Sábado, 04 de mayo de 2024
Al aire libre

Atreverse a lavar los pies

Lourdes Hernández Vásconez

Lourdes Hernández Vásconez

Comunicadora, escritora y periodista. Corredora de maratón y ultramaratón. Autora del libro La Cinta Invisible, 5 Hábitos para Romperla.

Actualizada:

30 Mar 2024 - 5:50

Señor no te rebajes, le dijo Pedro cuando Jesús se arremangaba y se ponía de rodillas para lavar los pies de los apóstoles

- Pedro sígueme, respondió Jesús medio serio. 

-Nooo, yo no voy a caer tan bajo, volvió a rezongar Pedro.

Esta escena no está en las escrituras, pero apuesto que algo así pasó ese jueves.

Cuando era chica, los días de Semana Santa teníamos especial cuidado de rezar el Vía Crucis donde estuviéramos pasando las vacaciones, que en general era en Quito.

Mis papás iban a los Oficios en Santa Teresita y si mis hermanos y yo ya teníamos edad de entender y resistir, les acompañábamos. 

Me acuerdo con impresión la lavada de los pies. Me parecía increíble que Jesús, que era Dios, se agachara, tomara agua y jabón y lavara los pies de sus amigos. 

¿Qué es lavar los pies de alguien en esta época?

Es llevarse con la compañera que todos hacen bullying o ayudar a cruzar la calle a un anciano, ir al hospital público a dar una mano, u ofrecer trabajo a algún migrante de los que hay por cantidades.

Una amiga empleó a un venezolano en su casa como jardinero y para mantenimiento. Su esposa estaba por dar a luz, entonces nos pidió una contribución para el parto. Pasó el tiempo y él abrió una barbería y siguieron adelante por su lado.

Fue un acto valiente porque la mayoría damos una moneda en los semáforos, o como mínimo, les saludamos y adiós. 

Mientras tanto, todos sin excepción venimos de alguien que fue migrante.

En Ecuador hay sitios de acogida, se les facilita obtener una cédula temporal, y algunas otras ayudas. 

Cuando un país se desentiende de ellos, se abre la puerta al abuso y a la explotación, dice la campaña Alboan de los jesuitas.

Las personas se ven forzadas a migrar por guerras, hambre o situaciones muy malas, sociales y económicas. Eso lo sabemos. Pero no conocemos el número de muertos que hay en el paso del Mediterráneo o en el desierto de Arizona.

Sin la ayuda de los estados, de cada uno de nosotros y de las organizaciones humanitarias, estas personas son esclavizadas, extorsionadas, secuestradas. 

En cambio, cuando son bien acogidos, los y las migrantes se suman al crecimiento económico de los países, se desarrolla el trabajo, la creatividad, la mística del esfuerzo. Ellos vienen con un gran deseo de progresar, con valores profundos de familia, de lealtad y gratitud. 

Su diversidad enriquece los productos y servicios. Enriquece la cultura, la espiritualidad y definitivamente nos humaniza a todos. Cómo dice una canción: oh pobreza, fuente de riqueza…

Atreverse a lavar los pies.

¿Por qué?

¿Por qué no?

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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