Italia derrotó a Inglaterra en la tanda de penaltis (3-2) y se consagró campeón de la Eurocopa por segunda vez en la historia (la primera fue en 1968). En los 90 minutos, el encuentro terminó 1-1, en medio de un ambiente inmejorable en las gradas de Wembley.
La primera etapa tuvo a Inglaterra como protagonista. El conjunto local impuso el ritmo de juego y desnaturalizó a Italia, negándole la posibilidad de generar oportunidades de gol.
Luke Shaw, lateral izquierdo del Manchester United, marcó el tanto más rápido en una final de una Eurocopa, al conseguir abrir el marcador al minuto y 57 segundos de partido.
Shaw empalmó un magnífico centro desde la derecha del lateral diestro del Atlético de Madrid Kieran Trippier, la principal novedad en el once titular de Gareth Southgate.
El tanto del jugador inglés mejoró el récord que poseía Chus Pereda, que marcó a los 5:17 de la final entre España y la Unión Soviética en 1964 en el Santiago Bernabéu, que concluyó con triunfo hispano por 2-1.
Italia sólo tuvo una ocasión en los pies de Federico Chiesa, que a los 35 minutos mandó fuera un disparo que se marchó cerca de un poste del arco de Jordan Pickford.
En la segunda mitad, Inglaterra e Italia se estudiaron y procuraron no dejar espacios en sus áreas. Pero los dirigidos por Roberto Mancini tomaron la iniciativa y se atrevieron más en ataque.
Por eso, a los 67 minutos y tras una serie de rebotes, el defensor central Leandro Bonucci logró conectar un rebote en el área y puso el empate.
A partir del gol inglés, el ritmo del partido bajó su intensidad y a los futbolistas de ambos equipos lucieron extenuados. Tampoco hubo oportunidades de gol y el partido se fue a los alargues.
Ya en el tiempo extra, Inglaterra fue mejor que Italia y retomó el ritmo del partido. Incluso, la selección inglesa tuvo algunas chances de ampliar el marcador.
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