Sábado, 27 de abril de 2024
Dato y Relato

¿Por qué América Latina crece tan poco?

Fidel Jaramillo

Fidel Jaramillo

Ph.D. en Economía Universidad de Boston, secretario general del FLAR y docente de la UDLA. Ex gerente general del Banco Central y exministro de finanzas de Ecuador, y alto funcionario de CAF y BID.

Actualizada:

24 Mar 2024 - 5:58

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) anunció en su reciente informe macroeconómico regional que el PIB de América Latina y el Caribe (ALC) crecería 1,6% en 2024. Además, advirtió sobre la posibilidad de que el crecimiento caiga a -0,7%, si se materializa una serie de riesgos adversos en la economía mundial.

Dicha estimación es incluso inferior a lo que esperaba el FMI (1,9%), aunque es posible que este organismo internacional también baje su proyección en la próxima evaluación de la economía mundial, que deberá presentar el próximo mes. 

Después de una fuerte recuperación pospandemia, la economía de ALC ya venía desacelerándose y anticipamos que su crecimiento se asemejaba a un “nadadito de perro”. El resultado de 2023 (entre 2,1% y 2,5%, dependiendo de las fuentes), aunque mejor que el esperado originalmente, fue muy modesto. El reciente análisis del BID confirma la tendencia poco alentadora para este año.

El crecimiento de la región está por debajo del promedio de los países de ingresos medios (4%) y de ingresos bajos (5%). En el mediano plazo, se estima que sea de tan solo 2%. Sin duda, un crecimiento tan anémico es insuficiente para generar empleo de calidad y enfrentar la pobreza, desigualdad, inseguridad y crisis climática. 

Por supuesto, el panorama es heterogéneo. Hay países latinoamericanos que están sobresaliendo. Guyana encabeza la lista con un crecimiento del 26,6%, el más alto del mundo. Desde que descubrió y empezó la explotación petrolera, la expansión económica no ha tenido precedentes.

Entre 2020 y 2024, el tamaño de la economía guyanesa se ha multiplicado por 3,2. En 2022 y 2023, su PIB registró tasas de crecimiento inverosímiles de 62,3% y 30,4%, respectivamente. Con una población de alrededor de 800.000 habitantes, actualmente produce 680.000 barriles diarios de petróleo y se espera llegue a 1,2 millones de barriles diarios en 2027.

El desafío de Guyana no es el bajo crecimiento, sino el administrar la bonanza y lograr un desarrollo más sostenible y equitativo para las actuales y las próximas generaciones. La clave será evitar que su riqueza se dilapide en corrupción y malas inversiones, y caiga en la llamada “maldición de los recursos naturales”.

Otra economía descollante es la de República Dominicana. Se espera que su crecimiento en 2024 supere el 5%, impulsado principalmente por el ingreso de divisas por turismo (USD 10.000 millones), remesas (USD 10.000 millones), exportaciones (USD 14.000 millones) e inversión extranjera directa (USD 4.300 millones). En conjunto, estos recursos equivalen al 40% de su PIB.

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Panamá, que había crecido al 7,3% en 2023, se desaceleraría a 2,5% -o menos- en 2024, debido al cierre de operaciones de la compañía minera más grande del país y la sequía, que ha impactado negativamente el tráfico en el canal. No obstante, se espera una recuperación y que siga siendo una de las economías más dinámicas del continente.

Costa Rica y Paraguay completan este grupo estelar, que algunos comienzan a denominar como los jaguares latinoamericanos. Entre 2023 y 2024, el promedio de crecimiento de estos dos países llegaría a 4,5% y 4%, respectivamente.

En contraste, economías que en el pasado lideraban el crecimiento, han decrecido o están muy cercanas al estancamiento. Por ejemplo, y de acuerdo con estimaciones del FLAR, Chile y Perú habrían decrecido en 2023 en -0,7% y -0,2%, respectivamente. Aunque en 2024 se esperaría un rebote a 1,9% y 2,6% en dichos países, contrasta con su desempeño en el pasado. 

En la cola, aparecen Colombia y Ecuador con crecimientos estimados de 0,8% y 0,6%, respectivamente. Solo estarían por encima de Argentina, que lamentablemente continuaría su contracción en -2,8% en 2024.

Las economías más grandes de la región, México y Brasil, este año crecerían en 2,4% y 1,6%, apenas por encima de promedio regional. 

El bajo crecimiento promedio de ALC tiene múltiples explicaciones. En la actual coyuntura, responde a un crecimiento moderado de la economía y el comercio mundial, que se han visto afectados por factores geopolíticos como la guerra entre Rusia-Ucrania y el conflicto Israel-Palestina. 

