Domingo, 28 de abril de 2024
Punto de fuga

Las gallinas de los huevos de oro solo tienen boleto de ida

Ivonne Guzmán

Ivonne Guzmán

Periodista desde 1994, especializada en ciudad, cultura y arte. Columnista de opinión desde 2007. Tiene una maestría en Historia por la Universidad Andina Simón Bolívar. Autora y editora de libros.

Actualizada:

21 Oct 2023 - 5:58

Me descubrí el otro día diciendo lo impensable. A la pregunta de si la hija de unos amigos que acababa de graduarse en Italia regresaría a Ecuador, respondí a la velocidad del rayo: ¡Ni que estuviera loca! En realidad, yo no sé si ella tenga planes o ganas de regresar, pero respondí con la certeza absoluta de quien dice que la Tierra es redonda sin que haya réplica posible —con el perdón de los terraplanistas—.

Lo impensable: haber incorporado al sistema nervioso que uno tiene que estar loco para querer vivir en Ecuador.

Talvez las estadísticas escalofriantes son las que me han carcomido y reprogramado el cerebro. Algo tiene que significar ese 47% de ecuatorianos que si pudieran se irían del país, según una encuesta de CID Gallup realizada en 2023 y recogida en julio pasado en GK. O los algo más de 64.000 ecuatorianos que, entre 2021 y 2023, se fueron y nunca más volvieron, de acuerdo a una nota recientemente publicada por Primicias. La mayoría de ellos exponiéndose a desgracias inenarrables al pasar por la selva del Darién.

Como si todo fuera preferible a la alternativa de quedarse en Ecuador.

Es precisamente de esa gente que ya pasó o está pasando por el Darién (mientras yo escribo o usted lee este texto), con la ilusión de algún momento llegar a la frontera entre México y Estados Unidos para entregarse a la Border Patrol y así empezar un largo proceso de solicitud de asilo, que tendrá que encargarse la vicepresidenta electa.

Ojalá en lugar de pretender jugar el imposible —además de patético— papel de abogada de migrantes sin papeles en Estados Unidos, Verónica Abad se empeñe en tareas más provechosas y dignas. Seamos sinceros, ¿alguien cree que Abad puede hacer algo respecto de la "lentitud de los trámites" en Estados Unidos, como sugiere el encargo por escrito que le hizo Noboa a su vicepresidenta? Es una pregunta retórica, no se molesten…

Aquí van dos tareas más realistas a las que Abad se pudiera dedicar:

  • Combatir las causas que aceleran la migración irregular de altísimo riesgo físico, mental y emocional;
  • Prevenir, a través de programas sociales, migraciones inminentes que más parecen misiones suicidas.

Todo esto, en coordinación con otras instancias gubernamentales que promuevan la desarticulación del coyoterismo del tejido social de un sinnúmero de comunidades que muchas veces se ven en la disyuntiva de tener que denunciar a miembros de su propio entorno. Lógicamente, por temor o por cualquier otra razón, optan por no hacerlo. De alguna manera hay que desanudar esos lazos.

Otro hecho impensable con el que la dolorosa situación migratoria me enfrenta es que por segunda vez en mi vida estoy de acuerdo en algo con Rafael Correa: Hay que buscar soluciones al desangramiento humano en el que se ha convertido esta migración movida por la desesperanza y el miedo. (La primera vez que coincidí con él fue cuando promovió e instauró la afiliación obligatoria al IESS; y pare de contar).

Quizás por eso me parece tristísima —una victoria pírrica de manual— la noticia que esta semana la Cancillería ecuatoriana, con ingenua buena voluntad, anuncia con orgullo: "EE.UU. permitirá a ecuatorianos reunificarse con su familia en ese país". Es una solución práctica y un alivio en muchos sentidos; sería necio negarlo. Pero no deja de ser triste porque es el reconocimiento oficial de un fracaso.

El país no tiene condiciones para que sus ciudadanos se queden en él y los expulsa para que puedan trabajar, prosperar y estar seguros en otro lado. Casi tan triste como ese dato que dice que en 2060 Estados Unidos será el segundo país de hispanohablantes en el mundo, después de México. Como reflexiona el escritor y periodista argentino Martín Caparrós, es la prueba de la inviabilidad de las sociedades latinoamericanas que expulsan sistemáticamente a millones de personas hacia el norte.

Si no las expulsan, en muchos casos esos países no comen o comen menos. Porque los migrantes se han convertido en la gallina de los huevos de oro. Solo en el primer trimestre de 2023, Ecuador ya recibió un 8% más de remesas que el primer trimestre de 2022, es decir, USD 1.191,99 millones frente a los USD 1.103,59 millones del mismo período el año pasado.

Quizá es por eso que las gallinas de los huevos de oro están destinadas a tener solo boleto de ida. Triste. Impensable. ¿Irreversible?

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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