Viernes, 29 de marzo de 2024
Una Habitación Propia

¿Por qué Roditti no está preso?

Maria Fernanda Ampuero

Maria Fernanda Ampuero

María Fernanda Ampuero, es una escritora y cronista guayaquileña, ha publicado los libros ‘Lo que aprendí en la peluquería’, ‘Permiso de residencia’ y ‘Pelea de gallos’.

Actualizada:

16 Dic 2022 - 5:28

"Usted no sabe quién soy yo" es una de las frases favoritas del abolengo machito guayaquileño para saltarse las leyes que debemos cumplir todos los demás.

La he escuchado montones de veces de boca de señorones con guayabera, dirigida siempre a personas a las que ellos consideran inferiores. En esa frase hay racismo, clasismo y sapada. Qué vergüenza y qué asco decirle a alguien que vigila el cumplimiento de una norma social o constitucional que tú sí tienes permiso para saltártela y violarla porque eres de apellido tal o pascual.

Porque eres blanco, porque eres funcionario, porque tienes plata, porque eres un hombre de mierda al que nadie nunca le ha dicho que no.

Por supuesto, me estoy refiriendo al caso Roditti hijo, que asesinó el fin de semana pasado a una persona en la carretera por ir a, he leído, ciento sesenta kilómetros por hora y manejar borracho, o sin dormir, o ambas cosas.

Roditti padre y Roditti hijo, lo recordarán, protagonizaron en 2019 una de las más perversas muestras de desprecio y abuso de poder que ha visto (en video) esta ciudad de déspotas y abusadores: golpearon con sillas y toletes, insultaron y vejaron a guardias de seguridad que estaban haciendo su trabajo, es decir, pedir el carnet de residente a un residente de la urbanización.

Quedaron absueltos los Roditti, desde luego. En esta ciudad la única ley es la plata, la única justicia es el apellido. 

El nuevo rodittazo es aún más terrible porque se ha llevado por delante la vida de una persona completamente inocente y ha dejado a otras tres heridas. En la vía Salinas-Guayaquil, este hombre, saltándose todas las leyes de tránsito, provocó un triple choque porque no estaba en condiciones de manejar y porque iba a una velocidad insensata.

¿Adivinen qué pasó? No está preso. El juez no dictó prisión preventiva. A pesar de tener en su historial, tanto de tránsito como delictivo, una ristra de infracciones que lo convierten en un peligro para la sociedad, el hombre no está preso.

¿Por qué? ¿Por qué no está presa una persona que ocasionó por su imprudencia al volante la muerte de otra?

¿Por qué?

¿Será porque es blanco, será porque es aniñado, será porque papito protege, será porque la justicia en Guayaquil se levanta la venda cuando le ponen un fajo de dólares en un lado de la balanza?

Mi hermano menor volvía de la playa ese día. De hecho, pasó por ahí poco tiempo después del accidente y llamó a mi mamá a decirle que se retrasaría porque había pasado algo grave en la carretera.

Desde que me enteré y vi los videos que grabaron los testigos (en los que el tipo farfulla las tonterías que farfullaría un borracho, le dicen que ha muerto alguien por su culpa y se toca el corazón con un gesto estúpido y se ve una botella de cerveza a sus pies en el carro) no dejo de preguntarme: ¿y si Roditti nos mataba a mi hermano?

Pienso en la familia de la persona fallecida, preguntándose entre el dolor y la ira lo mismo que yo me he preguntado: ¿por qué ese hombre no está preso? ¿Por qué, si ese hombre nos arrancó un trozo de nuestras vidas, no está pagando su culpa como nos pasaría a cualquiera de los demás ciudadanos?

Escribo, como casi siempre, con las mandíbulas apretadas y controlando las ganas de escribir los peores epítetos, las palabras más malsonantes que puedan imaginar: amenazas de bruja salvaje.

Pero sé que mi desahogo aquí, en esta columna, no serviría de nada, que papi dinero ya movió sus fichas y que, en esta ciudad en la que unos pocos se creen dueños de todos, la muerte de un pobre hombre que volvía a su casa de haberse bañado en el mar, quizás pensando en la Navidad, quizás no pensando en nada más que en el gusto de flotar en el agua, no la va a pagar en prisión, es decir, por los canales de la justicia, un niño rico.

De todos modos, aunque sé que la respuesta es la misma de siempre: que esta ciudad la controla la clase alta, que ninguno de sus miembros ha pagado cárcel, que somos una ciudadela medieval con unos pocos señores feudales y muchísimos siervos reemplazables y sin derechos, pido a gritos justicia por ese hombre que ha muerto mientras volvía de un día de playa.

Y repito, como repiten todas las personas de bien de esta ciudad: ¿por qué el tipo ese no está preso? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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