A la llamada fragmentación geopolítica, se suma la disrupción de la cadena logística, en particular por los problemas para atravesar el Canal de Suez y el Canal de Panamá, este último por la sequía. En conjunto, dichos cuellos de botella afectarían al 20% del transporte marítimo mundial y estarían encareciendo el costo de los fletes.

Luego de haber alcanzado niveles históricamente altos en 2022, los precios de los productos básicos se han deteriorado, en especial gas, petróleo, fertilizantes, y minería (menos el oro, que más bien se ha disparado en los últimos meses).

Dicho comportamiento ha afectado a las economías exportadores de estos bienes, que tienen mayor relevancia para los países de Suramérica. El reporte del BID también menciona problemas climáticos, en especial el fenómeno de El Niño, que estarían golpeando principalmente a los países andinos.

Las condiciones de financiamiento para países, empresas y hogares se endurecieron con el incremento de las tasas de interés a nivel global y regional. La expansión fiscal y monetaria para enfrentar los efectos del covid-19 fue efectiva para evitar un mayor desastre económico, pero impactó sobre la inflación. 

Las autoridades de países desarrollados y emergentes comenzaron a subir las tasas de interés y retirar el estímulo monetario y fiscal para contener la demanda interna y reducir la presión sobre los precios. 

La estrategia de estabilización de precios ha sido exitosa: aunque todavía persisten riesgos, la inflación ha descendido en la mayoría de países y está ubicándose muy cerca de las metas de los diferentes países. 

Era evidente que el apretón monetario iba a contraer los mercados de crédito, el financiamiento de la inversión y la actividad económica. Habría sido ingenuo pensar que no tendría impacto alguno. Sin embargo, no llegó a extremos de provocar una recesión, que era uno de los temores de muchos analistas.

Varios países de ALC han empezado a reducir sus tasas de interés y aflojar de manera gradual las condiciones de los mercados financieros. En el caso de Estados Unidos, se teme que las tasas se mantengan altas por más tiempo y que recién empiecen a bajar en la segunda mitad del año. El impacto sobre la reanimación de la inversión real todavía tardará en materializarse.

La contracción de la inversión total está comprometiendo las posibilidades de reactivación económica en los años venideros. En Colombia, por ejemplo, en 2023 cayó en -24,8% y se ubicó por debajo del 18% del PIB. Varios países están experimentando similar tendencia. Economías que aspiren a crecer al 5% anual, deberían invertir al menos 25% del PIB en promedio, algo que se ve difícil.

La inversión pública ha sido afectada por la debilidad de las finanzas públicas y los altos niveles de endeudamiento. Para colmo, varios países han mostrado incapacidad de gestión de dichos escasos recursos.

La inversión privada, además de los altos costos de financiamiento, ha estado golpeada en muchos países por la incertidumbre política, la debilidad institucional y otros factores como la corrupción e inseguridad.

El retroceso económico relativo de América Latina no es una tendencia nueva. Su participación en la economía global ha venido reduciéndose desde los años 60 del siglo pasado y no ha podido cerrar la brecha con los países desarrollados.

Entre 1960 y 2019, las economías avanzadas crecieron a un promedio anual de 2,6%, las asiáticas en 4,6% y las latinoamericanas en 1,8%. En términos relativos, estos resultados muestran con claridad cómo ALC se alejó del mundo.

La publicación del BID explica que este magro desempeño en dicho período se debió al casi nulo avance de la productividad en la región: mientras que en los países avanzados se incrementó en 1,4% y en los asiáticos en 2,3%, en América Latina apenas lo hizo en 0,2%.

Revertir la tendencia de baja productividad requerirá un esfuerzo sostenido en mejorar una larga lista de determinantes del crecimiento económico de largo plazo. Si tenemos que escoger dos, destacaría principalmente i) la cobertura, calidad y pertinencia de la educación; y ii) la inversión en innovación, ciencia y tecnología;  

El BID concluye con un mensaje optimista. La región ha logrado enfrentar con éxito una de las peores situaciones económicas en casi un siglo. Con un título sugestivo, pregunta ¿estamos listos para aprovechar la estabilidad macroeconómica para despegar? 

Para hacerlo, propone aprovechar las fortalezas y oportunidades que la región tiene para contribuir a grandes desafíos globales como el cambio climático, la seguridad alimentaria y la transición a una energía limpia. 

Ello requerirá una larga lista de reformas (fortalecimiento de instituciones fiscales y monetarias, mercados laborales más formales y competitivos, mercados financieros más profundos, entre otras), todas ellas complejas, pero necesarias

Es una propuesta ambiciosa y atractiva para despegar y no quedarse en la pista de aterrizaje otra vez.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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