La atajada del penal de Javier Burrai a Cristian Martínez Borja significó el título 16 para Barcelona y una algarabía tremenda en el banco de suplentes visitante. Los jugadores salieron corriendo a festejar y abrazar a su arquero.
Tiros desde el punto del penal. Una intensa lluvia. La sensación de terminar con el invicto en Casa Blanca. La final para Barcelona no podía terminar de mejor manera. Los amarillos fueron campeones después de cuatro años y ante uno de sus máximos rivales.
La emoción de los futbolistas guayaquileños sobrepasó cualquier expectativa. Y no fue para menos. Junto a un grupo de unos 40 dirigentes y familiares, celebraron en medio de un enmudecido Rodrigo Paz Delgado.
Los jugadores se abrazaron, lloraron y se sacaron una enorme presión de encima: 23 años sin dar una vuelta olímpica en el estadio de Liga.
Una vez en el vestuario, en el camerino de Barcelona se escucharon cánticos y festejos antes de salir a recibir la medalla en el campo. Todos llevaron una camiseta que decía "Gigantes".
Si bien todos los futbolistas mostraron felicidad en sus rostros, los más experimentados del club, Damián Díaz y Matías Oyola no pararon de llorar y saltar. Emoción pura.
La premiación empezó con el plantel y los dirigentes de Liga de Quito. Después de recibir sus medallas, los vicecampeones se retiraron de inmediato al vestuario.
Enseguida salieron los árbitros, liderados por Guillermo Romero (juez central) y Carlos Orbe (VAR), quienes recibieron una placa de reconocimiento.
Finalmente salieron los jugadores de Barcelona hacia la tarima, en medio de una organización impecable y una gran puesta en escena para festejar al campeón.
La dirigencia 'canaria', con Carlos Alfaro Moreno a la cabeza, también fue premiada. Posteriormente, Díaz y Oyola alzaron la copa. Gritaron campeón. Dieron la vuelta olímpica, nada más y nada menos que en Casa Blanca.
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