Sábado, 04 de mayo de 2024
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Rosita Campuzano, La Protectora

Enrique Ayala Mora

Enrique Ayala Mora

Doctor en Historia de la Universidad de Oxford y en Educación de la PUCE. Rector fundador y ahora profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede Ecuador. Presidente del Colegio de América sede Latinoamericana.

Actualizada:

18 Jun 2023 - 5:26

Muy pocos conocen en Ecuador que una guayaquileña llegó a ser heroína de la Independencia del Perú y que El Protector José de San Martín fue su amante. Por eso a Rosita Campuzano la llamaban La Protectora.

Rosita nació en Guayaquil en 1796. Fue hija natural de la mulata Felipa Cornejo y de Francisco Herrera Campuzano, rico cacaotero.

Era hermosa, inteligente y de gran carácter. En 1817 fue a Lima como amante de un rico español y se incorporó a los círculos sociales limeños, donde conseguía información que luego pasaba a los patriotas. Por ello fue apresada y denunciada a la Inquisición por tener libros prohibidos.

Luego de haber tomado Lima con su ejército, en 1821, el general rioplatense José de San Martín recibió un homenaje de la ciudad, conoció a Rosita y se volvió su amante.

La pareja se instaló en la casa de reposo de los virreyes. Allí también vivieron luego su romance Bolívar y Manuela Sáenz, a quien Rosita conoció durante sus andanzas libertarias, trabando con ella estrecha amistad.

Las dos mujeres desarrollaron muchas actividades en la causa independentista y fueron consideradas heroínas por los comandantes patriotas. A ambas se les concedió en reconocimiento la Orden del Sol como caballeresas. Pero eso también avivó los odios que despertaban.

San Martín dejó a Rosita en Lima, que vivió luego una azarosa vida. Tuvo varios amantes y un hijo. Se casó con un hombre que la abandonó. Murió en Lima en 1851 en muy limitadas circunstancias. Su figura fue exaltada por Ricardo Palma en sus 'Tradiciones peruanas'.

El proceso de Independencia americana está dominado por figuras masculinas: militares, latifundistas y activistas. Pero el papel de las mujeres en ella fue muy importante.

Muchas conspiraron contra los realistas, recogieron dinero y donaron joyas para armar los ejércitos, acompañaron a los soldados en las batallas ("rabonas" las llamaban), llegando a combatir y a morir en ellas.

Las mujeres cocinaban para los soldados; auxiliaban a los heridos; rezaban las oraciones de difuntos y ayudaban a enterrarlos; a veces realizaban peligrosas labores de espionaje o enlace.

Las "rabonas" o "soldaderas" eran un gran apoyo de las tropas en campaña. Hubo madres que animaron a sus hijos a enrolarse en las filas insurgentes. Algunas fueron encarceladas y ejecutadas.

La acción de las mujeres en las luchas libertarias atrajo la reacción de algunos sectores, en especial del clero, que era realista.

Se las tildaba de pecadoras y hasta prostitutas. Las mujeres que desafiaban la moral colonial y se convertían en amantes de los jefes patriotas eran estigmatizadas. Pero las mujeres se destacaron en muchos ámbitos.

Fernanda Barriga, la 'Negra Fernanda' fue una figura que se presume nació en el Valle del Chota, posiblemente en 1807. Sirvió como cocinera a Simón Bolívar en Bogotá, lo acompañó hasta Santa Marta y lo atendió en su agonía.

Al recordar su figura, se honra a los miles de afrodescendientes que lucharon anónimamente por la Independencia.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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