de las cosas en sí, de cómo son. El conocimiento es admiración por lo que es, no imaginación de lo que cada uno cree que debería ser.

A los alumnos, hoy en día, se les dan clases de 'literatura crítica', pero ¿cómo van a poder criticar algo cuando ni siquiera han leído y conocido las grandes obras de la literatura universal?

¿Qué puede aportar sobre 'las minorías en la literatura' alguien de 20 años que no ha leído siquiera a Shakespeare ni a Cervantes? Es tan ridículo que sería risible si no llega a ser tan dramático.

Es el engreimiento propio de todo adolescente fomentado y exacerbado, creer que lo sabe todo sin conocer nada, creer tener toda solución sin haber vivido nada.

Se les transmite la idea de que vivimos en un mundo de opresión, y se les enseña una angustia permanente por el cambio climático, por la contaminación, por 'salvar el planeta' (que ya expliqué que no necesita ser salvado, y menos por quienes apenas conocen cómo es).

Se les oculta lo maravilloso de nuestro legado, no saben de las grandes obras de arte, no han leído los clásicos, no son capaces de admirar todo lo que hemos sido capaces de crear como humanidad. Lo desconocen, pues no se les ha enseñado.

No sólo es fomentar la incultura, es cruel, pues tiene dramáticas consecuencias sobre su psicología. Se les hurta el conocer lo bello de nuestra civilización e historia, y se les insiste en las supuestas terribles injusticias. Esto les crea angustia y ansiedad.

Y, por tanto, se produce una paradoja: mientras que nunca en la humanidad hemos vivido mejor, medido bajo cualquier parámetro objetivo (esperanza de vida, calidad de vida, conocimiento, oportunidades…), los jóvenes creen que vivimos en una época angustiosa o peor que las pretéritas. Es fruto del desconocimiento.

Es imperativo que la educación regrese a lo que le da sentido: transmitir el legado de la tradición ('traditio' es entrega) de nuestros ancestros. Es nuestra herencia, que sólo si conocemos podremos admirar y disfrutar, y si nos esforzamos, incluso incrementar.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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