Estas son las calificaciones de Ecuador tras empatar con Uruguay en el mejor partido de la era de Beccacece

Más ocupado que la ministra Manzano con los apagones, sacó algunas pelotas realmente difíciles. También le ayudó el madero. Es el jefe de la retaguardia.

No estuvo acertado en los cortes y se notaron demasiado sus carencias al momento de salir. Por su puesto, no es su culpa que la orden sea lanzar pases largos, que a la final solamente sirvieron para que los uruguayos recuperaran la pelota y se lanzaran al ataque.

Esta vez, no fue garantía de seguridad. Se hizo bolas con Piero en una jugada que casi cuesta un gol. Lo curioso es que juega en el PSG, con Luis Enrique como entrenador, pero en la Tri le hace más pases a Galíndez que a Moisés Caicedo. 

En lo defensivo, enfrentó algunos apuros, pero fue el más solvente del trío de centrales. En lo ofensivo, estuvo más frustrado que heladero en horario de apagones, pues Pellistri lo referenció con oficio.

Tuvo menos anticipación que los cronogramas de cortes de luz. Mejor estuvo en su faceta de ataque, pese a que transmitía la sensación de que dudaba si lanzar un centro o mandar un pase. Así, ha inventado el centripase.

Más ausente en el juego que agentes de la AMT Quito en horario apagones.

Cómo Alan no cumplía con el primer pase ni tampoco ayudaba en la contención, le tocó redoblar esfuerzos y, a veces, llegar tarde a los cruces. Eso le costó una amarilla. Se notaba su frustración porque no podía desprenderse por la falta de cobertura. No estará en el siguiente partido con Bolivia.

Interiorizando fue una opción interesante, pero faltó precisión en sus pases para que el esfuerzo tuviera mayor recompensa. 

Generó sus propias situaciones y le alcanzó para generar mucho peligro por su banda izquierda. Necesitó un mejor socio, porque juntarse con Enner fue como reunir a Karol G con Andrea Bocelli. Sí, salió desastrozo.

Verlo jugar es experimentar con la bipolaridad: pasamos del "¡bieeen!" al "¡nooo! al "¡esooo!" al "para qué te traje!".

Con menos potencia que Mazar, perdió todos los duelos físicos y solamente pudo seguir hasta el minuto 58, cuando el entrenador prefirió salvarlo del naufragio. Dio la impresión de que, al retirarse del campo, buscaba la banda de capitán para quitársela. Qué pena. 

Entró para hacer lo mismo que Enner. O sea, nada.

A estas alturas, queda claro que persistirá con su línea de tres en el fondo, los pases largos y los nombres que no contentan a la tribuna (y a ciertos intereses). En esta ocasión, su planteamiento conservador le bastó para llevarse un punto del Centenario, que suma pero que no rescata los dos que se diluyeron en Quito ante Paraguay. También queda la sensación de que esta Tricolor no logra ser intimidante y que, por la falta de gol, opta por ceder la pelota. Con todo, fue su mejor presentación desde que dirige a Ecuador y gana aire para los dos últimos partidos del año.