Martes, 30 de abril de 2024
En sus Marcas, Listos, Fuego

Los jinetes sin cabeza no abortados

Felipe Rodríguez Moreno

Felipe Rodríguez Moreno

PhD en Derecho Penal; máster en Creación Literaria; máster en Argumentación Jurídica. Abogado litigante, escritor y catedrático universitario.

Actualizada:

11 Ago 2023 - 5:59

Quiero confesarme. Mientras más escribo columnas, más violento me pongo. ¿Pero es un traje de desesperanza el que llevo o son los hechos los que me llevan a querer vomitarlo todo?

Mi espíritu de académico me pide prudencia. El conservadurismo familiar me implora moderación. Pero la patria, esa que inunda el espíritu de excrementos flotantes, me impone escribir utilizando las palabras correctas.

¿Sabían que existe el derecho humano a la verdad? Pues yo vengo a hacerlo respetar, a que los mamíferos que nos gobiernan la escuchen, porque también son humanos y alguien tiene que permitirles ejercer ese derecho y decirles que son tan inteligentes como mi perro: solo les falta hablar.

Señores a cargo de la “Inteligencia” de este país, les voy a explicar cómo sus errores mataron a un candidato presidencial. Intentaré ser didáctico porque queda claro que, si les doy una cajita de figuras geométricas, ustedes son los babosos que se frustrarían porque el cuadrado no entra en el orificio con forma de círculo.

  1. No, dar seguridad policial a un candidato presidencial no equivale a prestarle un par de guardias de discoteca para que lo escolten.
  1. Seguridad policial en el contexto de una campaña presidencial significa: a) rastrear riesgos; b) perfilar personas; c) utilizar inteligencia preventiva para identificar amenazas; y, d) barrer espacios físicos.
  1. Los candidatos no deben subirse a vehículos en vías públicas, sino que deben dejar los recintos desde el interior, preferiblemente en carros blindados.
  1. La seguridad impone que todos los flancos del vehículo deben estar cubiertos. Sólo a un par de orangutanes incapaces de pelar una banana se les ocurre dejar una ventana descubierta en un vehículo estacionado, ergo, que no está en marcha.
  1. Quien está a cargo de la seguridad debe tener la capacidad de anticiparse a movimientos sospechosos, caso contrario, solo se trata de un grupo de guaruras incapaces de realizar operaciones aritméticas con números de más de dos cifras.
  1. Cuando se hiere (con proyectil) al atacante y luego se lo captura (mientras se desangra), ¿a dónde se lo debe llevar? Y aún no puedo creer que deba hacer esta pregunta porque la respuesta la conoce hasta un zopenco de esquina: se le debe trasladar a un hospital, no a la Unidad de Flagrancia. Alguien debe declarar en banca rota neuronal al pendejo que dejó morir al criminal.

Todo lo que ocurrió son errores (horrores) del Estado (no un crimen de Estado como dicen algunos iletrados a los que alguien debe quitarles el título de abogado). Pregunto otra vez: ¿por qué hay criminales armados hasta con granadas caminando entre nosotros? La respuesta es la misma: porque el Estado incumple su obligación de prevención.

Pero claro, ¿saben cuál es el producto final de una reunión en la que se sientan un subnormal, con un homo erectus, un mentecato y un gaznápiro? Pues otro inútil, innecesario e intrascendente estado de excepción. La escena me recuerda a los ministros aturdidos en reunión de Ensayo sobre la lucidez de Saramago; es la réplica perfecta.

Estos genios de la seguridad son los típicos asnos que no solo tropiezan más de una vez con la misma piedra, sino que se la llevan a la boca, la lamen, se ríen socarronamente y se la meten en la nariz.

Yo sé que en 2008 a un par de hippies sin criterio jurídico se les ocurrió incluir en la Constitución de Montecristi que la naturaleza es sujeto de derecho, pero nunca me imaginé que el resultado final sería estar gobernado por tantos animalitos.

Este gobierno no tiene la menor idea de cómo manejar la seguridad de un país. No decretan, excretan. No hacen exposiciones, hacen deposiciones.

Pero nuestros gobernantes son como Dios: hechos a la imagen y semejanza de los obtusos bípedos que los eligen.

Asesinan a un candidato y en lugar de regresar a ver el desbordamiento de carteles de droga que imperan en el país, aparecen esos que en lugar de materia gris ostentan materia fecal, y dicen que lo mató un partido político. Criaturitas del Señor, es que los candidatos demagogos ya no deberían ofrecerles solo alimentación, sino también babero.

Y frustra, frustra saber que Luis Carlos Galán (Colombia) y Abdón Calderón Muñoz (Ecuador) ya no son los únicos cuerpos que enturbian la democracia. Duele, duele saber que en este país la guerra ya no se dispara con ideas, sino con balas.

Lo que hemos perdido es el honor de llamarnos civilización. Lo que nos arrebataron los políticos es la capacidad sedentaria. Nos están desangrando, tanto los descerebrados que nos gobiernan como los mongoles que nos gobernaron. 

Estamos agonizando. La vida ya no es un derecho, es un vulgar azar. La integridad física ya no es una garantía, es un sueño. ¿Vamos a reaccionar? No, no lo vamos a hacer, porque ya pertenecemos a las cavernas, sin fogata y sin Platón.

Nos lideran jinetes sin cabeza. Y por eso les quiero decir algo que me he guardado estos años y lo diré, aunque me critiquen, aunque ofenda a muchos, aunque genere susceptibilidades indeseadas: este ha sido el gobierno conservador (igual que otrito bien de a belga) que se ha opuesto, por principio, al aborto. Lo que no se dieron cuenta, expertos en inteligencia, es que han sido la mejor publicidad para su despenalización.

Por eso hoy quiero utilizar sus rostros y presentarles este nuevo eslogan publicitario: “Ciudadano, apoya el aborto, pues si a estos cretinos los hubiesen abortado, tendríamos un mejor país”.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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